Podremos ser fieles a una marca que nos guste más que otra, pero evidentemente la que mejor apreciamos es la que tomamos después de un buen entrenamiento.

Seguro que mi alumno Toño Gil 2º dan, del grupo de la mañana y jefe de ventas en Cervezas La Zaragozana, no piensa lo mismo y “arrimando el ascua a su sardina” opina que si además es “Ambar”, mejor que mejor.

No se si viene a cuento, pero como surgió a través del Judo voy a contar como fue mi iniciación con la cerveza.

Ya he comentado alguna vez que comencé a practicar Judo a los quince años. También que quedé sin padre siendo muy pequeño y mi madre bastante hizo con sacar a sus cinco hijos adelante. Al no haber “hombres” en mi casa, nunca hubo ni se consumieron bebidas alcohólicas, lo que incluye la cerveza.

Mis primeros contactos con la cerveza fue cuando practicando Judo comencé a quedarme a los entrenamientos “de mayores”. Tendría 17 años y luego el grupo capitaneado por Ángel Claveras al principio, luego fuimos autónomos, pasábamos a, se llamaba Espumosos, una cervecería cerca del Northland, especializada en cerveza con limón donde tomábamos una caña con limón.

En aquellos tiempos mi asignación semanal me daba escasamente para mis gastos personales y habituales y casi siempre era Ángel o si no cualquiera de los mayores los que pagaban esas cañas.

Recuerdo que al no poder invitar nunca, me sentía incómodo y una vez al terminar el entrenamiento, me escabullí del grupo y me fui a casa.

Al día siguiente cuando antes de la sesión, me encontré con Ángel, que se lo olió, vino hacia mi, me dio unos golpes en el pecho y me dijo: “no vuelvas a marcharte sin decir nada, si tienes que irte te vas, pero si yo tengo para tomar una cerveza… tu también”.

Nunca se imaginará Ángel cómo me marcó ese día.

“Nos convertimos en las personas con las que nos relacionamos” (Robin Sharma)

Y ahora voy a hacer una declaración de principios:

Me declaro adicto al café y a la cerveza. Me gustan. No he fumado nunca, ni tomado bebidas espirituosas. Nada de alcohol, bueno si, algo de vino tinto si procede en las comidas, pero siempre con moderación.

Con el maestro Vicente Cepeda que durante años he compartido salidas con el equipo nacional junior, lo que hizo que hasta un cierto punto conseguimos conocernos, llegué a sentir cuando él tenía alguna necesidad: “Vicente vamos a fumar”, y salíamos fuera, o cuando me decía “Jose ahora que toca,  ¿café o cerveza?”.

Pienso que se pueden contar con los dedos de las dos manos, en toda mi vida, las veces que a base de cervezas me he llegado a poner “chispa” y en dos las ocasiones en que quizá me pasé un poco.

Bueno, no se porqué ni para qué he contado todo esto. Quizá la lectura del libro JUDO de Antonio Nacenta ha ayudado e inspirado estas líneas.

Por cierto las respuestas a las preguntas de maestro Navarro del comienzo del artículo:

El desequilibrio de de ashi barai: posterior lateral,

El movimiento más peligroso: uchi mata, naturalmente mal aplicado, a lo que ahora han decidido aplicar hansoku y,

La lesión más molesta: la que tienes en ese momento.

Y a mi pregunta de cual es la mejor cerveza: la de después de entrenar.