También recuerdo las recomendaciones que se hacía en la propaganda para practicar. Hacerse con una chaqueta vieja, holgada y sin botones, colocar unas mantas o toallas en el suelo donde se fuera a practicar y comentaba que no resultaría complicado convencer a un familiar o un amigo para aprender Judo “gratis”.
Cuando finalizase el curso indicaban que te podrían en contacto con un gimnasio de Judo de tu localidad y si allí no lo había, de la localidad más cercana, para poder realizar el examen para obtener el cinto amarillo.
Cuando tuve esta información yo ya había conseguido el cinto naranja y leyendo la publicidad me dio la impresión de ser poco serio, mucho más complicado, y echando cuentas resultaba mucho más caro para el resultado que ofrecía, que acudir a las clases a las que yo acudía habitualmente.
¿Y para pasar de cinturón? Te pregunta en su tercera sesión, un alumno cinto blanco que acaba de comenzar y realizando los movimientos con un compañero veterano que hace bien de uke y colabora, ve como los movimientos van saliendo y entiende que “esto esta tirao”.
“De momento hay que venir”, es mi respuesta “que esto del Judo lleva su tiempo”.
Porque no cabe duda de que el aprendizaje del Judo es poco a poco
Y quizá es por eso por lo que hay unos tiempos mínimos de práctica aconsejados entre cintos de colores. Y es por eso, por lo que hay también unos tiempos mínimos de permanencia marcados para cada grado.
Porque el Judo no solo es aprender unas técnicas, saber como se hacen y ya esta. Hay que madurar las técnicas, hay que tratar de sentirlas. ¿Y cómo se maduran y se sienten? Practicándolas.
“Me gustaría sacarme el negro”, es otra situación con la que nos encontramos muchas veces los Profesores de Judo, cuando un alumno que lo dejó de azul o marrón y decide volver y es lo primero que te dice antes de ponerse el judogi, de saber como se va a encontrar, y sin conocer ni tener en cuenta programas, trámites federativos de tiempo, de número de licencias…
“De momento lo que tienes que hacer es empezar”, es mi respuesta y “luego hablamos…”
Y es que el Judo es poco a poco
En los tiempos de los que he empezado a hablar, hay que reconocer que el Judo que se practicaba entonces era ciertamente muy rudimentario y había quien se jactaba de que había preparado su examen para cinto negro en un fin de semana.
No voy a decir que en algún caso no fuera cierto. Porque aprender como se hacen unas técnicas y malamente demostrarlas ante un tribunal en un tiempo record, en una época en que el Judo era arcaico para todos, quizá era posible.
Lo que se puede afirmar es que en la actualidad el examen de paso de cualquier dan marca un antes y un después en la vida del judoka.
El hecho de preparar ese momento, implica una dedicación específica para perfeccionar las técnicas y un trabajo más intensivo, más profundo poniendo una atención especial.
Y aunque el objetivo es llegar al examen y “aprobar”, lo más importante y lo que queda en realidad y marca al judoka no es el objetivo en si, sino los medios empleados: interés, dedicación, tiempo y constancia que se ha puesto para conseguirlo.
“No hay que hacerlo todo hoy” comento a algún alumno, que tras un periodo de vacaciones o después de un tiempo sin venir por los motivos que sean, se entrega con verdadero entusiasmo al entrenamiento como si no fuera a existir un mañana.
Y “poco a poco”, es la expresión que empleo también cuando muchas veces en los entrenamientos, comienza el calentamiento y corriendo o realizando ejercicios quizá algún alumno más eufórico y descontrolado comienza más fuerte de lo normal pudiendo quizá hacerse o hacer daño a sus compañeros.
Y pido que traten de encontrar sensaciones dentro de ellos, primero con los ejercicios del calentamiento, para luego tener el organismo preparado para asimilar las sensaciones en el momento de comenzar con los movimientos de Judo.
Por cierto, Rubén ya salta. ¿Os acordáis del artículo “la importancia del nuevo” del pasado mes de mayo? Hablaba de como Rubén con cuatro años se inició y como se agobió porque sus compañeros le querían enseñar a saltar y al no conseguirlo, salió llorando de la sala y tuve que retirar las cuerdas de la clase. Después del verano el primer día que las he sacado y le he invitado a probar, tras un par de intentos lo ha conseguido y ahora está encantado y pide saltar cada día.
Y eso es porque Rubén va creciendo, va madurando y su relación y su sensación con el salto después de un tiempo también ha madurado y es por lo que digo que el Judo es poco a poco.
Iniciado el curso tenemos que asumir también los Profesores de Judo que el Judo es poco a poco. Afrontamos un nuevo curso con un montón de alumnos con los que bregar, con un proyecto de clases, de entrenamientos, viajes, competiciones, pasos de grado y tenemos el Judo como materia para impartir y dosificar en todo el curso que tenemos por delante.
“No hay que hacerlo todo hoy”, digo a veces a mis alumnos. Y nos lo podemos aplicar también los Profesores, que planteados nuestros objetivos, tenemos que ir poco a poco.