José Antonio Sánchez Gandoy
8º Dan de judo

Junto a la figura de Jigoro Kano, fundador del judo, crecieron historias y vidas que han posibilitado que el Judo sea hoy el más famoso arte marcial de cuantos han existido. En este arte existen unos grados que indican el nivel de habilidad o conocimientos y son reconocidos por el color de los cinturones. Esos grados dentro de los cinturones de color negro se llaman danes.

En nuestro deporte la “joya de la Corona” como acertadamente la bautizó el maestro Fermín Oyaga, cinturón rojo blanco 8º dan, es el examen y obtención del CINTURÓN NEGRO. Es la primera de la metas importantes en la vida de un judoka aunque no todos pueden conseguirlo. Es obligación de federaciones y maestros proteger la forma de obtener tan valioso grado.

Jigoro Kano no tenía ningún dan. Estaba al margen del rango de los danes. Él los otorgaba.

Jamás existió un dan superior al 10º aunque no existe un límite de dan.

Hasta el 5º dan el cinturón es de color negro. Los 6º, 7º y 8º danes son bicolores a cuadros blanco-rojo. Los 9º y 10 dan son de color rojo. Los 10 danes no llevan traje negro y cinturón blanco sino judogi blanco y cinturón rojo tal como especifica Kodokan Judo.

El cinturón negro se puede utilizar en el tatami con cualquier categoría de dan.

En todo el planeta existe esta categoría y tal vez no sea demasiado conocido quienes fueron los primeros cinturones negros que existieron en el mundo. A dos de los alumnos directos del maestro Kano les cabe tal honor: Shiro Saigo y Tsunejiro Tomita.

Shiro Saigo:

Muchos hombres tuvieron un protagonismo excepcional dentro de este método de defensa y entre todos ellos, quizás el mas emblemático haya sido Shiro Saigo, que fue el primer cinturón negro, junto con Tsunejiro Tomita, cuya vida ayudó a proyectar y engrandecer esta nueva disciplina marcial. Él fue escogido por el maestro Kano para plasmar en combate tal como lo había concebido la eficacia del Judo-Kodokan que años atrás había creado.

En el Japón de la época existían los retos y las luchas entre escuelas de ju-jitsu y el judo también se vió inmerso en algunas que a la postre resultaron decisivas en ciertos aspectos.

S. Saigo, formaba parte del equipo de competidores que Kodokan presentaba para enfrentarse a otros métodos de lucha. Saigo asumió la responsabilidad de imponer la superioridad del judo en cada una de las competiciones en las que se enfrentaba a variados y expertos luchadores del ju-jutsu. Sus combates contra las mejores escuelas y sus distintos estilos, siempre tuvieron el mismo resultado. Derrotadas por el emergente poder del nuevo judo. Así, entre los alumnos del maestro Kano, se resaltaban cada vez con más fuerza los triunfos contundentes del excepcional judoka Saigo que sumaba victorias con una gran técnica.

Shiro Saigo: Este judoka nació el 04 de febrero de 1866 en el pueblo de Aisu. Su nombre, Shida Shiro, (Shiro «cuarto hijo»), llegó a Tokyo en 1881 donde fue adoptado por una familia de la que tomó el apellido Saigo y siguió practicando el ju-jutsu de la escuela «Tenshi Shinyo Ryu» con el maestro Inoue. Aunque algunas publicaciones dicen que fue en 1883 cuando conoció a Jigoro Kano, según el libro de Kodokan, en mayo de 1882 cuando Kano abrió su escuela con 12 colchonetas y nueve alumnos, Saigo ya era uno de esos nueve primeros alumnos y también comenzaba a mostrarse como uno de sus preferidos.

Joven especialmente dotado para el combate, a pesar de su corta estatura (rozaba el 1,50 m, pero debemos tener en cuenta que en esos tiempos la estatura media japonesa estaba sobre 1,60 m), consiguió victorias de todo tipo derrotando a rivales casi siempre mucho mas corpulentos. Fueron los continuos éxitos obtenidos en sus peleas ante estos expertos los que comenzaron a forjar su leyenda. Historia que sobrepasó fronteras llegando a ser un conocido personaje en aquel Japón.

Uno de los triunfos relevantes lo alcanzó ante una escuela de ju-jutsu que varias veces había retado a los judokas de Kano. Como este no contestaba a sus desafíos, los ju-jutsukas se acercaron directamente al Kodokan con la pretensión de vencer al judo en su propia casa. Jigoro Kano les recibió amablemente y aceptó la invitación, designando de inmediato al judoka que se enfrentaría al famoso campeón de ju-jutsu, Sakujiro Yokohama, apodado «Oni», (demonio) de complexión formidable, mucho más pesado, más fuerte y más alto. Temible luchador.

