En la actualidad es bombero. Ya va a hacer diez años que realizó la oposición e ingreso en el cuerpo de bomberos. 

Este es un ejemplo más que confirma la idea de que para lograr nuestros propósitos  tenemos que tener una determinación firme.

“Año nuevo vida nueva” es un eslogan que se dice a principio de cada año.

Entre el final y el comienzo de un nuevo año, todos tenemos la costumbre de hacer planes, promesas y buenos propósitos, con la intención de corregir determinados hábitos negativos o cambiar ciertas actitudes que nos han creado problemas. 

Para eso tenemos que diseñar nuevas estrategias o formas de responder ante las dificultades, contratiempos, adversidades, y emprender proyectos, asumir retos…

El problema radica en llevar a efecto esto. En que los buenos deseos, la voluntad  de mejorar y de cumplir unos propósitos adquiridos, seamos capaces de realizarlos de la manera más eficaz y práctica para llegar a convertirlos en realidad. 

No basta querer cambiar a mejor, que no es poco, sino en saber qué es lo que debemos hacer para que un buen propósito sea algo más que buenas palabras y débiles intentos y que, tras unos días o a lo sumo unas semanas, todo siga como al principio o peor.

Algunos de los propósitos clásicos de primeros de año de muchas personas:

  • Adelgazar
  • Aprender idiomas
  • Hacer deporte
  • Dejar de fumar

En la vida de nuestros judokas los propósitos clásicos que se plantean en muchos casos son:

  • No faltar a ningún entrenamiento
  • Empezar a correr
  • Esforzarse más durante los entrenamientos
  • Ser constante en el trabajo de musculación
  • Mantenerse en el peso (aunque empezaré después de Reyes…)

Es evidente que a nuestros alumnos les gusta el Judo. Pero ¿qué es lo que les gusta del Judo? Como comenté hace poco en “Jugar a Judo”, estudios en psicología indican que durante la sesión lo que necesita el judoka es divertirse y sentirse importante. 

Pero nuestro judoka también necesita:

Considerarse parte de un grupo, sentirse aceptado, aprobado y respetado, manteniendo su individualidad. Tiene necesidad de tener amigos y de tener el reconocimiento del grupo. En definitiva necesidad de “ser alguien” y de sentirse importante.

Sentir que como parte del grupo, acepta y es consecuente con unas normas instauradas, que necesita de un ambiente organizado y estable, de un orden para aprender, progresar, y realizar su actividad física, pues entiende la necesidad de hacer ejercicio. Y necesita tranquilidad, y sentirse seguro mientras practica. Y también, divertirse. 

Y todo ello para:

Sentirse eficaz y competente. Y se siente eficaz y competente cuando practicando Judo se siente reconocido y realiza los movimientos con soltura y los aplica con precisión. Sintiéndose  competente hace que su autoestima aumente y consigue sentirse seguro de si mismo, seguridad que inicialmente aplicará en el tatami y en su vida como judoka pero que enseguida trasladará a su vida fuera del tapiz. 

El judoka ante el entrenamiento debe tratar de transmitir sus ganas de entrenarse. Desde que entra en el club, tiene que demostrar interés que pone en evidencia por su rapidez al cambiarse, y la actitud que muestra ante sus compañeros y el entrenamiento…

Que el saludo al pasar al tapiz no sea una mera formalidad. Que le ayude a centrarse en lo que va a hacer, que trate de dejar fuera asuntos y problemas ajenos a Judo y se centre en el entrenamiento y en la búsqueda de sensaciones en el momento de calentar y de hacer uchi komi, para poder entregarse al entrenamiento.

Durante el tiempo de randori tiene que plantearse objetivos. Tiene que tratar de rendir en el entrenamiento, de aprovechar el tiempo, buscar el nivel pretendido. Si es competidor practicar con los rivales que le interesan.

A veces cuando programamos entrenamientos más frecuentes y se hacen más duros con motivo de las citas deportivas, y hay que dedicar más tiempo, cuando hay que anteponer el entrenamiento a otras cosas y cuando hay que “sufrir” la cosa cambia y el judoka a veces no siempre cumple.

