José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

¿Estas bien? Esto es lo que escuchamos muchas veces los Profesores de Judo durante una sesión, cuando uno de nuestros judokas proyecta a otro, con lo que él considera más fuerte de lo normal, o no muy bien controlado, o con una acción dura y complicada, y que entiende que su compañero se ha podido hacer daño.

Y este ¿estás bien?, a los Profesores nos reconforta de alguna manera, porque percibimos en la sesión a pesar de la posible dureza del entrenamiento, la máxima de Jigoro Kano: “amistad y prosperidad mutua”, y vemos cómo nuestros judokas a pesar de lo “animales” que parecen a veces, tienen su corazoncito, y lo saben expresar.

Y cómo cada vez que escucho esta expresión me gusta, y me hace entender que nuestra labor tiene sentido, y recuerdo que, sobre esto ya tengo algo escrito, rebusco entre mis archivos de ARAJUDO y RFEJYDA y cómo no voy a conseguir escribir algo ni mejor, ni distinto, pongo estos dos artículos a continuación. Que aunque seguro que muchos recordáis, otros, seguro no habéis leído.

Bien ¿no? (nov 2017)
¿Estás bien? Es la pregunta que estamos acostumbrados los profesores de Judo a oír durante nuestros entrenamientos cuando un judoka proyecta a otro con mayor violencia de la habitual o realiza un movimiento descontrolado.

Recuerdo en la década de los 90, con un nivel importante de competición en el club, cuando comenzó a trabajar con nosotros el psicólogo deportivo Fernando Gimeno, cómo se extrañaba de la cantidad de veces que oía disculpas, cuando se producía algún barrido “fuera de lugar” o que a cada momento se preguntase al rival o nos disculpásemos después de tirarlo.

No entendía que en un deporte de lucha, que entonces él desconocía, hubiera “tanto miramiento”.

En nuestras sesiones es normal ver a nuestros alumnos disculparse al dar un golpe, interesarse por como se encuentra nuestro compañero tras una caída, incluso a veces los más tendenciosos y los que nunca pensaríamos que lo harían, son los que lo hacen.

Es emocionante ver como hasta los más pequeños comienzan a darse cuenta cuando tiran descontrolados y se disculpan.

El Judo se nos presenta como un deporte individual porque en el momento de competir se hace de uno en uno. Pero es el deporte menos individual que existe.

Necesitamos compañeros para trabajar, que se nos enfrenten, para que nos hagan de rival y cuantos más mejor.
Es un deporte de lucha pero que se realiza entre amigos.

Es el deporte que aun denominándose individual, mayor cohesión de equipo fomenta.

Nosotros mismos nos sorprendemos cuando en nuestras sesiones llegamos a conseguir esa sensación de cohesión de grupo (amistad y prosperidad) y cómo la mayor parte de nuestros alumnos se preocupan por sus compañeros “tan solo” con una relación y un trabajo de Judo.
Y no solo cuando se ha hecho daño su compañero, sino cuando lo sienten raro.

¿Estás bien? Oyes decir varias veces, y de alguna manera te gratifica. Te das cuenta de que tu clase de Judo ha sido, ha servido y es algo más que enseñar una serie de movimientos de Judo, que también, y que alrededor de todo ese trabajo de Judo se forja lo demás: amistad, empatía, generosidad, comprensión, aceptación del error, todo eso en que se fundamenta la cohesión.

Cohesión que nos ayuda a centrarnos en lo que tenemos en común, en lo que nos gusta a unos de otros en la forma de entender y aplicar el Judo.

Cuantos más puntos de cohesión. Mayor será la capacidad de aprendizaje en el grupo.

Y esta forma de incidencia del grupo desencadena un efecto mimético para el que lo observa, que los neurólogos achacan a las “células espejo”, responsables de ese contagio emocional y que lleva a una mayor cohesión.

Daniel Coleman dice de las células espejo: “que consiste en reproducir las acciones y sentimientos que observamos a los demás y en imitar o tener el impulso de imitar sus acciones”.

Por eso en un grupo ya iniciado si hemos conseguido que el grupo funcione de una manera determinada, lo tenemos muy fácil con las nuevas incorporaciones, que no tienen más que dejarse imbuir por el ambiente, adaptarse y dejarse llevar.

Por el contrario, en un grupo desordenado cuando se incorpore uno nuevo, pensará que la forma de actuar es desorganizada y se sumará al caos.

Después de cada entrenamiento, muchas veces los profesores necesitamos de alguna manera confirmar que se han entrenado bien, que nuestros judokas están bien.

“Viene encantado, vendría todos los días”, me dice la madre de un pequeño.

“Que siempre quieras venir con esa ilusión…”, respondo yo ante semejante halago, dirigiéndome al niño.

Y después de cada entrenamiento para quedarme tranquilo y reafirmarme me sale preguntar a algunos de mis alumnos: ¿bien no?


