José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

Iniciado este nuevo curso, en la clase de pequeños se han incorporado cuatro niños más, de 5 años.

Cuando han entrado en el club el primer día, han entrado hablando a gritos con sus padres. Desde dentro intuyes que vienen nuevos, porque nadie “de la casa”, entra de esa manera. Los padres se han informado del horario de pequeños y vienen a que sus niños prueben.

Pasan a la sala, se descalzan, y antes de pisar el tapiz, les explico a los niños, delante de los padres, que allí no se grita, ni tampoco se habla sin necesidad, ni permiso. Allí vamos a hacer Judo y tenemos que hacer lo que dice el Profesor.

Asisten y ven, como los que van a ser sus compañeros de clase se van incorporando a la sala, saludan de manera ceremoniosa al pasar al tapiz y se sientan de manera ordenada en fila donde están acostumbrados. Si se saludan y hablan entre ellos lo hacen en voz baja, y esperan las instrucciones para empezar a moverse.

A “los nuevos”, que se van a incorporar, les explico y muestro el saludo que deben hacer y saludan de uno en uno. Hago las presentaciones, dicen su nombre y edad y pasan a engrosar la fila para realizar el saludo protocolario todos a la vez.
Y comenzamos la sesión.

Comento a los veteranos el cuidado que tenemos que tener con estos nuevos pues es su primer día de contacto con el Judo, y tendremos que tener paciencia, explicarles y ayudarles, para que puedan entender e integrar en el calentamiento, juegos y caídas.

Todos lo entienden pues han pasado por ese trance, y todos muestran voluntad por la labor. La sesión se desarrolla con normalidad. Los nuevos se suman al grupo, se les explica a todos que el Judo es un deporte de lucha, donde vamos a aprender unas técnicas para proyectar y controlar al contrario, y en consecuencia, como se nos va a tirar, antes tendremos que aprender a caer. Calentamos mediante carreras y juegos, y aprendemos y realizamos caídas y tratamos de iniciarnos con un movimiento en pie y otro en suelo, para luego como primer día poder realizar alguna “pelea” en el suelo.

Terminamos la sesión con el saludo en la fila, y salen del tapiz sin correr y saludando religiosamente.
¿Qué tal lo has pasado?, ¿te ha gustado? son las preguntas que no paro de oír, que hacen padres y familiares de estos nuevos, a sus retoños. “Muy chulo” responde alguno. “Me quiero apuntar” dice otro ¿Querrás volver, te apuntamos? Siguen preguntando.

Escucho los comentarios y aunque todos son favorables, les digo que no se precipiten. Que vengan de momento otro día, porque cómo decía mi madre, “amor de niño, agua en un cesto”, y lo que hoy ven blanco, mañana puede ser gris, incluso negro.

Y aun así por los comentarios que escucho, me siento contento por haber conseguido que a estos pequeños les haya gustado, y hayan salido contentos.
Y me viene a la memoria este artículo que en 2009 publiqué en Arajudo y que viene perfectamente a cuento, siendo consciente de que posiblemente, estos cuatro nuevos puedan arrastrar nuevas incorporaciones.

La importancia del nuevo (2009)

Muchas veces nos preguntamos que tipo de publicidad podemos hacer para incorporar más niños en nuestras clases. Solemos a principio de curso repartir publicidad, ponemos carteles y de alguna manera informamos de que vamos a empezar la actividad.

Aprovechando la Navidad o el fin de curso organizamos una exhibición donde los padres y amigos pueden conocer el Judo y ver la evolución y la progresión de sus hijos. A raíz de estas manifestaciones siempre suelen surgir nuevas altas que complementan el grupo, nos motivan y nos ayudan a seguir.

Alguna vez hemos pensado ¿cuál es la mejor forma de publicidad?

Un judoka en un grupo ya consolidado, que practica Judo hace tiempo, que ha integrado el Judo en su vida, y que en todo su entorno se conoce que practica esa actividad, se ha acostumbrado y el Judo forma parte de sus rutinas, de su actividad normal. El Judo influye en su personalidad y en su forma de actuar, le hace responsable con su vida, coherente en su manera de actuar y de alguna manera va manifestando las actitudes y todos los valores éticos de los que se va impregnado y que del Judo emanan.

Pero a corto plazo este no es el judoka que nos aporta nuevas inscripciones. El judoka que “mejor nos vende” es el nuevo, es el que acaba de comenzar a practicar Judo, el que acaba de descubrir el Judo, es el que mejor publicidad “puntual” va a hacer de nuestro deporte y de nuestra clase. Este nuevo que descubre las posibilidades que le brinda su cuerpo, para aprender a caer, para hacer movimientos con los que tirar, que se integra en un grupo, que hace nuevos amigos y descubre que necesita del otro y que necesitan de él para practicar, es el que entusiasmado en casa y entre sus amigos, que aun no hacen Judo, no parará de hablar de su descubrimiento y el “¿sabes que ahora hago Judo?”, será su frase habitual durante un tiempo y es el que hace la mejor publicidad en el momento.

Por eso es normal que una clase de un grupo de judokas consolidada en el tiempo, con un trabajo serio, constante y bien programado, con un buen ambiente de trabajo de Judo se mantenga en el tiempo aun sin tener nuevas incorporaciones.

Y por estas razones puede ser también que cuando nos entra uno nuevo, este novato cuenta entre sus amigos y familia su descubrimiento y de repente nos encontramos que en el grupo hemos tenido nuevas incorporaciones que bien dirigidos y cuidados forman un semillero importante con capacidad de arrastrar otras más.

Además, Estamos acostumbrados, y a veces no nos damos cuenta, “sin querer” o queriendo, en las clases y a través del Judo a fomentar y a transmitir unas formas, un modelo de comportamiento, una disciplina y unos valores que van empapando al judoka y que modelan su conducta.

A nosotros nos parece normal, pero el día en que entran en el club unos padres a informarse, se sorprenden al observar un grupo de judokas, jóvenes o no tan jóvenes en un ambiente donde priman las buenas maneras y que un silencio inusual, por la cantidad de practicantes, es el protagonista solo roto por el sonido típico de las caídas y la voz del profesor, en que los judokas agarrados evolucionan por el tapiz, donde el esfuerzo se siente y “se huele” y se observa en el “combate” un intercambio generoso y sincero de conocimientos en un ambiente distendido y disciplinado.

Y también nuestro judokas que imbuidos por las formas y los valores que “maman” día a día en el tapiz y en el club junto a sus compañeros comportan unos valores que no pueden ocultar y la frase de elogio que muchas veces oyen los padres de un judoka, por parte de otros padres cuyos hijos aun no hacen Judo “…es que tenéis un hijo…” “…claro es que vuestro hijo…” pasa a ser habitual.

Es por todo esto que el objetivo fundamental y más importante que nos tenemos que marcar siempre los profesores de Judo es que “la mejor propaganda de nuestro deporte y nuestra mejor carta de presentación sean nuestros propios alumnos”.

Hasta aquí el artículo de “la importancia del nuevo”. Cuando le cuento esta sesión a mi alumno, Saúl Crespo y le muestro “mi preocupación”, (bendita preocupación), porque en pocos días se puedan incorporar más pequeños, me dice que el boca a boca es la publicidad mayor y más rápida en todos los ámbitos.

Le digo que así lo entiendo yo también, pero que en definitiva, y lo que nos llena a los Profesores de Judo, como digo en el artículo, es que nuestra mejor carta de presentación, sean nuestros propios alumnos.