Según los documentos de esos tiempos pactadas las reglas se iniciaron los combates. El más esperado de todos ellos era el de Saigo contra Yokohama y el combate lo relatan las crónicas del momento de la siguiente manera:
» … Confiado, Yokohama avanzó con energía hacia Saigo, pero de inmediato fue derribado por un aplastante yama-arashi. Encorajinado, de nuevo se lanzó contra él y un barrido volvió a proyectarle. Una vez tras otra Saigo con «yama-harashi» su movimiento especial conseguía derribar al ju-jutsuka.»

Esta secuencia se repitió muchas veces durante el combate, hasta que finalmente el propio Yokohama, agotado, se declaró vencido al pronunciar la palabra «maitta» (me rindo) tras casi treinta minutos de lucha». Pasado un tiempo Yokohama, pidió ser aceptado como alumno en el Kodokan-Judo, donde fue admitido.

Entre 1883 y 1887 tuvieron lugar la mayoría de confrontaciones y fue especialmente decisiva la que enfrentó a Kodokan-Judo contra expertos de la escuela de Tosuka ju-jutsu donde se libraron 15 combates. El judo se proclamó vencedor en trece de ellos y los otros dos fueron combates nulos. La superioridad mostrada siempre por Kodokan sobre los existentes métodos de lucha fue entonces reconocida por sus adversarios y a partir de ese momento la propia policía japonesa adoptó sin reservas el naciente Judo como su Arte Marcial de Defensa.

El ju-jutsu, comenzó a sufrir entonces un traumático declive.

Después, Jigoro Kano, que incluso llegó a ser presidente de la organización Butokukai de Artes Marciales, impulsó el judo desde todas las esferas posibles hasta convertirlo en deporte obligatorio en la enseñanza. Entonces el Kodokan- Institute tomó un plano privilegiado en la enseñanza, en la cultura y en la sociedad.

Al mismo tiempo, la figura de Saigo no dejaba de crecer popularmente entre la gente y comenzaron a divulgarse aún con más fuerza sus éxitos por todo Japón. Era el hombre a imitar por los adolescentes nipones y durante años fue considerado por todos como un símbolo a quien intentar emular. Gracias a su persona, como ocurre ahora con famosos deportistas, el judo multiplicó por cientos el número de jóvenes practicantes.

Paralelamente, el competidor Shiro Saigo, gozaba de un gran prestigio en Kodokan. Así, el propio Jigoro Kano durante uno de sus largos viajes a Europa le dejó al frente del Kodokan nombrándole director en 1888, lo que mostraba la enorme consideración y respeto que le profesaba, pues otros grandes senseis de Kodokan no habían gozado de tal honor.

Con el paso del tiempo el carácter indómito y demasiado activo de Saigo, le acercó a una vida difícil que marcó unos años oscuros en los que convivió con demasiados problemas personales. Esto le apartó definitivamente del judo y de Kodokan e hizo que en 1891 se retirase desde Tokyo a la ciudad de Nagasaki, donde volvió a practicar otras disciplinas como el kyudo, el aikydo, etc. en las que también se distinguió por su maestría. Allí rehízo su vida colaborando como crítico de artes marciales japonesas en un periódico de la ciudad.

Finalmente, el que fuera emblema y protagonista de excepción en este arte marcial y en su historia, falleció el 23 de noviembre de 1922, a los 56 años, alejado del judo con el grado de 5º Dan.
Cuando el fundador del judo, Jigoro Kano, se enteró de la muerte de quien había sido su excepcional judoka, le otorgó a título póstumo el grado de 6º Dan. (foto adjunta del diploma).

En una de las plazas de su ciudad, se levanta una estatua conmemorativa como homenaje permanente a este verdadero genio, brillante y excepcional judoka, que fue Shiro Saigo.

Cuando hablamos de Ju-Jutsu, Jiu-Jitsu o Ju-Jitsu, todos los términos empleados se refieren a la misma modalidad de lucha, aunque la forma genérica y la denominación más correcta para referirse a este arte marcial, sería la de «Ju-Jutsu», como referencia a las disciplinas del antiguo Japón.

Los organismos que entonces y en el futuro inmediato dirigían las artes marciales niponas, una vez creado el Kodokan, eran dos, el «Kosen» y el «Butokukai». En 1897 se creó el Butokukai, Asociación de Virtudes Marciales del Gran Japón (Escuela Nacional de Artes Marciales) con sede en Kyoto, de la que Jigoro Kano en 1889 llegó a ser presidente. El Kosen, la otra gran formación creada sobre 1900, agrupaba a los alumnos correspondientes a la Escuela Superior Profesional (estudios, artes, oficios, etc.) y eran expertos en la especialidad de ne-waza o judo suelo.

