José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo
Suscitar deseos
El Judo es ese deporte en un primer momento desconocido que, conforme vamos practicando, más conocemos, más nos exige, más nos engancha y más nos da.
¿Cuando llega a gustarnos el Judo?
Nos va gustando cuando vamos tomando conciencia de lo que podemos hacer con nuestro cuerpo, cuando los movimientos nos comienzan a salir, pero sobre todo nos gusta, por el ambiente que encontramos cuando vamos a practicar.
Un profesor que nos atiende y trata de enseñarnos, unos amigos nuevos que nos aceptan tal como somos, que pretenden lo mismo que nosotros, aprender y practicar Judo. Y que, en ese cometido, nos ayudan y hacen que nos sirvan también de ayuda, por lo que nos sentimos valorados.
La pregunta es:
¿Por qué llega a gustar algo a una persona?
Porque ese algo, lo comienza a hacer bien. Y ¿por qué se empieza a hacer bien? Porque lo practicamos con regularidad, demostrando interés por ello.
Recuerdo que de joven traté de jugar al tenis. En una pista en la urbanización de casa, en verano, con una raqueta que me dejaron, con unos vecinos nos pusimos a jugar. No me gustó. No me encontré. Estaba siempre en el lugar donde no iba nunca la pelota, por lo que la mayor parte de las veces, no llegaba a contestarla.
Y como no llegaba a responder las bolas, y nadie me explicaba que tenía que hacer para estar en el sitio, a las siguientes invitaciones de ir a la pista, pasé de ir.
En su momento empecé a esquiar. Yo era algo mayor para empezar, pues tenía ya los veintipocos, que, para empezar, aunque siempre se pueda empezar, no es la edad ideal.
Mis primeras experiencias en la pista Grande de Candanchu fueron memorables. Aún teniendo a mi lado a mi amigo Manolo Villegas, instructor y profesor de esquí de la Guardia Civil, sin apenas pendiente, no conseguía al deslizarme mantenerme en pie, y mis primeras mañanas de esquí se componían de estar más tiempo cayendo, levantando y poniéndome las tablas que de lo que podía ser bajar.
En poco tiempo, el interés que puso Manolo y mi voluntad por conseguirlo, hizo que empezase a sentir en desniveles sencillos, lo que era mantener el equilibrio, cambiar el peso de una tabla a otra, sentir el hacer giros y comencé a disfrutar bajando. Primero la pista Grande con nieve fácil, y con el tiempo más complicadas, encarando pendientes importantes, y con cualquier tipo de nieve.
Ya más tarde, con 46 años, para la recuperación de mi accidente el traumatólogo me recomendó nadar. Mi nivel de nadar era de “usuario” y me mantenía a flote, pero nunca había nadado en serio. Por medio de mi alumno Chema Laspuertas, que, para sacar su oposición de bombero, había estado nadando, me presentó a su profesor de natación y me facilitó el poder asistir a la piscina donde él iba.
Y empecé a nadar. Me dieron las primeras indicaciones de cómo coordinar las brazadas con la respiración y reconozco mi torpeza y descoordinación de los primeros días, pero como estaba en juego mi recuperación física, insistí, y recuerdo que, en unas semanas, cuando hacía la calle de esa enorme piscina, que al principio tenía que parar varias veces, sentía como a cada brazada que ahora comenzaba a sentir, desplazaba el agua e iba ganando metros al fondo de la piscina, que era mi referencia.
Y estos recuerdos de mis comienzos con distintos deportes, me hace llegar a ciertas conclusiones y cuestiones:
Que, cuanto mejor llegamos a hacer una cosa, más nos gusta y nos satisface
¿Y qué, tenemos que hacer para llegar a hacer algo bien? Dedicar tiempo, tener interés y preocuparnos, y para ello tenemos que tener ganas de aprender, fijarnos en los buenos, tener unos referentes.
