José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

“Eres toda una institución”, me dice Alfonso al terminar satisfecho su segunda sesión con los matutinos.

Alfonso acaba de empezar a hacer Judo. Sus pequeños hacen Judo en el colegio con el Profesor de Judo Rubén Gil. Rubén Gil es alumno del veterano maestro Manolo Hernández, y es uno de los profesores jóvenes actuales más reputados, especialista en kime no kata que ahora se mueven por Aragón.

“Solo soy mayor, respondo”.

Por la tarde hablando con mi alumno José Luís Bautista, primer dan, me dice que le ha gustado el artículo “lo podemos hacer juntos” en el que nombro a Quique mi sobrino nieto, y de cómo el Judo le está ayudando a crecer.

Y José Luís ahora no practica Judo, pero analizando el artículo parece un profesional y me sale decirle: “Judo no haces ahora, pero mentalmente se ve que eres judoka,” y me dice: “es que he tenido muy buenos maestros”.

José Luís es peluquero, es nuestro peluquero, el de Jesús y el mío. Sus padres Valentín y María, que vivían cerca del club, tenían su peluquería al lado. Y trajeron a sus hijos José Luís y María Pilar a hacer Judo. Fueron pasando por las distintas clases dependiendo según los grupos de la edad, y pasaron por las manos de mi amigo y socio Jesús Sánchez y por las mías. Y nosotros en la peluquería, pasamos de las manos de Valentín su padre, a las de José Luís después.

Con estos dos piropos, el de Alfonso por la mañana y el de José Luís por la tarde, que me alegran el día, dispongo a enfrentarme a mis clases

Quedándome con la copla de lo que me ha dicho Alfonso, al llegar a casa cojo el Larousse y busco el significado de institución. Institución: cosa instituida.

Ser una institución: Ser alguien muy respetado y admirado por su antigüedad en una colectividad o por sus características o méritos.

Y aunque todos tengamos algo de institución en mayor o menor grado, en nuestro ámbito, y entre nuestros alumnos, diga lo que diga Alfonso, yo no me considero institución.

Porque pensando y pensando…, institución en España, Henri Birnbaum en Barcelona y Roland Burger en Madrid. Fueron los primeros cintos rojo-blancos que conocí y primeros responsables de la implantación del Judo en España.

Luego muchos más, algunos ya fallecidos que he conocido y admirado, otros en pleno rendimiento, pero que no voy a nombrar a ninguno, porque corro el riesgo de dejarme alguno. A muchos conozco, aprecio y quiero, y a todos entiendo que se les pueda considerar, porque además lo son, instituciones dentro el Judo español.

Y volviendo a mi sesión de matutinos donde se encuentra Alfonso: reconocer que el grupo, es un lujazo. Un grupo de en torno a una docena cuando están todos, y menos Daniel Serna que empezó hace tres temporadas y que ahora es cinto azul, aunque ya piensa en su primer dan, todos son primeros, segundos y terceros danes.. Este mes de septiembre se han incorporado otros dos, y los dos se llaman Carlos.

Un amarillo iniciado en Ávila y destinado ahora en Zaragoza, y un cinto verde que hizo Judo de jovencito con mi amigo Carlos García en el colegio, y que de alguna manera rejuvenecen, animan y le dan “color” al grupo.

Y como llevo haciendo en mis clases, desde que me reincorporé tras mi accidente hace más de 20 años, a cada momento de trabajo les hago cambiar de pareja. La relación entre ellos es más fácil, se conocen más rápido y la progresión es mayor.

Para estos nuevos, tener a su alrededor y poder trabajar con los que tienen un nivel de danes, les hace progresar y entenderlo todo más rápido. Observo que, en cada cambio, todos aportan y ofrecen un detalle para perfeccionar o corregir un movimiento.

Y me viene a la cabeza un artículo que escribí en 2011, hace el número 94 que Jesús Asensio colgó en Arajudo y que titulé: “Hacer de los alumnos profesores”

94.- Hacer de los alumnos profesores.