Todo proceso de entrenamiento deportivo se inicia con un interés por alcanzar un objetivo y la voluntad de conseguirlo. Este interés y esta voluntad conforman la motivación.

La motivación es aquello que impulsa  a nuestro judoka a llevar a cabo ciertas acciones y a mantener firme su conducta  para lograr cumplir los objetivos planteados. 

Fruto de esta motivación surge la determinación. El judoka motivado decide poner los medios para lograr su objetivo.

La determinación es una decisión firme o resolución que se toma sobre un tema concreto. Por lo general esta decisión supone un comienzo o poner fin a una situación; es decir, impone un cambio de estado.

Para tomar esta decisión con determinación hace falta una fuerte motivación.

Además, en psicología se ha estudiado que detrás de la determinación siempre hay dos factores: competencia y autodeterminación.

Como ya hemos indicado antes, uno se siente competente cuando se siente seguro de si mismo y con capacidad para tomar decisiones.

La autodeterminación es la capacidad para elegir y que estas decisiones determinen nuestras acciones. 

A todos los profesores de Judo nos gustaría, nos gusta y trabajamos por tener muchos y buenos alumnos, cintos negros, competidores y hasta donde somos capaces de llegar, campeones. 

También a nuestros alumnos les gustaría enseguida ser cintos negros y campeones.

Lo que no ponen siempre a veces son los medios. Les falta a menudo, sobre todo cuando se refiere a competición, esa determinación, porque intuyen lo largo y duro del trámite y la incertidumbre del resultado.

Los profesores tratamos de dedicarles más tiempo, facilitarles las sesiones que hagan falta. Intentamos adaptar los contenidos a sus aspiraciones.

Cuando uno decide comenzar una carrera universitaria

“Voy a estudiar derecho”. Y como solo depende de mí, dedico tiempo al estudio y acabo siendo licenciado en derecho.

Una oposición es otra cosa y se asemeja más a una competición porque hay rivales que también la quieren sacar y solo hay un número determinado de plazas

“Me voy a sacar el carné de conducir”. ¡Anda que no hay torpes!, pero todo el mundo conduce y muchos lo consiguen, a base de meter horas de clase, invertir dinero, de repetir exámenes… pero como solo depende de uno mismo. 

Qué profesor no ha vivido la situación con el antiguo practicante de Judo que se quedó en azul o marrón, alumno suyo o no, que viene por el club y con la idea de retomar el Judo y lo primero que te dice incluso antes de haberse puesto el judogi y saber en que grupo lo vas a incluir es: “A ver si me saco el cinto negro”

Pasar de grado lleva su trabajo, antes había que competir y obtener unos puntos, y había algunos que abandonaban porque no eran capaces de superar esa fase, pero ahora depende solo de uno mismo. De la determinación, tiempo y dedicación e interés que ponga.

Una competición de Judo es más parecido a una oposición y requiere un esfuerzo mucho mayor, y aun entrenando y haciéndolo todo muy bien nunca se tiene garantías de éxito. 

Resumiendo todo lo expuesto:

  • La motivación se conjuga cuando se produce un interés por alcanzar un objetivo y la voluntad de conseguirlo.
  • La determinación hará que el judoka ponga los medios para lograrlo.
  • Y el judoka sintiéndose seguro de si mismo y competente, será capaz de tomar decisiones. Esto es lo que se llama autodeterminación.

Los valores que transmite el Judo: respeto, voluntad, constancia… de que se impregna el judoka cuando se entrena son los que forjan el carácter del individuo, haciendo de los judokas perseverantes, personas responsables, eficaces y competentes con un nivel importante de autodeterminación que primero aplican con naturalidad cuando practican su deporte, el Judo, para luego trasladar a otros ámbitos de su vida. 

El judoka motivado por conseguir sus metas con una fuerte autodeterminación, será capaz de cumplir los propósitos planteados a primeros de año o principio de temporada y alcanzar los objetivos propuestos.