José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo – Árbitro Nacional – Maestro Entrenador Nacional
Lo que un adulto entendería como respeto y obediencia…
Pero hablar de respeto y obediencia a niños de cuatro años es complicado. No molestar y hacer caso es algo que entienden mejor.
¡José!, Rocío me está “chinchando”, dice Paula sorprendiéndonos con ese léxico a los cinco años, cuando Rocío desde lejos le hace muecas o indicaciones que posiblemente no debería hacer. Chinchar, sinónimo de molestar o hacer enfadar… ¡Rocío que no hay que chinchar!, indico…
¿Qué dijimos que es lo más importante que tenemos que hacer en una clase de Judo? Y alguno de los más enterados ya responde: no molestar y hacer caso…
“La obediencia si no es pronta no es obediencia”, decía mi madre cuando ante alguna indicación suya, nos hacíamos los remolones, tardábamos en hacerle caso o no cumplíamos.
Los Profesores de Judo, las indicaciones que damos no las damos porque sí. Las damos por que tenemos una responsabilidad de que todo salga bien y llevamos muchos años, hemos vivido muchas situaciones y sabemos lo que puede pasar haciendo las cosas de una determinada manera u otra.
Lo que tenemos que tener claro y lo primero que tenemos que comunicar es que durante las sesiones tienen que existir unas normas de juego que son: respeto, orden y obediencia. Que dicho así parece duro… y quizá no hay que decirlo, aunque si demostrarlo.
Porque si de salida notan que el Profesor les trata con respeto, entenderán que no pueden responder de otro modo. Si les hacemos entender con nuestro ejemplo que hay que respetar por igual a sus compañeros, sus pertenencias, el material del club, la sala…, deducirán como tienen que proceder ellos.
Si les hacemos ver que un orden para hacer las cosas facilita el desarrollo de la sesión y el aprendizaje…, intentaran ser ordenados
Y si conseguimos que comprendan que hay que hacer caso al Profesor, que hay que obedecer siempre para que las cosas salgan bien y todo vaya mejor…, acabaran obedeciendo.
Estas tres normas de juego una vez aplicadas harán aflorar cualidades como responsabilidad, colaboración, voluntad, afán de superación, que darán lugar a un conjunto de valores tan importantes como son la amistad, la gratitud, la lealtad, la sinceridad, la paciencia, la tolerancia, valores de los que siempre presumimos que poseemos, (y es así), los que practicamos Judo.
Estamos a final de curso, ya se han examinado y todos ostentan orgullosos su nuevo color.
Tengo que explicarles que el color del cinto significa que conocen un número determinado de técnicas, pero que el color del cinto tiene que significar mucho más: una forma de ser y una forma de estar.
Una forma de ser dentro del tatami, el color del cinto es una responsabilidad ante los nuevos y cintos más bajos, y una forma de ser y una forma de estar fuera del tatami, haciendo gala de los valores de los que hemos hablado antes, y que de alguna manera tenemos siempre que destacar los judokas.
¡Qué majos son tus chicos! Dice María José Soria, primer dan y árbitro, alumna de mi amigo y alumno Juan Antonio Blasco en La Almunia de Doña Godina, antes del examen de primer dan, refiriéndose a Paul Mihai y David Biesa, con los que ha estado hablando, lo que me llena de orgullo y reafirma lo que pienso de ellos y entiendo que “el Judo algo tendrá que ver…”
Cuando observamos como se desarrolla una sesión, para un Profesor de Judo, “para un experto”, no necesitaríamos que los participantes llevaran puesto su cinto para conocer su nivel. Por como se conducen, por como se mueven y por como realizan las técnicas podríamos adivinar sin temor a equivocarnos el nivel de cada uno.
Hace unos días ya en junio, un adulto para mi desconocido entra en el club. Pienso que es un padre, le pregunto a quién viene a buscar, y me dice que no, que viene a informarse para practicar él.
Esto en septiembre puede ser lo normal pero en pleno mes de junio…
Le explico las opciones que tiene de venir y que a lo mejor lo indicado sería empezar en septiembre.
Me explica que no. Que él ya practicó de jovencito en el colegio que llegó a cinto azul, que tiene un carné con un sello que lo justifica, y que quiere empezar ya. Cuando le hablo de horarios, me indica que el grupo que le vendría bien es de la mañana porque así luego se va a trabajar. Quedamos entonces que venga un día y que pruebe, y si le encaja que siga viniendo.
Aparece el primer miércoles insistiendo en su grado y con su antiguo carné para demostrarlo. Le digo que no necesita papeles, que se cambie y que luego hablamos.
Y entra en la sala con su cinto azul. Lo siento junto a mí en un banco que tenemos junto al tatami para hacerle un “primer interrogatorio”, y le digo que observe a sus compañeros que ya están haciendo, unos el nage no kata, otros uchi komi, y si recuerda y reconoce algo de lo que están haciendo.
Me dice que si y nombra algunos movimientos. Al preguntarle a qué se dedica, me dice que es abogado, que trabaja en un despacho cerca del club y que por eso le viene bien la hora de la mañana. Le digo que pase al tapiz, y comience a hacer uchi komi de los movimientos que recuerde.
Y como he dicho antes los Profesores no necesitamos carnés. Su nivel nos lo indica la forma en que se conduce y en como realiza los movimientos.
En este caso es correcto y se conduce con normalidad, se adapta al grupo y en cuanto los movimientos hay que entender que hace mucho que no practicaba… pero ya entrará.
Y no se como he hilado para llegar hasta aquí. He empezado con “el no molestar de Diego” y he llegado a la incorporación de un veterano en junio.
Y vuelvo a leer el texto para ver como he llegado: y ha sido con el examen realizado de fin de curso, el nuevo cinto obtenido y la responsabilidad que ello conlleva.
Porque conforme un judoka se vaya adentrando en el Judo y subiendo de nivel, más consciente será de la necesidad de escuchar y de hacer caso y por supuesto de no molestar.