
José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo
Estamos a principio de curso y vamos a argumentar otra vez, algunas razones de porqué de iniciarse en la practica Judo o de retomarlo en el caso de que se haya practicado anteriormente.
El Judo ayuda a los niños a crecer
El Judo ofrece la característica excepcional de ser a la vez un deporte individual, que se practica con un compañero, y al mismo tiempo una actividad que se vive en un marco colectivo.
Permite al niño canalizar su energía y transformarla en fuerza física y mental teniendo como referencia unos valores donde prima la educación, la autoestima, la sinceridad, el honor, la modestia, el respeto, el control de uno mismo y la amistad.
Practicar el Judo es una forma de ayudar al niño a crecer en un contexto más general dentro del aprendizaje de vida
El Judo contribuye a un buen desarrollo físico e intelectual del niño desde que empieza a practicar.
Las reglas de saber comportarse, de respeto y de buena conducta, ayudan al niño a crear alrededor de él un clima de confianza.
El niño mediante el judo va a descubrir la relación con los demás con total libertad.
Desarrollando su concentración, su motricidad y su equilibrio, el niño se hace consciente enseguida de todas sus posibilidades.
Se recomienda comenzar la práctica de Judo generalmente hacia los seis años. En esta edad el Judo es ante todo una actividad lúdica y la finalidad principal gira en torno al desarrollo corporal y social. A partir de allí el niño descubrirá las primeras técnicas y las perfeccionará. Aprenderá también a desarrollar su sentido táctico basado en la utilización de la fuerza del compañero.
Cada etapa estará marcada por la obtención de un cinto de distinto color que simboliza el progreso realizado. El profesor ofrece y garantiza al niño una pedagogía progresiva y adaptada que le permite aprender y a desarrollarse en un entorno sano, divertido y apasionante.
Porque lo más importante en el Judo, es el placer que proporciona su práctica.
¿Qué placer?
El placer de encontrar amigos
El Judo es una actividad deportiva y una disciplina a la vez individual y colectiva. El trabajo técnico y el randori te hacen encontrar múltiples compañeros de todos los niveles. Tú compartes con ellos el mismo placer, que te hace ir al club a practicar Judo.
El placer de aprender
En Judo nada se hace solo: gracias a los demás, tú puedes progresar y gracias a ti los demás progresan. Practicar con un cinto superior te ayuda a aprender más y permite a los demás entrenarse contigo.
Todo el placer del Judo proviene de este permanente cambio.
El placer de practicar
Como todo deporte que se practica con regularidad cuanto más se progresa más placer se obtiene con su práctica.
Y mediante el entrenamiento se llega a entender que el Judo es un deporte que obliga a pensar, y que tan importante resulta el trabajo mental como el físico.
El Judo es para el niño
El conocimiento de su cuerpo y del esfuerzo, el descubrimiento del otro, en el marco del club o colegio tutelado por un profesor.
El descubrimiento de la noción del respeto al contrario, del lugar de trabajo, del árbitro y del compañero.
La construcción de su mente. El niño aprende tanto de las victorias como de las derrotas.
La asimilación de valores como la educación, la autoestima, la sinceridad, el honor, la modestia, el respeto, el control de uno mismo, la amistad, permitirán al niño expresarse plenamente, desarrollar su personalidad y canalizar su energía.
Un comportamiento cara a cara donde el niño tiene marcado claramente los límites de lo que está autorizado y de lo que no.
Una ocasión de valorar los progresos sin exigir puestas a punto irrealistas ni hacerle tener una presión excesiva.
Una actitud que lleva a responsabilizar al niño le ayuda a cumplir ciertas tareas como preparar y hacerse cargo de su bolsa, aprender a cambiarse solo, a anudarse el cinto, respetar los horarios…
Una posibilidad integrarse en la vida del club, de viajar y asistir a competiciones y entrenamientos, a colaborar con sus compañeros y con su profesor en tareas del club, entrenamientos, ayudando en la organización de competiciones llevando el tiempo en una mesa…
El Judo proporciona beneficio al cuerpo y a la mente
El judoka no nace, se hace. La práctica de Judo conlleva una forma de vida ordenada, basada sobre el equilibrio entre el cuerpo y el espíritu y sobre el principio del respeto a los demás, amigos, compañeros y adversarios, pero también sobre todo el respeto a uno mismo. Y por todo esto el Judo resulta una formidable forma de vivir y de saber vivir.
El Judo llega a ser toda una escuela de vida.
Respetar las normas y aceptar las formas que el Judo conlleva hace que el practicante sea más fuerte en el tatami…y en la vida.
El Judo enseña el respeto, la limpieza y la higiene
El respeto a los otros y a uno mismo
El ritual del saludo, antes y después de practicar, el respeto al árbitro durante las competiciones, el respeto al profesor a los más veteranos y a los mayores…
La higiene que exige su práctica: el cuidado del aseo personal antes de practicar, las uñas de las manos y pies cortadas para no hacer daño, el judogi siempre limpio, el hábito de ducha después de cada entrenamiento conserva mejor al judoka, y hace su práctica más agradable también a los demás.
El respeto a los lugares
Si cada uno pone un poco de si mismo, es muy sencillo. Clubes y tatamis deben resultar limpios y agradables para todo el mundo. Las zoris ordenadas, los papeles y los esparadrapos en las papeleras, los vestuarios bien ordenados…el dojo debe llegar a ser para el judoka una prolongación de su habitación, de su casa… lo que hará al judoka una persona más responsable y más ordenada.
Por todo lo expuesto anteriormente podemos deducir y expresar claramente que:
“Practicando Judo ganamos todos”