Comenzado el curso e implicados en las clases comenzamos a conocer a nuestros nuevos alumnos.

Y vuelta a empezar… nos volvemos a encontrar en ocasiones con pequeños niños hiperactivos, a veces insolentes y no muy bien educados con los que tenemos que empezar a bregar y a integrar en el grupo.

Cuando el grupo está hecho y bien conducido resulta más fácil. Si son prácticamente todos nuevos a veces cuesta más. No tienen un modelo para que, los que se incorporan, puedan imitar.

Inmerso en esta problemática volví a leer el otro día la reflexión “cuando un niño nos complica la clase”, y me hizo bien el hecho de leerla porque me recordó ideas y pensamientos que los profesores de Judo nos vemos obligados a manejar.

Y soy yo el que la escribí, pero fue hace tiempo (marzo de 2010), y no es que ahora me guíe por distintos parámetros pero recordarla me vino bien y me pareció una muy buena reflexión.

Ya se que no está bien que sea yo el que lo diga. Mi socio Jesús Sánchez, me llamaría al orden, pero la leí, me pareció buena y me ayudó a plantear una clase de un grupo que contaba con un par de niños “particulares”.

Cuando los profesores vamos a impartir una sesión, pensando en el niño que tenemos y que nos la va a complicar, vamos a disgusto pensando que sin ese niño el grupo estaría mejor.

A veces vamos predispuestos a enfrentarnos con él porque damos por sentado que su comportamiento no va a ser el adecuado.

Si antes leemos el apartado que expongo a continuación, nos puede ayudar a encarar la clase de otra manera.

Esto es lo que decía en “cuando un niño nos complica la clase”…

“Muchas veces al niño molesto que nos hace la clase imposible, tendemos a orillarlo y obviarlo, y en realidad lo que tenemos que hacer es todo lo contrario.

Al niño inseguro y con cierto complejo que busca llamar la atención, pienso que hay que dotarle de un cierto protagonismo. Pero el protagonismo se lo tenemos que dar nosotros y no permitir que se lo tome él cuando quiera. Y para ello, nos tenemos que fijar en sus facultades y explotarlas. De alguna manera reafirmarlo y delante de todos poner en evidencia sus cualidades, que a partir de ese momento, él se va a preocupar de potenciar…

En cuanto se da cuenta de que contamos con él, de que se le tiene en cuenta en el grupo, resulta mucho más fácil conseguir que nos haga caso y su comportamiento empieza a cambiar.

Es muy fácil, llegar a querer al niño que se porta bien, que te hace caso, te entiende y que además hace bien Judo, con éste normalmente nunca tendremos problemas. El tema es llegar a querer y llevarse bien con el que te hace la vida imposible, con el que no pone nada de su parte, y es para ese, para el que hay que buscar la solución”.

Me agobiaba la otra mañana pensando en una clase que debía afrontar por la tarde y leyendo esto llegué a la sesión motivado, pensando y repitiéndome el slogan de, ¡…a por ellos, oe…! que empleaba el judoka avilesino Hugo Burgos cuando él, de competidor júnior y yo como entrenador, nos movíamos por torneos internacionales y debido al fútbol se había puesto de moda.

La última parte de esta reflexión terminaba con las estrategias para motivar que indica el pedagogo y educador, el profesor Bernabé Tierno.

La última dice “hacer de los alumnos profesores:

Nada motiva tanto ni desarrolla de manera más directa la capacidad de aprender, que el hecho de enseñar a otros lo que ya sabes o estás aprendiendo”

Y es emocionante ver como alguno de estos “que te complican la clase”, cuando lo pones a trabajar con un nuevo o uno más pequeño y le das la responsabilidad de ayudarle a aprender o a practicar un movimiento o una parte de un movimiento, (siempre supervisando de lejos su actuación), como cambia su actitud.

