José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

“Empezamos a jugar”, es como ahora indico en mis clases el comienzo del randori.

Después de un calentamiento y un trabajo técnico específico, cuando considero que ya están en condiciones, les indico: “frente a un compañero y empezamos a jugar”. Y a ese jugar me refiero a una forma de yaku soku geiko, que similar al randori los consiga meter en canción.

Y les sigo indicando “sin pelear, dejando trabajar”. Y como les hago cambiar ordenados y les toca hacer a todos con todos, dependiendo del nivel del contrario y del peso, les indico que trabajen en consecuencia.

Dejar trabajar no quiere decir dejarse tirar, aunque si dejar hacer movimientos a los que tienen menor nivel, dejar practicar, y con ellos, aprovechar para aprender a esquivar, resistir, contrar, sentir… en definitiva aprender a trabajar con todos, aplicando la máxima: “progresión mutua”.

Y empleo la expresión de jugar porque me parece más lúdica que indicar ¡randori!, que ahora me suena más a una orden de guerra, que quizá no sea así, pero me da la impresión de que mis alumnos se van a emplear más a fondo y puede haber más riesgo de lesiones.

Y cuando comienzan este trabajo, cuando veo que alguna pareja se va calentando, que de alguna manera se pican y empiezan a hacer más fuerte con ciertos riesgos, recuerdo y les repito: jugando, jugando, jugando…

No siempre ha sido así. Recuerdo en la década de los 70, con un grupo importante de competidores con resultados, sesiones de randori, de hasta de una hora, tratando de emular el trabajo que habíamos visto y realizado en Japón, y de allí la progresión y resultados obtenidos.

Pero yo tampoco era el que soy ahora. Era más joven, más inexperto y quizá más inconsciente. La vida nos va modelando y poniendo en nuestro sitio. Nuestras prioridades y la forma de ver las cosas cambian y lo que antes veíamos como más importante pasa a un segundo lugar.

Al ser mayores, vemos a nuestros alumnos, a “nuestros niños”, que podrían ser nuestros hijos o nuestros nietos, de otra manera y pensando en ellos de otra forma, los queremos cuidar. Cuidar en todos los sentidos, y por eso obramos así.

Escribiendo esto recuerdo un artículo que escribí hace ya más de 8 años que titule Judo mucho más que jugar y que quiero poner a continuación, porque entiendo que aunque yo indique que empezamos a jugar, el juego en el Judo implica mucho más que jugar.

Pero, aun así, mis indicaciones en la actualidad cuando vea una pareja que trabajando “se calienta”, siempre será: jugando, jugando, jugando…



Mucho más que jugar

Jugar a Judo ¿Por qué Judo no es jugar?
Jugamos al futbol, al tenis, al balonmano, pero practicamos ski, natación, Judo ¿por qué no decimos vamos a jugar a Judo?

Enfrascado en esta reflexión le hago esta pregunta a mi alumno David Crespo. David me responde que Judo no es jugar. No sabe muy bien porqué. No lo sabe razonar y me pone ejemplos en otras lenguas. Como ve que con sus explicaciones no consigue responder a mi pregunta acaba diciendo enérgico: ¡es que hacer Judo es mucho más que jugar!

Porque ¿qué es jugar? Según la RAE, “hacer algo para divertirse y entretenerse”. Si el Judo cumple la misión de divertir y entretener, atendiendo a la definición de la RAE podríamos decir jugar a Judo cuando asistimos a entrenamientos y clases de Judo.

Psicólogos del deporte aseguran que las dos necesidades más importantes a la hora de hacer deporte son divertirse, lo que incluye, además de pasarlo bien, la necesidad de estímulo y excitación, y sentirse importante, útil y valioso, lo que conlleva la necesidad de creerse competente y realizado.

Y aplicando esto a nuestro deporte el Judo, vamos a intentar analizar esta definición: divertirse y sentirse importante.

¿Qué es diversión? Volviendo a la RAE. Diversión: actividad o espectáculo que gusta y produce placer. Cosa que hace pasar el tiempo de manera agradable. Distracción, divertimiento, entretenimiento.

Y ¿cómo podemos acentuar la diversión en Judo?
La práctica del deporte tiene que proporcionar divertimento, excitación riesgo y provocar estados de fluencia.

En la vida normal, los niños están siempre jugando o pretendiendo jugar pero los mayores apenas lo hacen. En las sesiones de Judo como incentivo, los profesores de Judo podemos tratar de “hacer divertido” el tiempo del calentamiento a base de realizar juegos convencionales, pero como hemos visto que divertirse es pasar el tiempo de manera agradable, estando bien, esto no es realmente necesario.

Aunque en adultos, los juegos convencionales pueden ayudar. Nunca un adulto pensaría que podría volver a encontrarse jugando como cuando juega sobre un tatami en una clase de Judo.

Los profesores tenemos que ser cautos y tener cierta empatía a la hora de proponer y organizar juegos en la sesión. Hay que tratar, si se hacen juegos, de que sean asequibles al grupo. Que a ninguno se ponga en evidencia, que nadie se sienta ridículo y que vean que el juego tiene un objetivo (calentar, trabajar una cualidad física, adaptación a un movimiento etc.)

