José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

Me comenta mi alumno Saúl Crespo, que ha terminado este curso pasado sus estudios de Administración y Dirección de Empresas, a raíz de contarle mí tarde del día anterior con los pequeñitos, la importancia del boca a boca, como forma importante de comunicación eficaz.

Las circunstancias fueron:
Manuela de seis años entró con sus padres en el club. Los padres de Manuela habían estado unos días antes preguntando, y se les había informado de la posibilidad de que viniera un día a probar, y vinieron.

Durante la espera, mientras iban llegando más pequeños, la madre comentó que, al enterarse los papás de un amiguito de Manuela, le habían preguntado, y que posiblemente aparecieran para probar, en las mismas condiciones que Manuela.

Y apareció Ángel, también de seis años con sus padres. Ángel, parecía llegar muy nervioso y no estar por la labor, pero al ver a Manuela, que ya conocía, parece ser que se tranquilizó y cambió de parecer.

Fueron llegando niños y pasaron a cambiarse. Ellos dos, solo a descalzarse, pues los primeros días cuando vienen a probar lo hacen en chandal.

Antes de saludar estando todos sentados en la fila, los presenté.
Se llaman Manuela y Ángel y van a hacer hoy Judo con nosotros, para ver si les gusta.

Esta situación la conocen bien, porque prácticamente todos la han sufrido y se sienten identificados con ese momento.

Advertí que, en el tiempo de calentar, tenían que tener especial cuidado con ellos, porque al ser su primer día, no estaban acostumbrados a correr descalzos por el tatami, no conocen la sala, ni están acostumbrados a los juegos de Judo ni ejercicios de calentamiento.

Que tendríamos que enseñarles a caer y a hacer los primeros movimientos, pero que sobre todo teníamos que cuidarles y tener especial atención con ellos.

Y con estas premisas, el grupo respondió. Todos trataban de dar ejemplo, de explicar como tenían que saludar, como sentarse, en el momento de enseñar a como caer, cada uno demostraba como lo hacía, y valoraban como Manuela y Ángel lo iban haciendo, y su progresión.

Pregunté qué movimiento pensaban que podía ser el más indicado para empezar, y por clara mayoría, decidimos que sería o soto gari.

Y empezamos con o soto gari. Hicieron varios cambios y Manuela y Ángel recibieron indicaciones de todos sus compañeros, y llegaron a poder iniciarse con ese movimiento.

El suelo nos estrenamos con yoko shiho gatame. Para empezar a esa edad, me parece la inmovilización más “Light”, y después “lucharon” en el suelo por conseguir estar encima e inmovilizar.

Terminó la sesión, y tras el saludo, salieron del tatami y mientras se calzaban junto a sus padres, Ángel preguntaba, ¿Volveremos otro día? Yo si me quiero apuntar, decía Manuela.

Y los padres contentos de ver como sus niños habían encajado con la actividad, se volvían hacia el secretario de club tratando de formalizar la inscripción.

No os precipitéis. Que vengan más días, y cuando estén más decididos, ya los apuntaréis entonces, les dije yo, y feliz sobre todo por como se habían conducido mis niños que, con la llegada de Manuela y Ángel, aprovecharon mejor la sesión y demostraron un comportamiento modélico del que poder “chulear”.

Y pensando después y viendo el entusiasmo de los dos pequeños y la ilusión en sus padres, pensé que, en esta semana, que Manuela y Ángel van a estar esperando el día que toca volver a hacer Judo, no será raro que tengan algún amigo, que después de contarles su experiencia, hablar con ellos, y sus padres hablar entre ellos, vengan a probar, lo que ratifica un artículo que escribí en 2008 y que titulado “la importancia del nuevo”, que seguro muchos no leísteis, y que pongo a continuación.

La importancia del nuevo.

Muchas veces nos preguntamos que tipo de publicidad podemos hacer para incorporar más niños en nuestras clases. Solemos a principio de curso repartir publicidad, ponemos carteles y de alguna manera informamos de que vamos a empezar la actividad.

Aprovechando la Navidad o el fin de curso organizamos una exhibición donde los padres y amigos pueden conocer el Judo y ver la evolución y la progresión de sus hijos. A raíz de estas manifestaciones siempre suelen surgir nuevas altas que complementan el grupo, nos motivan y nos ayudan a seguir.

