Yolanda Soler Grajera
7º Dan de Judo
Nuestro rendimiento es algo que nosotros decidimos. Puede parecer que las exigencias vengan desde fuera, pero casi siempre proviene de nuestro interior, de nuestros pensamientos, de la decisión que tomamos acerca de lo que queremos conseguir.
Es responsabilidad del propio deportista el hecho de querer rendir, de cuidar el cuerpo, de desarrollarse, de mejorar, de superarse cada día. De decidir cuánto, para qué y por qué.
Si la gasolina para hacer un buen entrenamiento, para no fallar ni un día, para rendir al máximo que seas capaz proviene de fuera, de una figura externa, quizás estés echando la gasolina equivocada a tu motor.
El papel del líder, fundamental.
Cuando el motivar desmotiva.
Tendemos erróneamente a pensar que motivar es conseguir que el otro haga lo que yo quiera. Motivar consiste en lograr que el otro quiera lo que yo quiero. Que lo elija como parte de su decisión.
No se trata de convencerles que si hacen “A” yo te haré “B”. Aquí la gasolina viene de fuera por lo que de cara al futuro no habremos conseguido nada, tan sólo que alguien haga algo en el momento. Y además puede generar rencor ya que no hay una relación necesaria entre A y B, tiene fecha de caducidad, y lo más importante de todo, establecemos una pauta de valores exactamente contraria a la que queremos. Si yo premio el esfuerzo, el rendimiento, el ser capaz de venir cada día…le estoy diciendo que el premio es lo bueno y el esfuerzo un mal necesario.
Motivar sería explicar que, si haces “A”, lo más probable es “B”, en este caso B sería una consecuencia de A.
Nosotros como líderes podemos tensar las cuerdas, tener el control de todo y conseguir que el deportista no se atreva o no necesite pensar por el mismo. Este enfoque como dice Phil Jackson puede que funcione es casos aislados o en un tiempo limitado. Tampoco sería buena la opción de no ser capaz de controlar al deportista. Buscar la línea intermedia sería el enfoque correcto y también el más difícil y costoso. Encontrar ese estado “Insight” estar dentro y fuera a la vez.
Si queremos sacar lo mejor de nuestros alumnos, desarrollar todo su potencial, generar compromiso, tendremos que guiar, enseñar, motivar.
En definitiva, darles alas y raíces.