Yolanda Soler Grajera
7º Dan de Judo
Ahora es muy difícil no hablar, leer o escuchar algo sobre los Juegos Olímpicos, el sueño de cualquier deportista, dicen. Pero eso no es del todo cierto.
Es el sueño de algunos deportistas, de aquellos que escuchan voces resonando en su interior, voces que los hacen avanzar hacia ese sueño.
Es el sueño de aquellos que un día se comprometieron con ellos mismos.
Es el sueño de los que decidieron que no se trataba sólo de ganar sino del esfuerzo que somos capaces de experimentar, de superar, cada día, cada entrenamiento, cada competición, cada victoria, cada derrota…
Es el sueño de los que dijeron voy a por ello pese a que puedo no conseguirlo.
No, no es el sueño de cualquier deportista, es el sueño de unos pocos deportistas.
Pero soñar tan sólo quiere decir que iniciaras ese camino, que buscaras los medios para intentarlo y que darás todo lo que este en tu mano para conseguirlo.
El post de hoy tiene que ir y va por vosotros.
Por todos aquellos que un día pensasteis que el camino era lo más importante al llegar a cualquier destino.
Va para los que os habéis vaciado y lo habéis conseguido, para los que os habéis dejado la piel y a pesar de todo no ha podido ser. Va para los que no tuvisteis miedo al resultado final.
Saber competir, en cualquier ámbito, exige no sólo, o no principalmente, poseer una serie de conocimientos en la materia y desarrollar destrezas sino sobre todo tener la fortaleza mental y emocional necesaria para afrontar las distintas circunstancias y situaciones que conlleva iniciar ese camino emocionante pero incierto.
Los sueños suelen atentar contra las barreras que imponen la improbabilidad y la dificultad, pero también son la manifestación más elevada de libertad individual.
Sentir esa libertad es la que nos lleva a tener la determinación que nos mueve a intentar perseguir eso que queremos conseguir.
Este post tiene que ir y va por vosotros, por los que un día fuisteis libres para elegir por lo que queríais luchar. Este post va para los que os atrevéis a soñar.