José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

En nuestro club, desde hace muchos años, a parte de otros grupos, por nuestra organización, imparto yo las sesiones de los pequeños de 4, 5 y 6 años, y de los matutinos donde ninguno baja de los treinta estando la mayoría entre los cuarenta a los sesenta y muchos. Algunos de estos, ahora matutinos, en su momento, formaron parte de ese grupo de pequeños.

Y observo los comportamientos y formas de actuar de ellos y de sus acompañantes.
Los pequeños, evidentemente, vienen porque sus padres han decidido que el Judo les puede venir bien en muchos aspectos, y los han apuntado.

Y los traen sus padres, abuelos o familiares. Y constato como todos los pequeños son cuidados, queridos, protegidos y tratados de corregir cuando su conducta no es la adecuada, por sus mayores.

Y compruebo también, cuando al terminar la sesión, cómo, a alguno de los que, su comportamiento durante la sesión ha dejado mucho que desear, es acogido, querido, abrazado y mimado como si no hubiera un mañana.

Y me pregunto, si aquí se porta así, qué ¿no hará en casa? Y sin embargo abuelos, padres, que lo vienen a buscar, lo recogen con ese amor incondicional que caracteriza a los padres. Son los reyes de la casa. Los más queridos

Lo tengo comprobado por los pequeños que trato fuera del club. Pequeños de familiares, sobrinos, hijos de mis sobrinos, hijos de alumnos míos de Judo, niños de” mis niños”, que cuando traen al mundo un hijo, se convierte en su razón de ser. En lo más importante, en su objetivo de vida.

Y cuando veo hacer Judo en la sesión de los matutinos cuando están practicando, a ellos, ahora no los trae nadie, vienen, porque algunos llevan practicado Judo toda la vida, se encuentran a gusto en el club, forman parte de un grupo de amigos, se encuentran bien haciendo ejercicio con un deporte que conocen, que respetan, que les respeta, y que han llegado a entender.

Un deporte que les ha ayudado a crecer, a ser como son y a llegar donde han llegado. Una actividad que, en algunos casos, nunca han dejado o que de mayores han incorporado en sus vidas y que en la actualidad les gusta y les sigue ayudando.

A ellos ahora, no necesitan que los traigan, ni que los venga a buscar nadie, y pienso que en su momento ellos también fueron pequeños y razón de ser de sus mayores, porque todos hemos pasado por ser reyes de la casa.

Todos hemos sido importantes. A todos, en nuestra vida, nos han querido y cuidado. Nos han traído y llevado cuando ha hecho falta.

Mis matutinos también, en su momento habrán sido reyes de la casa. Y para nuestros padres, ya puede pasar el tiempo, podemos hacernos mayores, pero siempre nos verán como los pequeños que en un momento fuimos.

Los que tienen la fortuna de tener aún a sus padres, aunque hayan cambiado las tornas, y sean en muchos casos los que ahora cuidan de ellos, para ellos, sus hijos, los siguen viendo como los pequeños que tuvieron que cuidar y sacar adelante.

Yo también fui rey de la casa. En mi casa éramos cinco hermanos, y al igual, seguro que todos mis hermanos, siempre me sentí querido y especial, y no solo de pequeño, porque mi madre tenía y tuvo hasta el final, un cariño especial para cada uno y para todos, con el que conseguía hacernos sentir a todos como los reyes de la casa.

Los Profesores de Judo tenemos que tratar de conseguir, aunque a veces resulte difícil por lo complicado de las relaciones humanas, que nuestros alumnos, entendiendo los valores que emana el Judo de respeto, orden y obediencia se sientan en el club con confianza y de alguna manera, como cuando eran pequeños, como los reyes de la casa.