Agradecí que me lo dijera y me encanta que mis alumnos transmitan eso porque si en algo nos esforzamos los profesores de Judo es en comunicar una forma de comportamiento. 

Instauramos e insistimos en unas rutinas  que pretendemos que lleguen a convertirse en hábitos, observamos el respeto a unas normas, tratamos de mantener un comportamiento adecuado, e intentamos inculcar en nuestros alumnos un espíritu de superación y en facilitar, mediante el respeto entre ellos, la tarea de hacerse amigos.

Entiendo que un judoka aparte de hacer bien Judo, debe caracterizarse por su forma de comportarse fuera del tapiz.

En mis clases infantiles, a mis alumnos les digo que hagan mejor o peor los movimientos ahora no tiene especial importancia. Si son constantes y siguen conmigo terminaran haciendo bien porque están en un buen grupo y tienen un “buen profesor…”

Personalmente me parece mucho más importante que se sepan comportar, que aprendan a saber estar, que mantengan un comportamiento adecuado para cada ocasión y que entiendan que practicar Judo va más allá que realizar movimientos y hacer randori.

Mi alumno Saúl Nafría imparte desde hace unos años unas clases en un colegio. A sus niños les pregunta a menudo: ¿qué somos?, y sus alumnos responden ilusionados ¡judokas!, lo que les hace sentirse especiales.

Lo que es evidente es que el practicar Judo tiene que suponer algo más que hacer un deporte. Ser judoka comprende practicar Judo pero  también implica una forma de actuar.

Porque de entre nuestros niños a todos no gustará competir y no todos serán competidores y de entre los que compitan muy pocos llegaran a ser campeones.

Pero si sabemos hacerlo, todos podrán aprender y practicar unas formas que les ayudaran en su vida. Les ayudará a aprender a respetar, a comprender, a resolverse, a saber estar, a ser judokas, y en definitiva a ser más felices.

 

Y que cuando en nuestros alumnos se haga evidente la influencia del Judo y les preguntemos como hace Saúl: ¿qué somos? nos puedan contestar con todo derecho y merecimiento como le contestan a él: ¡judokas!