En el momento en que el JUDO ya gozaba de una gran expansión, gentes de otros esferas sociales como la cultura o el arte, se interesaron por él impulsándolo aún más e introduciéndole en altos niveles de la jerarquizada sociedad nipona. Por medio de su gran competidor Saigo, el judo se hizo altamente popular y jóvenes y adultos hablaban y se interesaban cada día por este arte marcial.

Tengamos en cuenta que el judo Kodokan, según cuenta su historia, a partir de 1884 y hasta 1886 hubo de hacer varias confrontaciones contra diversas escuelas de ju-jutsu y vencerlas ante los tribunales formados por los grandes maestros de la época para poder ser acogido como el verdadero arte marcial moderno. La policía japonesa, tras el Festival de Artes Marciales creado para tal fin y donde el Judo arrasó literalmente al resto de disciplinas de combate, lo instauró como defensa personal obligatoria para sus agentes y en 1886 se unió a las enseñanzas de Kodokan.

Posteriormente fueron creadas varias katas de judo de ataque y defensa tras la reunión durante varios días de los mejores maestros de artes marciales. Aún hoy perduran y son katas oficiales para los exámenes de Danes.

Tsunejiro Tomita:

Fue otra de las personas importantes en la historia del judo, ya que ha sido el primer alumno oficial del Kodokan y también el primero en alcanzar el rango de 7º Dan. Saigo y Tomita fueron compañeros de entrenamiento, amigos en Kodokan, y ambos el mismo día, los primeros cinturones negros de la historia. La unión de las dos personalidades, su amistad y las experiencias vividas posibilitaron que años después el judo llegase al gran público mediante un libro de enorme éxito en Japón.

El maestro Tsunejiro Tomita (personalidad preferente en el Kodokan de Kano) era uno de aquellos primeros nueve alumnos con los que Kano inició la andadura de su nueva disciplina. La gran personalidad a lo largo de sus extensas vivencias en los tatamis y su alto nivel técnico hizo que fuese ,junto con Saigo, el primer cinturón negro de judo de la historia. Es reconocido como uno de los pilares de Kodokan desde su existencia.

Jigoro Kano confió todo su judo y su organización a cuatro grandes y excepcionales maestros y Tsunejiro Tomita es uno de ellos.

Además en la vida de Tsunejiro Tomita coincidió un hecho excepcional que dió una espaldarazo vital para el judo y que fue protagonizado por uno de sus hijos, Tsuneo Tomita. Este, dedicado a las artes, era un brillante escritor que en pocos años terminó convirtiéndose en una personalidad de enorme rango en la cultura japonesa, su famosa obra «Shugata Sanshiro» o «Sanshiro Sugata» catapultó aún más este arte marcial en todo el Japón.

En este libro se desgranan, entre otras cosas, las vivencias de un joven que llegado de un pueblo a la ciudad pretende adentrarse en una nueva escuela de ju-jutusu y se encuentra con el naciente judo. El carácter, el honor, la perseverancia, etc, los valores que se presumían como esenciales para ser un maestro o discípulo de esta disciplina dan forma a una historia casi tomada de la realidad, en la que Tsuneo Tomita, documenta su relato contando casi de primera mano algunas secuencias personales de la vida de Saigo que a él le fueron relatadas por su padre y que sirvieron como referencia para describir al personaje ficticio del texto en una trama en torno a maestro y alumno.

La narración, (Posteriormente adaptada y llevada a la gran pantalla en 1943, por el mejor director de todos los tiempos del cine japonés, el oscarizado Akira Kurosawa en la que fue su primera película, al igual que su segunda versión «La Nueva Leyenda del Gran Judo», en 1945) cuenta tanto en el libro como en el film la historia de un joven que acude a la gran ciudad para ser maestro de judo, el contundente y nuevo método de Defensa Personal, que apareció en la escena de la lucha oriental ,y venciendolas, revolucionó absolutamente todas las artes marciales.

En esta película el maestro de Shugata Sanshiro se llama «Shogoro-Yano», en clara referencia a Jigoro Kano, creador de este arte marcial. El film desarrolla una historia que realmente existió en los primeros tiempos cuando el judo hubo de enfrentarse en combates durísimos a otras artes marciales para poder conseguir un lugar de privilegio. Pero en la película también se articula la vida personal de Shugata con decisiones en situaciones extremas, valor, humildad, honor, etc, en torno al judo.

Ambas personalidades, las de Saigo y Tomita, son algunos de los que hicieron posible la expansión del este método que desde su inicio no ha dejado de crecer hasta confirmarse como el arte marcial moderno que con el tiempo habría de llegar a millones y millones de practicantes en todo el mundo consiguiendo ser Deporte Olímpico desde 1964 y el arte de la Defensa Personal por excelencia.

El judo es disciplina obligatoria en los ciclos escolares en Japón y tiene fortísimos equipos universitarios con campeones mundiales y olímpicos.