Y es lo que  nos toca ver a veces a los profesores, un alumno que parece que hace algo pero que no sirve, dedica un tiempo a… nada. 

Me recuerda mi alumno Sergio Gañan,  2º dan, director en una sucursal bancaria, cuando con 15, 16 años se juntaba en la sesión con su amigo Chema Laspuertas, “mi bombero”, y  no paraban de hablar y enredar. Yo molesto, les decía: ¡Para hacer así, aprovechad mejor la tarde, iros al cine!   

Porque hacían que parecía que hacían pero no hacían nada.

Los profesores de Judo, como todos tenemos nuestra vida. Una vida con sus historias y problemas. A veces llegamos a impartir la sesión y no podemos apartarlos de la cabeza.

Pero tenemos que estar, y hacer nuestro trabajo

Recuerdo en mis tiempos de colegio cuando en ocasiones un profesor llegaba a clase y nos sorprendía con un “ejercicio o un examen sorpresa”, o decidía dedicar el tiempo de la clase a “tiempo de estudio”. Nosotros nos dedicábamos a estudiar y él tenía su tiempo. Siempre estaba presente, corregía ejercicios, leía, vigilaba, pero tenía tiempo para pensar en sus cosas…

Un trabajo manual en una cadena, se hace con mayor o menor estado de ánimo, pero sin que esto normalmente influya en su resultado.

Nosotros en el momento que tenemos que impartir nuestra sesión, tenemos que centrarnos e igual que decimos a nuestros alumnos, que no es hacer por hacer, tenemos que aplicarnos el cuento y pensar que no es pasar por pasar el hecho de dar la clase.

Los profesores de Judo podemos llegar al momento de impartir la sesión, mejor o peor, con más o menos ganas, pero tenemos una responsabilidad para con nuestros alumnos.

En cuanto a como tenemos que centrarnos en nuestros alumnos. Ellos vienen con más o menos ganas y podrán hacer más o menos pero nosotros tenemos que estar motivados al nivel que precisen, concienciados e ilusionados tener preparados los contenidos a trabajar.

Lo ideal es tener en cada grupo por quien preocuparnos… sentir ganas de verlos. Ganas de tenerlos, de enseñarles, de verles hacer, de ver como evolucionan, de ver como se van impregnando de Judo.

Buscar la motivación específica en el trabajo de cada grupo. En cada clase conseguir unos alumnos que nos motiven con su trabajo: los que se preparan para competir, los que preparan un paso de grado, los que vienen simplemente porque les gusta el Judo, por practicar Judo por hacer deporte, por disfrutar con sus amigos, y el hecho de notar la progresión de cada uno, nos hace afrontar la sesión con más ganas.

A principio de curso, me pasa todos los años, después de mucho tiempo sin haberles visto cuando el grupo de judokas comienza a incorporarse y aparecen primero “los más fieles”, los siento alrededor, ¡qué momento!

Y hay que empezar y les digo: no hay que hacerlo todo hoy, tenemos todo un curso por delante…

Y cuando empezamos a trabajar, tenemos que tener todos claro, ellos y nosotros, que: “no es hacer por hacer”.