Lo que nos gusta escuchar (marzo 2020)

A todo el mundo le gusta que se le contemple, se le considere, y que en su trabajo se le valore.

A los Profesores de Judo nos gusta que se valore nuestra dedicación, nuestra capacidad de trabajo para desenvolvernos entre muchos alumnos, la calidad de nuestra enseñanza de Judo, el número de cintos negros que hemos ayudado a formar, los resultados en competiciones que han tenido y tienen nuestros judokas.

Pero cuando nosotros nos sentimos de verdad valorados, es cuando vemos cómo aquellos niños que empezaron a practicar Judo de pequeños con nosotros, se “instalan” en la vida, demostrando su valía personal y profesional que han adquirido ayudados de unos valores de respeto, educación, voluntad, constancia, capacidad de superación y determinación, en definitiva, de saber hacer y estar, que la práctica de Judo les ha aportado.

A los Profesores de Judo no nos resulta raro y nos resulta gratificante escuchar a padres que cuando su niño acaba de descubrir el Judo, te vengan a decir refiriéndose a él:
“Vendría todos los días”, “si por él fuera, no haría otra cosa, estaría todo el día aquí”.

Y que, de alguna manera, para que lo vamos a negar, nos gusta escuchar.

¡Qué bien huele el Judo! dijo Daniel de Toro un día al entrar en el club después de un verano hace ya diez años. Daniel tenía 7 años, hoy tiene 17 y se está preparando para obtener su primer dan.

Y es que está comprobado que los aromas evocan recuerdos, motivan sensaciones, transmiten deseos, potencian apetitos, y que el olfato es un poderosísimo reforzador de la memoria, incomparablemente superior a la vista o al oído.

Los recuerdos de olores, y de elementos asociados a ellos, tienen una permanencia en la memoria desproporcionadamente más larga que la de las imágenes o sonidos.

Pero ¿a qué olor se refería Daniel?


Daniel entró en el club después de dos meses de vacaciones y el olor que empapaba el recinto, se metió en su cerebro y evocó las carreras, los juegos y calentamientos.


El rito del saludo, el orden en la fila, el comportamiento adecuado, las caídas, las explicaciones y los movimientos de Judo, y recordó el contacto con sus compañeros el randori, “las peleas”, en un ambiente con unas normas que todos respetan.


Recordó la responsabilidad que tiene que asumir sobre su compañero, y la confianza con que su compañero se ofrece para trabajar con él, y cómo la amistad que se va fraguando, va creciendo entre ellos…, y es por todo esto, además de por como huele el club, lo que le hizo decir a Daniel: “qué bien huele el Judo”.

A mi, oír a Daniel ese día, me incitó a escribir el artículo que titulé “el olor del Judo”, y que colgó Jesús Asensio en Arajudo en septiembre de 2010.

Y todo esto me ha venido a la cabeza cuando quería escribir sobre una expresión que me gusta escuchar y que afortunadamente escucho en cada sesión y seguro que todos los Profesores escuchamos muchas veces, y que es: “¿estás bien?”

Esta pregunta surge cuando uno de nuestros judokas, en el “fragor de la pelea” realiza una acción descontrolada, proporciona un golpe o una patada sin querer, o proyecta sin control y es consciente de que ha producido a su compañero un daño, que aunque casi siempre leve, es consciente de que podía haber evitado y ese ¿estás bien? de alguna manera demuestra su preocupación y a nosotros nos está indicando que los valores del Judo se pasean por la sala.

Todos tenemos alumnos que son cuidadosos y responsables, y también otros que son descuidados y menos preocupados. Y cuando es uno de estos últimos el que se preocupa con ese ¿estás bien?, nos llega más y es cuando nos damos cuenta de cómo el Judo va “cubriendo” a todos, incluso a los que a priori no se preocuparían nunca.

Y este ¿estás bien? de nuestro judoka a veces desconsiderado es lo que nos llena, pues es el que justifica nuestra misión y la importancia de nuestra labor como Profesores de Judo y es la expresión que siempre nos gusta escuchar.

=========================

Y después de adjuntar en “Seguir en la brecha”, los artículos: ¿Bien no? y Lo que nos gusta escuchar, al haberlos vuelto a leer, he recordado cuando los escribí, y las razones que los motivaron, y aunque quizá cómo dice mi amigo y socio Jesús Sánchez, no debería ser yo el que lo dijera, me siguen gustando. Y me gustan porque expresan lo mucho que nos aporta el Judo, además de cómo disciplina deportiva.

Y pienso que tenemos que reconocer que, escuchar a nuestros alumnos decir ¿estás bien? durante las sesiones, en ocasiones nos sorprende cuando viene de quien viene, porque nunca pensaríamos que, algunos de nuestros alumnos reaccionaran así, pero siempre nos gusta, y nos hace ver cómo el Judo nos ayuda, y cómo nuestros niños van madurando y se saben comportar, lo que nos motiva y nos fuerza a aguantar y a seguir en la brecha.