Y la conclusión con el Judo es que, cuanto más Judo hacemos, más nos gusta y conforme más fuerte hacemos, más fuerte nos gusta entrenarnos.
¿Pero qué es lo que nos gusta del Judo?
Cuando empezamos aprendemos movimientos, nos fijamos y tratamos de hacerlos. Dentro de nuestra progresión, aprendemos a hacer uchi komi, y al repetir vamos adquiriendo sensaciones. Y los movimientos nos empiezan a salir. Cuanto mejor los vamos haciendo, más nos gusta practicarlos, más los sentimos y más nos enganchan.
Y todo esto en el contexto en que se genera su práctica, los valores que encontramos de respeto, orden, disciplina, esfuerzo, y los nuevos amigos que tratamos.
El psicólogo y pedagogo José Antonio Marina dice que:
“Sentirnos eficaces y sentirnos reconocidos, aceptados, y valorados son dos de las grandes necesidades del ser humano sea cual sea su edad”.
Y ese reconocimiento, aceptación y valoración, y la sensación de progresar, es lo que nos hace como judokas seguir adelante.
En los clubes los niños empiezan con 6 años, incluso antes. Y eso está bien. Ya han elegido su deporte. Hasta esa edad quizá solo hacen un día. Realizan más actividades y más deportes alrededor, y debe ser así. Se van formando, todo lo que hagan les ayuda a crecer física y mentalmente.
Pero con solo un día de Judo a la semana no se consigue siempre que el Judo se llegue a hacer importante en la vida del niño. La práctica de un día a la semana, puede estar bien, cuando son pequeños y para no perder el contacto, para decir que hace Judo, para pasar de grado a fin de curso, pero no para conseguir que el Judo llegue a gustarle de una forma seria. Con un día a la semana no adquiere forma y soltura para llegar a hacer fuerte, que es lo que de alguna manera se necesita para conseguir que el Judo le enganche.
Por eso poco a poco deberán pasar a hacer más sesiones para a base de práctica llegar a sentir los movimientos de verdad. Mi alumno David Crespo, que estudia psicología, me habla en esta progresión, de la necesidad del planteamiento de metas de manera personal.
Metas que pueden ser: el aprendizaje y práctica de los movimientos, el paso de cinto,
el ponerse y verse fuertes, el hecho de prepararse para competir y asistir a competiciones, el sentirse valorados, más competentes, mejores…
Y entrenándose todos los días, el Judo pasa a hacerse importante en la vida del judoka, y a formar parte de su vida.
Cuando terminando este artículo lo comento con mi alumno Saúl Crespo, me dice que durante el aprendizaje piensa que es importante la motivación. Desde la más pequeña, como es un gesto o una palabra de aprobación del Profesor durante la sesión ante una actuación suya, hasta la consecución de una de las metas nombradas antes.
Y al llegar a casa busco en el libro “La magia de leer” de José Antonio Marina, que habla de las claves de la motivación. Y dice que el objetivo de la motivación es suscitar deseos, y para eso hay que:
-Contagiar nuestro entusiasmo mediante una retórica, apasionada y tenaz
“El entusiasmo se transmite como una promesa de felicidad. Cuando una persona nos explica elocuente y apasionadamente sus aficiones, nos permite descubrir posibilidades donde no creíamos que hubiera ninguna”.
-Proporcionar adecuados ejemplos. Los humanos tienden a imitar a las personas a las que admiran y por las que desean ser aceptadas.
-Repetir comportamientos, disfrutar sentirse queridos, aceptados por el grupo
-Tratar de crear hábitos. Los hábitos son grandes productores de deseos. Gracias a ellos educamos las aficiones.
-Crear argumentos: Razonamientos que provoquen deseos, sentimientos y conductas valiosas.
Y concluye con que, facilitar la realización anima a actuar. Y siguiendo esta estrategia de motivación, los Profesores de Judo tenemos que conseguir suscitar deseos.