José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

Hemos pasado muchos días preparando el club este verano, llega final de agosto y aquí estamos. Dispuestos a afrontar un año más. Otra temporada. A esperar que vengan nuestros niños, nuestra gente. Nuevas incorporaciones a quienes involucrar en el Judo, y seguir una vez más en la brecha. Y primavera, verano, otoño, invierno, primavera… Tratar con papás, niños, alumnos… a lidiar situaciones, solucionar problemas… ¡a jugar…!
Oigo conversaciones de compañeros, de gente, de amigos, de alumnos que hablan de jubilarse, y que comentan: “llevo 40 años”, “ya llevo 30 cotizando…”.

Nosotros llevamos desde 1977. Y son 46 años, que ya son años. Pero como nos hace ilusión llegar en activo a los 50, y celebrar el 50 aniversario del club, trataremos de llegar a esa fecha, y estar como mínimo hasta el 2027, que haremos los cincuenta.

Y para ello, día a día. Ahora tenemos que resistir este próximo curso. Un nuevo curso en que tendremos que cuidar y proteger el club, mantener las clases y tratar de conservar la ilusión y las ganas de hacer Judo. Nuestras ganas y las de nuestros alumnos. Controlar quién se va a poder examinar para pasar de dan, hacérselo saber y empezar a trabajar en consecuencia. Ver quién está interesado en competir, reconocer y estudiar qué posibilidades tenemos, y trabajar para ello.

Y hacer de cada sesión un objetivo. Que acabemos enteros y bien, cargados de endorfinas y de buenas sensaciones. Nosotros y nuestros alumnos. Que nuestros alumnos sientan que el esfuerzo realizado, tiene su recompensa, y que al terminar podamos oír: “¡Que bueno maestro, no hay nada comparado con esta sensación!”, “que ganas tenía…”, qué falta me hacía esto…”.

Para ello determinar sus actuaciones y los contenidos en cada sesión, dependiendo de su preparación, de su nivel, conseguir que todos puedan hacer y disfrutar. Que se sientan a gusto. Que se sientan motivados por volver. Que noten su progresión, y que quieran seguir viniendo. Que se encuentren bien.

Con los pequeños, que, descubriendo el Judo, se diviertan y se sientan importantes. Que esperen con ganas el día que toca Judo y que sientan el club, su Profesor y sus compañeros como uno de los momentos más importante de la semana.

Que el club resulte un lugar de encuentro con sus amigos de Judo. Que reconozcan su grupo de amigos en el Judo. Que entiendan que aprenden con todo lo que hacen, y que, con ello, se sientan a gusto.

Una pregunta recurrente de sus padres cuando vienen a buscarlos es: ¿Lo has pasado bien?
Y entiendo que los papas traen al niño, porque pretenden que aprenda Judo, y esperan que el niño disfrute con la actividad, que se lo pase bien.

Y nosotros tenemos que conseguir que el niño se encuentre bien, se divierta y se sienta importante. Pero que se encuentre bien cumpliendo las normas que la practica de Judo comporta y que nosotros tenemos que cuidar que se cumplan. Y que el niño cumpliendo “normas”, lo que en ocasiones parecería impensable, contra todo pronostico, se lo pase bien.

Y nuestro alumno aprecia lo que cada día en el Judo va encontrando. Porque al niño en el fondo le gusta que exista un orden, y hasta el que resulta menos ordenado, en el fondo le gustaría no mostrarse así, y en el tatami y en las sesiones, encuentra ese orden al “vestirse de Judo”, pasar al tatami, con el ritual del saludo al entrar y en fila para al empezar, saludar, y para atender a las explicaciones y seguir las indicaciones del Profesor.

Y le gusta que se exija respeto. Siente que se le respeta y en consecuencia aprende a respetar, y esto le da confianza. Y finalmente, aunque a veces no lo parezca le gusta obedecer. Se siente bien cuando obedece. Le gusta oír que, cuando hace bien las cosas, se le reconozca. Y sentir que lo que hace bien, es bueno para él y para el grupo. Y si para ello, hay que saludar, estar bien sentado, no hablar, no molestar, hacer caso al Profesor, correr cuando hay que correr, saltar cuando hay que saltar, caer cuando hay que caer, tirar cuando hay que tirar, pelear cuando hay que pelear y guerrear cuando hay que guerrear, lo hace.

Y nosotros que, pasados estos primeros días de curso y primeros días de incertidumbre, vamos viendo como nuestros alumnos van volviendo, como aparecen y goteando alumnos nuevos, (a los que debemos prestar especial atención por su “responsabilidad” en que se produzcan nuevas incorporaciones), vemos como la rueda comienza ponerse en movimiento, y vamos mitigando esa preocupación y calmando esa sensación de ansiedad.

Y siempre con dudas de que si lo estaremos haciendo bien. Si al ir haciéndonos mayores, resultaremos algo aburridos, repetitivos, y si nuestros alumnos nos seguirán aguantando.

Y en ocasiones, nosotros pensamos y nos da la impresión de que hacemos siempre lo mismo en las sesiones, y a lo mejor es así. Pero para que se produzca la progresión en Judo, para llegar a conocer, hacer bien y sentir los movimientos, hay que repetirlos muchas veces, y nuestras sesiones se basan en repetir, repetir y repetir.

Y a nosotros, como somos siempre los mismos, nos puede parecer repetitivo, pero en nuestras clases, los grupos de alumnos no son los mismos, y van cambiando. Y si son los mismos, de un día para otro, vienen de distinta manera, y muchas veces con otra actitud. O con la idea de volver a hacer, repetir y practicar aquello que les resultó grato y quieren repetir, o que no les salió, y que se quedaron con ganas de hacer y probar otra vez.

Y a nosotros nos resulta gratificante, cuando vemos que se empiezan a mover, que el calentamiento hace su efecto, que los ponemos en marcha, y que los movimientos les comienzan a salir y a fluir con normalidad.

Y lo que más suelen apreciar nuestros alumnos, es el respeto, el orden, y la obediencia que rodea su vida en el Judo, que sienten durante las sesiones y de la que entienden cuando ya forman parte y comienzan a hacerse responsables.

Lo que les gusta y proporciona tranquilidad, así como conocer las rutinas y normas que todos vamos a contemplar, y las nuevas que vamos incorporando y van conociendo.

Saber cómo tienen que conducirse en cada momento, y tener la seguridad de que todos, en el club y durante las sesiones van a hacer igual.

Y asumir y entender como el Judo, a base de sensaciones, van incorporando en cada momento, en sus movimientos, en sus acciones, en su mente, en su forma de pensar y de conducirse, en el trato con sus compañeros, y de alguna manera en su vida.

En definitiva: una forma de ser