José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo
Tienes que estar orgulloso maestro, dice mi alumno David Crespo.
David Crespo, estudia psicología y ha terminado el curso de manera impecable. El pasado mes de junio obtuvo también su 4º dan de Judo.
Y me plantea ese tema de que tengo que estar orgulloso, cuando hablamos el día antes de irse de vacaciones una semana a la playa, y se refiere a la trayectoria del club en casi 50 años, y a la situación y forma de conducirse de los más de 200 cintos negros que han salido del club. Y me apostilla como responsable imprescindible en ese escenario.
Lo pienso y le digo que no se si orgulloso es la palabra. No se si es orgullo lo que siento. Tampoco se, hasta qué punto soy tan responsable. Los responsables principales son ellos mismos, sus padres y sus familias.
El Judo e indirectamente los Profesores, es un hecho que, hemos podido influir en sus vidas, y en ese aspecto si que podemos sentir nuestro punto de orgullo.
Aunque no se si de orgullo. Yo, cuando pienso en mis alumnos, conozco su situación, y veo como resuelven su vida, reconozco que esa realidad me tranquiliza, y tengo que admitir que, de alguna manera, me hace estar contento, y me hace sentir feliz.
Y llegando a casa, después de estar con David, sin poder quitármelo de la cabeza, recordando la conversación busco estas definiciones en el diccionario y encuentro:
Orgullo: exceso de estimación propia, vanidad, sentimiento elevado de la propia dignidad. Y orgulloso: que siente orgullo, satisfacción.
Feliz: que siente felicidad. Y felicidad: estado de ánimo de la persona alegre y satisfecha por la situación que vive.
Y me reitero en mis sensaciones, de que, cuando pienso en mis alumnos, me siento tranquilo, contento y feliz.
Y entiendo que la responsabilidad principal es de sus familias y de su entorno, y que, en este caso al decidirse a practicar Judo, parte de esa responsabilidad se la adjudicamos al Judo y a sus Profesores, ya que, presumo de la influencia que tiene el Judo en nuestro judoka, creando hábitos, educando actitudes y aprovechando sus aptitudes: motoras, mentales, físicas, técnicas, psicológicas y de relación para conseguir un desarrollo integral.
Así que después de analizar y pensar en todo esto, tengo que admitir, y dar la razón a David, y reconocer como orgullo, lo que los Profesores de Judo sentimos por nuestros alumnos. Porque:
Sentimos orgullo cuando aprendiendo los movimientos, comienzan a salirles.
Sentimos orgullo cuando vemos que van entendiendo cómo debe ser su comportamiento en el club y en las sesiones, que van ampliando a otras facetas de su vida.
Sentimos orgullo cuando los vemos crecer, y van madurando y cambiando de grado.
Sentimos orgullo cuando comienzan a competir y ganan sus primeros combates.
Sentimos un orgullo especial cuando obtienen el cinto negro y cada vez que, después de un intenso trabajo, asumen un nuevo dan.
Sentimos orgullo, cuando si compiten, se proclaman vencedores en torneos y competiciones.
Sentimos orgullo, cuando vemos como se conducen con arreglo a unas normas, donde ponen de manifiesto y evidencian que practican Judo.
Sentimos orgullo cuando vemos como forjan amistades y se ayudan entre compañeros, dentro y fuera del tatami, (amistad y prosperidad mutua).
Sentimos orgullo cuando al terminar sus estudios, empiezan un trabajo.
Sentimos orgullo cuando los vemos a veces “peleando” con situaciones complicadas en su trabajo, y otras veces que, realizados, disfrutan trabajando y en ocasiones hasta te cuentan que, “se lo pasan en grande”.
Y sentimos orgullo cuando reconocen la influencia y lo que la práctica del Judo ha hecho de ellos, en ellos, y con ellos.
Y volvemos a sentir orgullo y mucho cariño cuando son capaces de expresar sus sentimientos y haciéndolo, consiguen emocionarnos y que se nos forme un nudo en la garganta que nos impide hablar…
En definitiva…, que sí…, que sentimos orgullo.