José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

Me comentaba un día de este mes de junio pasado, mi alumno Sergio Gayan, segundo dan de Judo, actual director en una entidad bancaria, que ahora no practica Judo, pero que, durante años y durante todo su vida de estudiante lo hizo, que su hijo David ahora con quince años el martes decidió no acudir a su clase de Judo, porque ya…, total…, cómo es fin de curso…

Sergio Gayan es de los papás que, admite que su hijo David esté metido en muchas actividades, pero quiere que David practique Judo, y no ve mal que solo le dedique una sola sesión a la semana.

En mi artículo Mas sesiones de Judo a la semana decía:

“Algunos padres, como los niños tienen otras actividades, les parece que, si el niño que ha empezado de pequeño con un día, sigue con un día a la semana, mantiene su relación con el Judo, seguirá pasando de cinto, no perderá el año y el Judo irá entrando en su vida.

Pero no es así. Con un día a la semana, a los Profesores de Judo nos resulta complicado que el Judo llegue a gustarle. Para conseguir que algo nos guste, tenemos que llegar a hacerlo bien. Algo nos gusta porque lo dominamos y haciendo Judo un día a la semana nos va resultar difícil dominar nada. El niño que solo hace Judo un día a la semana, se va dando cuenta de su “torpeza” con relación a los que practican dos días, se empieza a encontrar desfasado. Empieza a no encontrarse a gusto y termina dejándolo.”

Y entiendo que es así. Y a los Profesores de Judo nos cuesta conseguir “enganchar” a un niño que solo lo tenemos con nosotros y hace Judo una hora a la semana.

Pensando y analizando el porqué a mí me gustaba el Judo y por qué le gustaba a Sergio acudir a entrenarse y practicar Judo. Y llegué a la conclusión de que aparte de acabar de descubrir un deporte donde aprendíamos a caer, tirar y pelear, era por los amigos con los que, caíamos, tirábamos y peleábamos, y que nos apetecía ver y estar con ellos.

Acudir al club, fomenta la amistad de nuestros niños y favorece la sociabilidad. Ver y tratar a los compañeros y juntarse cada día, ayuda en las relaciones del grupo de amigos. El Judo es el nexo, la excusa, porque a lo mejor el Judo, el hecho de aprender y practicar los movimientos, llega, a no parecernos lo más importante, pero cuando vamos al club, vamos, porque nos vamos a encontrar y vamos a hacer todo esto, con nuestros amigos.

Todos los Profesores hemos pasado por temporadas con unas camadas de alumnos muy buenas, con resultados en competición que nos sorprendían. Esas camadas surgían de un grupo de alumnos que se hacían amigos, participaban en competiciones y se entrenaban con un objetivo en común.

Objetivo que solía ser de competición, de ganar combates, por lo que, los Profesores nos veíamos obligados a programar y realizar más entrenamientos, entrenar más fuerte, lo que les hacía estar más tiempo juntos, trabajar juntos la preparación física, hacer visitas a otros clubes para entrenar fuera, asistir a competiciones, a cursos en verano, vivir más tiempo juntos, tratarse más, conocerse mejor, en definitiva, a hacerse amigos.

Y un club de Judo va viviendo esas fases, y se va consolidando con esos grupos de amigos que se van formando, de esas camadas de judokas que van saliendo, que se entrenan, que se mueven, y que se llegan a querer:

“Amistad y prosperidad mutua”, es uno de los enunciados de Jigoro Kano.

Recuerdo cuando yo empecé ya hace 50 años. Yo iba al club a hacer Judo. Poco a poco se fue conformando mi grupo de amigos. Yo Judo no sabía, pero allí me encontraba con mis amigos, practicábamos y me encontraba bien. Con la excusa de hacer más Judo quedábamos para entrenar fuera de las sesiones.

El Judo iba entrando en nosotros, el trato llevaba a conocernos más, lo que nos hacía estar a gusto.

Después de los entrenamientos nos íbamos juntos a casa, hablando de Judo y de más cosas. Y el Judo nos seguía marcando.

Para practicar y entrenarnos más, quedábamos a entrenar los fines de semana o en vacaciones, nuestra amistad se iba consolidando, y el Judo nos seguía marcando. Y hacíamos Judo, mucho más Judo y muchas veces Judo, lo que nos facilitaba el conocernos.

Hay quien queda habitualmente con sus amigos para salir los fines de semana de juerga, para alternar, comer, cenar o tomar algo. Nosotros quedábamos para hacer Judo. Lo que no quita para que después de los entrenamientos, de vuelta para casa, fuésemos a tomar algo y así aumentar el tiempo de conocernos más y de seguir juntos.

Y nuestros alumnos, vienen al club, acuden a los entrenamientos, en un primer momento por practicar Judo, pero finalmente vienen  porque se van a encontrar con sus  amigos.

Amistad que se forja con el trato, la relación, el contacto, con el conocimiento entre ellos. Cuando conocemos de vista a una persona, nos da un poco igual.

Cuando lo conocemos más, hemos hablado con él, sabemos de su vida, de sus inquietudes, sus problemas, lo vamos integrando en nuestra vida, y lo empezamos a querer. Cuando nos damos cuenta de que nuestro objetivo es el mismo, queremos estar otra vez con él y queremos volver a verlo

Y nos gusta saber de su vida, de su progresión, de cómo se resuelve, y en alguna forma esta relación la vamos forjando en las sesiones de Judo, por eso esperamos con impaciencia la sesión de Judo, por los amigos.