En su momento escribí un artículo que titulé “hasta cuando” y en unos párrafos decía:

“Pero, ¿hasta cuando se puede considerar que un profesor de Judo está capacitado para seguir impartiendo clases de Judo? ¿Hasta cuando es competente explicando Judo? Y ¿a quién? ¿A niños? ¿A adultos? ¿A profesores? ¿Mientras tenga alumnos?

¿Mientras pueda demostrar? ¿Mientras pueda transmitir? ¿Hay una edad límite para impartir clases? ¿Es para todos igual?  

¿Quién tiene que decirle que lo deje ya? ¿Tiene que darse cuenta solo? ¿Se lo tienen que decir sus alumnos? ¿Sus amigos?”

“En todo este tiempo el Profesor de Judo ha aprendido más, sabe como hay que hacer las cosas, lo que sucede es que cada vez puede demostrar menos como él quisiera. El profesor de Judo que en su momento se entrenó, se preocupó por aprender, por hacer bien los movimientos de Judo para poder trasmitirlos choca ahora con la imposibilidad física de poder demostrar como a él le gustaría.”

El artículo “hasta cuando”, resultó controvertido y hubo quien opinó al respecto. Jesús Asensio me paso los comentarios que le llegaron y el de Carlos Montero me pareció acertado y entrañable y por ello lo pongo a continuación porque no se si fue entonces divulgado como corresponde.

 

Comentario de Carlos Montero:

No he podido resistirme ante la última reflexión del Maestro Guedea. Se pregunta hasta cuándo deben permanecer activos los más mayores, aquellos que fueron jóvenes profesores de judo y han dedicado toda su vida a enseñar lo que saben. Permíteme querido José Ángel que te de mi humilde opinión: “hasta que vosotros queráis, que ojala sea muchísimo tiempo”. 

Se cuestiona la capacidad de los “mayores” para demostrar técnicas o gestos por la falta de capacidades físicas, pero no me cabe duda que la “demostración” no es más que una herramienta para transmitir el conocimiento, y que existen muchas más igualmente válidas. Ser capaz de proponer al alumno un problema, creando esa inquietud que le suponga un reto, y dando las directrices más correctas para que se desarrolle con éxito por parte del alumno… ¿acaso no es igual o más válido a la hora de transmitir judo? Cada cosa tiene lo suyo, pero a buen seguro cuando uno no puede demostrar tiene fotos, vídeos de uno mismo o de otro deportista, dibujos o un sempai con oficio que suplen la necesidad de que el maestro de una determinada edad, se vea en la obligación de hacer un gesto imposible. Pero, ¿es que enseñar judo se reduce a enseñar técnicas de proyección, inmovilizaciones, luxaciones o estrangulaciones? No quiero resultar impertinente, pero creo que a estas alturas a nadie se le escapa la intrascendencia de esto, y sobre todo a determinados niveles de dominio deportivo.

¿Quién nos va a enseñar a saber estar en un tatami? ¿Quién enseña a los jóvenes los valores que nos diferencian de tantas otras disciplinas? ¿Quién transmite con su mera presencia las actitudes que conducen al judoca a un triunfo seguro en la vida, más allá de ganar o perder un combate? Evidentemente los maestros a los que hacía referencia José Ángel Guedea. Ojalá tuviera yo la suerte que tienen tus alumnos José Ángel, y pudiera contar con mi maestro, José Luís De Frutos, al que hago referencia cada día. Algunos dirán que soy un pesado cuando en cada presentación en un congreso o curso de judo recuerdo a José Luís como el verdadero artífice de lo que van a ver. Él me transmitió, más allá de su capacidad a la hora de ejecutar movimientos de judo, lo que significa luchar por un objetivo, ser tenaz, exigente conmigo mismo, constante, respetuoso, elocuente, realista, sincero, honorable y un sinfín de cuestiones más que yo sigo intentando cada día en busca de una excelencia personal, profesional y deportiva de la que aún me encuentro muy lejos. 

Entiendo que cada uno tenemos una función dentro de este equipo que formamos los judocas españoles, y que tenemos mucho camino que andar si queremos situarnos en la élite deportiva mundial, pero también en la élite social a la hora de hacer valer nuestra disciplina deportiva en la sociedad en la que vivimos, donde decir “soy judoca” no supone el impacto de decir lo mismo en países como Japón o Francia. Necesitamos a los grandes maestros como vosotros, por eso en el Club Miriam Blasco donde trabajo, mimamos lo que podemos a nuestra joya, José Alberto Valverde, porque sin él, sin vosotros, todos salimos perdiendo. Dejemos que los jóvenes empujen fuerte, derrochen la energía que a otros les falta. Pero dejemos también que los “mayores” nos enseñen el camino, tal y como dicta el propio judo. Hagamos cada uno lo posible por ser mejores en nuestro espacio, y contribuyamos así a lograr un espacio mejor para todos nosotros ante los demás. Si los “mayores” demuestran y ejecutan las técnicas mejor que los jóvenes, mala señal. Si los jóvenes intentan apartar a los “carcas” (según su argot) porque ya no valen para nada… auguro un mal viaje para todos. Entendamos el judo como un deporte de equipo y aceptemos cada uno nuestro propio rol, sólo así creceremos juntos y honraremos la memoria de tantos que lucharon por este deporte.

Carlos Montero – 30-12-11 

 

Pero en el artículo “hasta cuando” me refería al profesor. El Profesor entiendo como indica Carlos, que puede aguantar mucho tiempo impartiendo clases, comunicando experiencias y transmitiendo valores. 

