Recuerdo una vez que salí con mis amigos de Judo que acabamos muy tarde y llegando a casa decidí que no iba a madrugar al día siguiente y que daría plantón a los matutinos. Cualquiera de ellos el día que quería faltaba, y decidí que no me levantaría. Y no me levanté y les di plantón pero no dormí más y no me aprovechó nada, porque me desperté y estuve sin poder dormir con el remordimiento de que no estaba cumpliendo con mi obligación.
Nos ha pasado alguna vez a todos. Nos entretenemos, llegamos justos, incluso tarde, y ya están los niños en el tatami “a su aire”, nos cuesta reconducir la situación y empezamos la sesión de otra manera. Lo cierto es que cumplimos, posiblemente nadie lo nota, pero nos damos cuenta de que no lo hacemos igual, de que nos cuesta más “centrarnos” que cuando vamos con tiempo, vemos llegar a nuestros niños y dirigimos el cotarro desde el principio.
¿No te parece muy pronto? Me dicen en ocasiones mis alumnos cuando estamos programando un viaje para participar o presenciar una competición e indico la hora de salida. Reconozco que soy previsor y trato de prever todos los posibles contratiempos que puedan surgir.
Y me toman el pelo
Luego llegamos y llegamos muchas veces los primeros y toca esperar. Alguna vez me he encontrado solo en el pabellón, con el personal de organización ultimando los preparativos y observo como va llegando la gente. Asisto a cómo cada delegación con sus competidores y entrenadores se van ubicando en la grada destinada para ellos, como los federativos se dirigen a sus mesas y los árbitros conforme llegan, se van juntando para luego tener su reunión y el público que comienza a ocupar las gradas. Y cuando todo está dispuesto ese ver como se ha generado todo, me produce una sensación de controlar lo que está pasando.
Recuerdo las veces que he asistido al Torneo de Paris con amigos y alumnos. Nos hemos tratado de alojar siempre en las inmediaciones del Polideportivo (antes el Pierre de Coubertin, ahora es en Berçy), por cierto que en el Pierre de Coubertin resultó campeón mi Sergio Doménech en 1998 en un día en que derrochando fluencia le salía todo.
En París siempre me ha gustado y he hecho madrugar a mis compañeros de viaje porque el espectáculo en sí, comienza al punto de la mañana en los alrededores del polideportivo. El ambiente que se crea, la gente mítica, importantes del Judo que puedes ver y te puedes encontrar allí, también amigos españoles y conocidos de cualquier nacionalidad, hace que el espectáculo con la llegada de los autocares de las expediciones al punto de la mañana, comience fuera del pabellón en las inmediaciones del Berçy.
Una vez abierto el pabellón, instalado en tu lugar sin haber comenzado la competición el espectáculo sigue. La zona reservada a los vips se va llenando de históricos del Judo europeo y mundial.
Y es Paris, no tengo ninguna obligación y soy un espectador más. Pero he estado fuera y asistido a la llegada de competidores, he visto donde se ha colocado cada delegación, he presenciado como se ha llenado el pabellón, creo saber donde están todos y donde está todo y eso me da una sensación de controlar la situación.
Cuando quedo con gente en mi vida ordinaria siempre suelo llegar pronto. Hay un dicho que dice que “las personas se acuerdan de los defectos de la gente que le hace esperar”. En mi caso como soy yo el que el que llega pronto y como soy yo el que decido esperar, hasta la hora fijada, no me importa. Prefiero esperar a ir con prisa o llegar tarde.
Escribe Saint Exupery en el Principito
Dice el zorro al Principito: “Hubiese sido mejor venir a la misma hora. Si vienes por ejemplo, a las 4 de la tarde, comenzaré a ser feliz desde las tres. Cuanto más avance la hora más feliz me sentiré”.
No me ha costado nunca madrugar. Es más me ha gustado siempre madrugar.
Me pasa como en Berçy si llego el primero tengo sensación de control.
Por las mañanas antes de la sesión con los matutinos, sobre las seis y poco, llega mi amigo y alumno José Antonio Gil al club y juntos vamos a tomar el primer café de la jornada. Andando por una calle vacía en un barrio silencioso, aun dormido, camino del bar, nos sentimos los dueños del barrio, controlando la situación.
Recuerdo en Madrid, algún judoka leyendo esto se sentirá aludido, en alguna concentración cuando era convocado también el equipo junior, coincidía con judokas que volvían al hotel cuando yo salía…
Y hablando de controlar la situación en el ámbito del Judo.
En las sesiones tiene que existir una disciplina. Los profesores tenemos que ser capaces de controlar la sesión. Y en la clase tiene que haber dos tipos, de normas: social, (educación básica, respeto, higiene…), y la necesaria para que la práctica y progresión en Judo se produzca. Si somos capaces de establecer estas normas y conseguir que se cumplan tendremos controlada la situación.
En los entrenamientos, como el grupo esta enseñado es más fácil. Las normas sociales se sobreentienden y solo nos queda marcar las pautas para que el entrenamiento se produzca y seguirlas.
En las competiciones. Recuerdo allá por los 90, cuando con un grupo de competidores trabajábamos con el psicólogo Fernando Gimeno, que una de las cosas que nos pareció importante era visitar previamente el pabellón para familiarizarse, conocer el lugar donde se iba a celebrar todo, saber donde se encuentra la zona de calentamiento, el acceso al tapiz, donde habría que estar y tratar de tener controladas todas las variables posibles.
El día de la competición tener prevista la llegada al pabellón. Saber la hora aproximada de realizar el primer combate. Tener previsto el compañero para calentar y el tipo de calentamiento. Preparar agua y alimentos.
Como entrenador saber que voy a poder acceder, qué voy a necesitar y donde voy a poder estar. En definitiva hasta donde depende solo de nosotros tener controlada la situación. Ya llegará el momento del combate en que el rival tratará de descontrolar toda nuestra preparación para hacerse con la victoria y entonces toca manifestar a nuestro judoka su saber hacer y demostrar lo que ha entrenado, su preparación y su capacidad de resolver.
Pero hasta donde solo dependa de nosotros, tenemos que tratar de controlar la situación.