Señalar como cuando en el grupo existen diferentes niveles, el judoka de mayor nivel se interesa, se esfuerza y ayuda al de menor nivel para conseguir que aprenda y perfeccione sus movimientos.

También motiva ver como un alumno adulto, al que le costó pasar a primer dan, porque le costó memorizar los fundamentos, perfeccionar las técnicas para que tuvieran un nivel digno de presentarlas en el examen, como ahora, cuando se pone con un cinto marrón que está preparando su examen, pone todo su empeño y esfuerzo en ayudarle y conseguir lo que a él tanto le costó.

Así surge sin querer en la clase y en el grupo la aplicación de uno de los principios básicos del Judo: “Amistad y prosperidad mutua”.

Y la oportunidad de hacer surgir esta máxima, es lo que muchas veces conseguimos los Profesores de Judo haciendo uso de la última estrategia de Bernabé Tierno, “hacer de los alumnos profesores…”

15-11-11

Y volviendo a leer “hacer de los alumnos profesores”, me viene a la cabeza, cuando hace pocas sesiones, mi sobrino nieto Quique, con cinco años, se esforzaba por ayudar a que un compañero que se estrenaba ese día, aprendiera a coordinar en o soto gari.

Y entresaco los párrafos que dicen:

“Señalar como cuando en el grupo existen diferentes niveles, el judoka de mayor nivel se interesa, se esfuerza y ayuda al de menor nivel para conseguir que aprenda y perfeccione sus movimientos.

También motiva ver como un alumno adulto, al que le costó pasar a primer dan, porque le costó memorizar los fundamentos, perfeccionar las técnicas para que tuvieran un nivel digno de presentarlas en el examen, como ahora, cuando se pone con un cinto marrón que está preparando su examen, pone todo su empeño y esfuerzo en ayudarle y conseguir lo que a él tanto le costó”.

Y ese contacto y esa progresión mutua y ese cuidado que se tienen entre ellos es lo que hace que el grupo se consolide y progrese.

Esta misma mañana hablando con mi amigo y socio Jesús Sánchez me comenta que se ha incorporado esta semana, en su sesión de alevines un pequeño que solo habla ruso, pero que afortunadamente Jesús desde el año pasado tiene un ucraniano, Bogdan, totalmente integrado, que en cuanto ha llegado se ha responsabilizado de traducirle y ayudarle.

Y Quique con su nuevo compañero, Bogdan con su compatriota ruso, y estos veteranos que se ayudan entre ellos, y que, sin saberlo, colaboran con nosotros, son un ejemplo de judokas que, durante la sesión, ayudan a sus compañeros a aprender los movimientos.

Y esta es una forma de trabajo que hemos asimilado e instituido a través de la experiencia que dan muchos años al “pie del cañón”, de muchas sesiones impartidas, y que de alguna manera, si no todos, muchos Profesores empleamos.

Todos los Profesores sabemos que en una sesión con un nivel de danes la progresión para los que se incorporan es más rápida, que entre cintos negros la progresión resulta más fácil.

Y aun en una sesión como es esta de la mañana, sin grandes pretensiones, donde el objetivo es hacer ejercicio al punto de la mañana, practicar las técnicas de Judo, impregnados y mamando el ambiente que se genera, de donde sales, como dice el procurador Carlos Berdejo, ahora 2º dan, y pensando ya en su 3º, preparándose para la mañana que va a tener que lidiar en su despacho y en los Juzgados: “Sales cansado físicamente, pero con el cerebro preparado para todo…”

O como se sienten, y nos dicen muchas veces nuestros alumnos cuando, cargados de endorfinas, terminan un entrenamiento: “La sensación que se tiene después de un entrenamiento de Judo no se obtiene haciendo ningún otro deporte.”

Y eso que se consigue practicando Judo, lo consigue el Judo y no porque seamos instituciones que, a lo mejor también, nosotros simplemente, somos mayores…