Cuando se desenvuelve como entrenador es otra historia. En todos los aspectos de la vida hay una edad para cada cosa. La naturaleza es muy sabia. Los hijos se tienen cuando se puede luchar por ellos. 

Y el profesor de Judo cuando actúa como entrenador tiene sus fases.

En un primer momento, acaba de terminar su fase como competidor y para él el Judo es la competición. Imparte sus clases y prepara los entrenamientos en función de conseguir resultados, anima a sus alumnos a competir, los lleva, los trae, se mueve con ellos y todo es competición.

Y que aunque se obtengan resultados, esos resultados por importantes que sean, son eso, resultados y que en nuestro deporte que es el Judo no tienen especial relevancia. 

Porque no hablamos de futbol ni de un deporte donde se barajen cifras económicas relevantes. El profesor checoslovaco Vladimir Barta en un curso comentaba que su compañero de equipo y amigo, el competidor Sosna decía: “si hay dinero yo gano”

Conforme pasan los años y nos vamos haciendo mayores nos damos cuenta de que cada paso adelante en competición es más complicado, que cada vez resulta más difícil y que no es posible ganar siempre. Incluso en un mismo nivel, cada competición es distinta y el mejor judoka, tiene un mal día.

Pasan los años y nos volvemos más “miedosos”. Conocer más a nuestros alumnos, hace que los miremos de otra forma, “nos volvemos más padres”, tememos por ellos y nuestra mayor preocupación es que estén bien.

Por otra parte empezamos a notar falta de empuje, falta de ganas e ilusión por los resultados. Nos ilusionamos con nuestros alumnos, con ellos y por ellos. Nos motivamos y nos desenvolvemos más soltura que nunca en las clases y en los entrenamientos. Pero quizá notamos que hemos perdido capacidad de motivar para conseguir que se entrenen y para que se entrenen con mayor intensidad y más fuerte. 

Y damos importancia a otras cosas. Anteponemos su salud, su educación y tenemos presente su futuro. Sentimos que la vida es más que Judo y que el Judo les tiene que ayudar a cumplir con sus objetivos.

Me preguntaba en unas Jornadas en Torrelavega el profesor catalán Pablo Saez de Vital Esport de Tarragona “nuestra misión es ¿crear campeones o formar personas?”

Y evidentemente la respuesta es ayudar a que nuestros judokas se formen como personas.

Y mediante la práctica de Judo incluida su fase de competición, nos queda la satisfacción personal y el orgullo de ver a nuestro judoka  contento, sabiendo cumplir, resolver y crecer. En definitiva madurar.

En mis años de colegio un profesor comentaba que había padres que decían. “Si mi hijo saca buenas notas es porque es bueno, si suspende es porque el profesor es malo”

En nuestro mundo pasa parecido, si nuestro judoka gana es porque es bueno y si pierde es porque el entrenador… algo no hace bien…

El paso del tiempo y la actividad pone a todos en su sitio. A los competidores en su lugar en el podio, con sus vivencias y con sus resultados deportivos. Al entrenador lo deja con su historial y el palmarés de sus judokas…, al profesor con su vida, sus alumnos, su evolución y su legado…

¿Pero ellos? ¿Qué quieren?

Cuando son niños y jóvenes resultados inmediatos, competir y ganar. Y después por supuesto siempre ganar aunque no siempre son capaces de poner los medios para lograrlo.

Y competir no es complicado, pero ganar… nunca es fácil y cuesta conseguirlo.

Porque el judoka cuando decide competir y pretende tener resultados tiene que tener una fuerte determinación. La determinación es la voluntad firme de lograr los objetivos marcados. 

“El que algo quiere algo le cuesta”. Resulta duro pero es así. La seguridad que da a un judoka un trabajo de resistencia bien hecho en el momento de competir es innegable. 

Y el trabajo de resistencia no se improvisa. Ni tampoco el de fuerza y mucho menos el de Judo. “Los incendios de verano se apagan en invierno”. Y la preparación lleva su tiempo.

Y es por lo que un judoka que quiera sacar resultados deberá correr todos los días, deberá dedicar un tiempo a su entrenamiento de preparación física todos los días y deberá hacer Judo todos los días. Uchi komi, trabajo específico de competición en pie y suelo y un tiempo importante de randori. 

Y todos entendemos que es duro, pero es así. Y entendemos que es difícil, pero es así. Entendemos que implica mucho tiempo pero es así. ¿Qué tiempo?, ¿en qué momento?  ¿a qué hora…? Hay que organizar la jornada, instaurar rutinas para poder hacer todo… porque además el judoka tiene una familia y tiene que vivir, tiene sus estudios, tiene que ir a clase o al trabajo, tiene sus amigos y sus relaciones, necesita su tiempo de ocio y de descanso, y hay que valorar…

Que resulta: ¿Complicado? ¿Duro? ¿Difícil? ¿Cansado?  ¿Aburrido? ¿Rutinario?

Seguro que si, pero “el que algo quiere algo le cuesta…”

Y sin contar que en el camino podemos encontrar a veces el peaje de las lesiones, donde tenemos que poner todo nuestro empeño en tratar de evitarlo y no pasar por él. 

Y después de escribir los contenidos anteriormente expuestos, que me han servido como terapia ante los resultados del sector, me resulta más sencillo entender toda la situación y “tratar de asimilar”…