Nosotros somos Profesores de Judo desde hace tiempo,  nuestros alumnos nos han conocido con cierta edad, ellos han crecido y han visto como nosotros nos hacíamos mayores. David Crespo nació en 1996, por lo que ahora tiene 20 años. Cuando nació, yo ya llevaba 27 años en el mundo del Judo. Mucho más que todo lo que él ha vivido hasta ahora.

“Cuando tú vas yo ya vengo” dice el refrán. Y nuestros alumnos jóvenes como David, vitales y llenos de una insultante (y envidiable) juventud, se creen que inventan la vida. Y está todo inventado. Todos hemos hecho de todo.

Como ellos empezamos a hacer Judo y tuvimos nuestro Profesor, realizamos nuestros estudios, tuvimos amigos y amigas dentro y fuera del Judo e hicimos proyectos.

Como ellos hicimos entrenamientos, viajamos, competimos, asistimos a cursos, participamos en competiciones, campeonatos de España, pasamos de grado, ganamos, perdimos, nos ilusionamos, sufrimos decepciones, en ocasiones también sufrimos lesiones y nos recuperamos.

Como ellos nos titulamos, empezamos a impartir clases, recibimos y afrontamos con ilusión nuestros niños y empezamos a vivir una nueva etapa en el Judo como profesores.

Como ellos tuvimos alegrías, disgustos, momentos de desazón, conocido a muchos judokas, competidores, profesores, realizado cursos, conocido y tratado a los distintos dirigentes que han ido pasando a lo largo de los años, y afortunadamente hemos llegado a hacernos mayores en este mundo del Judo. Hemos llegado a ¡Vivir el Judo! 

Y en nuestro entorno, hemos pasado por todo lo que ahora están viviendo y les toca vivir a ellos.

En 1996, cuando nació David, yo ya había “peleado” como entrenador de Manuel Orgaz para intentar participar en Barcelona-92 con todo el esfuerzo, trabajo y dedicación que eso conlleva.

En 1998 cuando David acababa de cumplir 2 años, y aún no sabía que iba a hacer Judo, Sergio Domenech, también alumno del club, resultó campeón en el Torneo de París. 

¿Cuantos alumnos has podido tener? ¿Cuantos han pasado por tus manos? Me pregunta sentados frente al tatami vacío, momento que nos relaja, mi amigo y alumno matutino Toño Gil, una tarde antes de empezar la sesión con los pequeñitos donde ahora trae a  sus dos pequeños. 

Y no se que decirle…: muchos

En el club llevamos un control de los que han llegado a pasar a cinto negro, pero el número de alumnos que han pasado por el club y han practicado más o menos tiempo, no me atrevo ni a pensarlo. Y vuelvo a decir… muchos.

Y no creo que en algún club de los clubes veteranos que hay en España, con Profesores con más pedigrí que nosotros, se atrevan a aventurar un número. 

Porque son muchos años “al pie del cañón” y aunque ahora somos y se nos vea mayores, nosotros también hemos tenido 20 años.