Alguna vez hemos pensado ¿cuál es la mejor forma de publicidad?

Un judoka en un grupo ya consolidado, que practica Judo hace tiempo, que ha integrado el Judo en su vida, y que en todo su entorno se conoce que practica esa actividad, se ha acostumbrado y el Judo forma parte de sus rutinas, de su actividad normal. El Judo influye en su personalidad y en su forma de actuar, le hace responsable con su vida, coherente en su manera de actuar y de alguna manera va manifestando las actitudes y todos los valores éticos de los que se va impregnado y que del Judo emanan.

Pero a corto plazo este no es el judoka que nos aporta nuevas inscripciones. El judoka que “mejor nos vende” es el nuevo, es el que acaba de comenzar a practicar Judo, el que acaba de descubrir el Judo, es el que mejor publicidad “puntual” va a hacer de nuestro deporte y de nuestra clase. Este nuevo que descubre las posibilidades que le brinda su cuerpo, para aprender a caer, para hacer movimientos con los que tirar, que se integra en un grupo, que hace nuevos amigos y descubre que necesita del otro y que necesitan de él para practicar, es el que, entusiasmado en casa y entre sus amigos, que aun no hacen Judo, no parará de hablar de su descubrimiento y el “¿sabes que ahora hago Judo?”, será su frase habitual durante un tiempo y es el que hace la mejor publicidad en el momento.

Por eso es normal que una clase de un grupo de judokas consolidada en el tiempo, con un trabajo serio, constante y bien programado, con un buen ambiente de trabajo de Judo se mantenga en el tiempo aun sin tener nuevas incorporaciones.

Y por estas razones puede ser también que cuando nos entra uno nuevo, este novato cuenta entre sus amigos y familia su descubrimiento y de repente nos encontramos que en el grupo hemos tenido nuevas incorporaciones que bien dirigidos y cuidados forman un semillero importante con capacidad de arrastrar otras más.

Además, Estamos acostumbrados, y a veces no nos damos cuenta, “sin querer” o queriendo, en las clases y a través del Judo a fomentar y a transmitir unas formas, un modelo de comportamiento, una disciplina y unos valores que van empapando al judoka y que modelan su conducta.

A nosotros nos parece normal, pero el día en que entran en el club unos padres a informarse, se sorprenden al observar un grupo de judokas, jóvenes o no tan jóvenes en un ambiente donde priman las buenas maneras y que un silencio inusual, por la cantidad de practicantes, es el protagonista solo roto por el sonido típico de las caídas y la voz del profesor, en que los judokas agarrados evolucionan por el tapiz, donde el esfuerzo se siente y “se huele” y se observa en el “combate” un intercambio generoso y sincero de conocimientos en un ambiente distendido y disciplinado.

Y también nuestros judokas que imbuidos por las formas y los valores que “maman” día a día en el tapiz y en el club junto a sus compañeros comportan unos valores que no pueden ocultar y la frase de elogio que muchas veces oyen los padres de un judoka, por parte de otros padres cuyos hijos aun no hacen Judo “…es que tenéis un hijo…” “…claro, es que vuestro hijo…” pasa a ser habitual.

Es por todo esto que el objetivo fundamental y más importante que nos tenemos que marcar siempre los profesores de Judo es que “la mejor propaganda de nuestro deporte y nuestra mejor carta de presentación sean nuestros propios alumnos”.

Nota: Algunos alumnos me reprochan que incluya artículos ya publicados o que repita artículos que ya se subieron. Llevo escribiendo, y subiendo artículos cada 15 días desde 2008. Primero fue Jesús Asensio el que los subía en ARAJUDO y desde 2014 es Alfonso Escobar el que lo hace en RFEJYDA.

Creo que he tratado muchos de los temas y las situaciones por las que podemos pasar los Profesores de Judo, y cuando vuelvo a tratar un tema sobre el que ya he escrito, tiendo a rescatarlo, pues en su momento es lo que pensé, y me pareció lo más adecuado en esa ocasión. Y como entiendo que habrá muchos que no recordaréis o que no leísteis, lo pongo otra vez.

Y entre los que me lo reprochan, al que no le interese, como dice mi amigo Raúl Merino, que no lo lea.