Me identifico con lo que dice Sabina en su canción:

“Vivo en el número siete, calle Melancolía.

Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.

Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía

y en la escalera me siento a silbar mi melodía.”

Y aunque instaurado en la melancolía, voy a intentar hacer un artículo si no alegre, por lo menos que no destile la melancolía a que se refiere Dani. 

Porque como dice el maestro Macario García hay que hacer “Judo con alegría” y en nuestros muchos años de relación con el Judo, todos hemos tenido muchos momentos de felicidad.

A punto de comenzar un nuevo curso, con la incertidumbre que siempre nos envuelve, con el estrés post vacacional, nos vemos obligados a coger el toro por los cuernos y a empezar.

Y me viene a la cabeza cuando en torno a 2006 en los partidos de futbol se cantaba un himno que decía “a por ellos oe, a por ellos oe…”

Yo se lo recuerdo oír cantar a Hugo Burgos cuando en las salidas internacionales con los juniors le tocaba competir.

Y es la actitud que tenemos que tratar de asumir.

A por los peques, peques, que van a comenzar y tenemos que hacer que conozcan que es todo esto del Judo.

A por los siguientes, que ya saben de que va el tema y que habrá que tratar de encauzar de manera adecuada.

A por los adultos, que habrá que tener claro con que objetivos vienen y ayudarles a cumplirlos.

Con ilusión, que no puede ser la ilusión que teníamos al principio, cuando llenos de inexperiencia, quizá haciéndolo de cualquier manera, pensábamos que nos comíamos el mundo (la ignorancia es muy atrevida).

Pero si con la ilusión de lo que viene, del tiempo que tenemos por delante y la tranquilidad que nos proporciona la experiencia acumulada para desarrollar el curso.

Como objetivos generales que tenemos que plantearnos en nuestras clases, es que  nuestros alumnos se diviertan y que se sientan importantes.

Porque el Judo nos ha proporcionado a todos momentos importantes de encontrar amigos, de aprender y de practicar.

Porque el Judo nos ha proporcionado la posibilidad de conocer nuestro cuerpo, ser conscientes del esfuerzo que podemos realizar, así como nos ha llevado a descubrir la necesidad que tenemos del otro para poder practicar. 

Porque el Judo nos ha proporcionado una noción de respeto al contrario, al profesor, al lugar de trabajo y al árbitro cuando competimos. 

Porque el Judo ha enseñado a aprender a ganar y a perder. 

Porque el Judo nos ha enseñado a asimilar valores como la educación, la autoestima, el respeto, la constancia, el control de uno mismo…

Porque el Judo nos ha proporcionado momentos emocionantes y emotivos con nuestros alumnos, cuando juntos hemos ganado una competición importante, obtenido un cinturón, o simplemente cuando han venido a comunicar un éxito personal suyo, y a agradecernos el habernos encontrado siempre allí.

Por todo esto el Judo ha resultado ser  y es para nosotros una escuela de vida.

Porque la práctica de Judo nos hace llevar una forma de vida ordenada, basada sobre el equilibrio entre el cuerpo y el espíritu y sobre el principio del respeto a los demás, amigos, compañeros y adversarios, pero también sobre todo el respeto a nosotros mismos. 

Y todo esto que el Judo nos ha enseñado a nosotros, tenemos que tratar de conseguir que vaya calando en nuestros alumnos, poco a poco, día a día, en cada sesión, con su trabajo y con nuestro ejemplo. 

Y por todo esto el Judo resulta que es una verdadera forma de vivir y de saber vivir. 

Aceptar las formas, respetar las normas que el Judo conlleva hará que todos seamos más fuertes en el tatami… y en la vida.

 

Empezamos curso, a por ellos…