José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

Antes era raro ver un judoka con cinturón rojo blanco.

Cuando yo empecé a hacer Judo, hace ya más de 50 años no era habitual ver un cinto de ese color.

Y no es que no fuera habitual. Es que, en nuestro país, exceptuando el japonés Kiyoshi Mizuno, contratado por la Federación de lucha, tras la salida de Ives Klein como Director Técnico, no había ninguno.

En España, en 1972, yo ya era cinto azul, los grados más altos eran 5º danes, y había cinco: Fernando Franco, José Pons, Henri Birbaum, Roland Burger y Matsurao Takeda.

De estos cinco yo conocí a dos cuando ya fueron 6ºs danes. Roland Burger en Madrid y a Henri Birbaum en Barcelona.

A Birbaum lo tuve de Profesor de la asignatura de kata en mis cursos de titulación y los dos formaban parte del tribunal en el paso de grado, cuando obtuvimos el 1º dan en Barcelona, mis amigos Manolo Hernández, Jesús García Palacin y yo, en diciembre de 1974.

A José Pons lo conocí y hablé con él, en el club Sant Jordi, en una ocasión en que participé con mis alumnos en un entrenamiento dirigido por el japonés Yoshimasa Yamashita que durante un tiempo permaneció en el Sant Jordi. Pero fuera del tatami, no vestido de colores.

Y entonces como no existían, podíamos decir que, un rojo blanco en el panorama nacional, era una “rara avis”.

Yo obtuve el 6º dan al final del siglo pasado, en diciembre de 1999. Y ahora ya somos muchos. Ya nos hemos acostumbrado a en cualquier situación ver aparecer profesores con su cinto de colores.

Recuerdo hace años, sería en el 89, 90 o 91, en el curso de Alicante que Sergio Cardell impartía en el Judo club de la calle Rigoberto Ferrer, la aparición con su cinto rojo blanco del francés Flerchinger. El impacto que nos producía a todos, que hubiera alguien con ese nivel entre nosotros.

Recién pasado a 6º dan, yo no me veía con el rojo blanco, y estuve mucho tiempo que no me lo puse. De hecho, para tratar de entender mi situación escribí en 2012 un artículo que titulé: “Mi cinto negro tiene este color”, y que Jesús Asensio subió en Arajudo.

En algunos párrafos decía:

“Quizá también porque los antiguos y grandes lo lucían, y lo hemos mitificado e identificado con los grandes no nos parece que tengamos su nivel ni que seamos merecedores de llevarlo.

Un judoka aprende y adquiere una determinada forma de Judo en los primeros años en que practica Judo y se va formando. Conforme sube de grado, asiste a cursos, sigue practicando, adquiere conocimientos y se sigue formando.

Un alto grado es la consecuencia del paso del tiempo estando en activo. Entrenándose, impartiendo clases, asistiendo a cursos, arbitrando… Se juzga su nivel en el momento del examinarse, pero cuando se le promociona para un alto grado se tiene en cuenta la experiencia y la “sabiduría de Judo” que ha acumulado y le ha proporcionado tantos años “de servicio”.

Yo quizá he sido de los más reticentes en el momento de lucir el cinto rojo blanco. No se si por modestia o por discreción. Seguro que por lo segundo porque yo no soy modesto. Me gusta como al que más que se me reconozcan y se valoren mis méritos cuando los tengo. Pero reconozco que no me gusta llamar la atención. Y en ocasiones no estamos acostumbrados a ver cintos de dos colores y entre muchos cintos negros un rojo blanco destaca y llama la atención.

Además quizá tengo mitificado el cinto rojo blanco porque de joven tenía y leía “Mi método de Judo” de Kawaishi que era séptimo dan. Y los primeros rojo blancos que hubo en España fueron los maestros Roland Burger en Madrid y Henri Birnbaum en Barcelona, que tuve la fortuna de conocer cuando como judoka empezaba a formarme. Los veía mayores, me impresionaba lo que parecían saber, y a los dos seguía con curiosidad.

Va a hacer catorce años desde que soy 6º dan y puedo llevar ese color, y solo lo he hecho en contadas ocasiones. Una de las primeras veces fue el maestro José Luís de Frutos el primer día en una concentración en Pontevedra que se quitó su cinto (llevaba el rojo blanco), me pidió el mío y lo intercambiamos durante la sesión.

El Judo en España es relativamente joven y quizá no estamos acostumbrados. A algunos profesores esto no les dice nada porque desde que lo obtuvieron lo llevan siempre. Pero a muchos nos pasa que al habérselo visto puesto a personajes históricos tenemos sobrevalorado el cinto rojo blanco, y lo hemos de alguna manera mitificado.

Tenemos que tratar de desmitificar el cinto color rojo blanco. El rojo blanco tiene que ser un color más en la escala de los cinturones.

Por eso partir de ahora después de haber reflexionado sobre el tema, olvidaos de verme con cinto negro. Ahora no imparto muchas clases, ni hago mucho, pero lo poco que hago…ahora es en colores. Como dice mi amigo Raúl Merino, el profesor de Judo solo con estar ya está trabajando…

En la clase de pequeños evitaré la pregunta, cuando señalando mi cinto negro un niño me diga ¿tu tienes danes?, después de haber oído en casa algún comentario.

Os animo a todos a hacer del cinto rojo blanco un color que veamos y hagamos ver con normalidad en las sesiones en los clubes y en los cursos. Vistámoslo todos los que podemos hacerlo y vistámonos siempre de colores cuando nos pongamos el judogi.

Yo ya lo estoy haciendo. Y cuando un pequeño me pregunte: ¿y tú porqué llevas este cinto, trataré de explicarle que mi cinto negro tiene este color.

Esto lo escribí en 2012, y ya hace 10 años que llevo vistiendo el cinto rojo blanco a diario.

Y de rojo blanco he impartido clases en el club, participado en seminarios en distintas Autonomías y asistido a cursos. Y de alguna manera he contribuido a que se viera normal, y a hacer de ese color un cinto más. En la actualidad, nadie se extraña de ver un Profesor de Judo con el cinto de dos colores.

Pero este curso, he decidido que, en mí día a día, voy a llevar el cinto negro.

¿Ya no te pones el rojo blanco?  Me pregunta mi amigo y alumno Toño Gil, la primera mañana que viene y ve que voy de oscuro. Mi alumno Jorge Monge por la tarde me pregunta: ¿Qué ha pasado con tu cinto?

Y les tengo que explicar que me encuentro más cómodo con mi cinto negro de siempre. El rojo blanco es más ancho, más duro, me resulta como una faja.

Y además con el cinto negro siento que paso más inadvertido. Me veo menos disfrazado, con menos responsabilidad y me identifico más y mejor con mis alumnos.

Las veces que he estado en Japón, en las universidades, los Profesores que a veces son sextos, séptimos y octavos danes, normalmente visten de negro.

Solo en las ceremonias y eventos importantes se ponen de gala.

Y no por ello son mejores ni peores, ni tienen más o menos nivel.

Tampoco nadie en Japón, y menos un Profesor, lleva un cinto raído, cómo esos cintos negros casi blancos desgastados por el uso que llevamos algunos con orgullo por aquí.

Mi amigo Raúl Merino comenta que cada uno tenemos nuestras razones, y todas seguro que, tienen su fundamento, para llevar o no llevar el cinto rojo blanco.

Yo en su momento no me veía, luego decidí que tenía que ayudar a desmitificarlo y en diez años, no me lo he quitado.

Ahora con mi cinto negro me siento más cómodo