La misma práctica deportiva puede cumplir el objetivo de divertir. Porque según la definición de la RAE de jugar: divertirse y entretenerse, deducimos que en Judo “todo puede ser jugar”.

Además de la sensación de diversión que se produce “al jugar” hay que tratar de generar la de sentir fluencia.

Tratados de psicología definen la fluencia como “un estado de conciencia en el que se llega a estar totalmente absorbido por lo que se está haciendo, hasta alcanzar la exclusión de todo pensamiento o emoción. Es una experiencia armoniosa donde mente y cuerpo trabajan juntos sin esfuerzo. La fluencia transporta las experiencias de lo ordinario a lo óptimo y es en esos momentos cuando nos sentimos vivos y en sintonía con lo que estamos haciendo.”

Y si cuando un judoka está entrenando, a base de repetir y de centrarse en el trabajo llega a tener síntomas de fluencia en una sesión, no necesita más. Tratará de llegar a ese estado aunque no siempre lo consiga…

¿Y qué es sentirse importante? En estos tiempos en que todos queremos brillar, sobresalir, tener seguidores en Facebook. Subimos fotos, mandamos wasaps sin conocimiento… tenemos la necesidad de comunicarnos, de decir quiénes somos, con quién estamos, qué hacemos a todas horas…, de ser alguien. Incluso los adultos con estas nuevas tecnologías, que nos han puesto entre manos, muchas veces abusando de ellas, nos comportamos como niños.

Todos tenemos necesidad de aprecio que podríamos distinguir en dos aspectos. Aprecio de uno mismo y aprecio y estimación que se recibe de otras personas.
La que más nos importa habitualmente es la valoración que les merecemos a los demás.

Reconozco que yo cada día reviso las entradas que ha habido el día anterior en mis reflexiones, publicadas ahora en la página de la RFEJYDA.

Y no lo voy a negar. Me gusta ver que han sido leídas. Afecta a mi autoestima, me anima a escribir más y me hace sentir importante el hecho de saber que muchos judokas se interesan en mis escritos, y que de alguna manera me incorporan en su mundo. Estar presente en la vida de tantos judokas me resulta emocionante.

También entiendo que es una responsabilidad ser leído por un número tan importante de judokas.

¿Cómo podemos hacer que el judoka, se sienta importante cuando practica Judo?

De momento el principiante se cambia de ropa y pasa a formar parte de un grupo que tiene unas normas que tendrá que aprender. Para empezar va descalzo y tiene que colocarse al final de una fila. Comienza a entender que como en la mili, “la veteranía es un grado”. Y empieza a reconocerse. En el tatami en el momento de saludar es el “último de la fila”, pero tiene su puesto. Ya tiene su lugar en la fila, que con el tiempo irá variando.

Sus compañeros lo contemplan y lo admiten, es el nuevo, “el blanco”, pero ya es alguien. Poco a poco se irá haciendo un lugar en el club. De la forma en que se conduzca ese primer tiempo va a depender la rapidez y la facilidad con que se integre en el grupo.

En la sesión comienza en el momento de calentar, a correr, a saltar, a realizar movimientos y ejercicios que quizá nunca ha hecho o que hace mucho tiempo no hace, consiguiendo sensaciones importantes.

Comienza a ser consciente de lo que puede y hace con su cuerpo y esto le va proporcionando seguridad y aumenta su autoestima. Aprenderá a caer, a rodar… practicará nuevos gestos, realizará movimientos para él impensables.

Para practicar movimientos va a necesitar tener contacto con sus compañeros, tener que acercarse mucho al compañero y agarrarse. Al principio todo esto quizá le puede resultar algo incómodo.

Más adelante entenderá que esa relación tan estrecha entre judokas en el momento de trabajar es una de las características que tiene el Judo y de la que se derivan muchos de sus valores.

Luego aprende, entiende y comienza a practicar unas técnicas que le enseñan a proyectar a su contrario del que es responsable, que tiene que ejecutar con cuidado y tiene que ir repitiendo para llegar a perfeccionar.

Se integra en el grupo, y comienza a hacerse un hueco en el club. Se preocupan de él. Ya es alguien en la sesión. Y tiene quien se preocupa por lo que hace, primero el profesor y enseguida sus compañeros que lo admiten y tratan de ayudar cuando se ponen con él.

Conforme aprende técnicas y obtiene cinturones se siente importante y aumenta su autoestima.

Va adquiriendo responsabilidad y se va haciendo importante en la relación con sus compañeros. Inicialmente solo por estar, porque no falta, porque se cuenta con él, porque practica con todos.

Empieza a sentirse útil y valioso cuando se pone con uno más novato y trata de ayudarle, lo que le hace sentirse competente y realizado. Porque cuida y enseña a los nuevos y en un ambiente donde respeta y es respetado

Y analizando todo esto, es por lo que David Crespo deduce y dice con convicción, que el Judo es mucho más que jugar.