José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo
El artículo “Salud, dinero y amor”, no es nuevo.
Lo escribí en febrero de 2011 y Jesús Asensio lo colgó en Arajudo ese mismo marzo.
Surgió a raíz de que Pedro, un pequeñito entonces de 5 años, tuviera su “primera confidencia” conmigo.
Es un recuerdo más que, en mi caso produce cierta ternura evocar al Pedro de entonces y que, como todos los Profesores de Judo guardamos en el bagaje de nuestra vida.
Y que, ahora en este momento, influenciado por la situación que ha provocado esta pandemia, hace que recuerde que el orden, salud, dinero y amor, no esta tan mal pensado.
Salud, dinero y amor (marzo de 2011)
“Profesor sabes, el lunes cumplo seis años”, me dice Pedro todo orgulloso antes de empezar la sesión de Judo en el club. Pedro es cinturón blanco amarillo y lleva un curso de Judo. Empezó con apenas cinco años siendo un “poco trasto” y ahora más formal se atreve a hacerme esta confidencia.
El judoka que empieza como Pedro con cuatro años, pasa los primeros años descubriendo el Judo. Esos primeros años son importantes en cuanto al trabajo de coordinación y de sensaciones de Judo que en este tiempo asimilará con facilidad y conservará durante toda su vida de Judo.
A los 8, 9 años de amarillo-naranja o naranja, quizá comience sus primeras competiciones. Aprenderá y se dará cuenta de que asistir a competiciones y competir es divertido y que esta bien, pero que competir y ganar es más gratificante y que para ganar tiene que trabajar de una determinada manera.
Y de esta forma y con estas primeras competiciones llega a las categorías infantil y cadete, entre 13 y 16 años que ya se consideran más serias pues se tiene posibilidad de asistir a los campeonatos de España. Participa en estas competiciones y le salgan bien o mal, vive esta nueva experiencia de viajar y competir en un campeonato de España.
Por estas fechas ya tiene que dedicar un tiempo a pensar y preparar su examen para cinturón negro. El paso a primer dan es siempre un paso significativo en la vida del judoka. Señala un antes y un después y marca la diferencia con sus compañeros. Al judoka cinto negro se le adjudica un número, se le otorga un diploma y un carné y pasa a formar parte de manera oficial de “la familia del Judo”.
El paso a primer dan no es el final del Judo ni es un fin en si mismo. Es una meta intermedia. A veces cuando se comienza a practicar Judo, se marca como un objetivo, pero en realidad es un solo un trámite y es el principio en la vida deportiva del judoka.
El judoka ya es júnior. Está entre los 16-20 años. Momento importante en su vida deportiva, los resultados deportivos que no obtenga o no haya obtenido como competidor hasta entonces, difícilmente podrá hacerlo después. Pero también momento crucial en su vida en que tiene que decidir su futuro. Si estudia, tiene que decidir qué quiere estudiar, si comienza a trabajar, tiene que decidir el trabajo al que dedicará su vida.
Y momento crucial en sus relaciones. El judoka despierta a la vida, comienza sus primeras relaciones, primeros escarceos, y tiene que aprender a compaginar en su vida, su vida en casa, sus estudios o trabajo, sus amigos, sus amigas y novietas, su deporte, en definitiva su futuro…
Hay un dicho popular que dice: tres cosas hay en la vida salud, dinero y amor, y dependiendo de la edad, conforme se van cubriendo necesidades, lo que varía es el orden.
Para un joven, que tiene toda la salud del mundo y toda la vida por delante cambia el orden de los términos. En esta fase el joven necesita solventar el tema afectivo, el judoka necesita buscar pareja. Es el momento de descubrir el amor…y el sexo… (“la fuerza que mueve el mundo…”), y cuando ya ha conseguido una relación estable necesita dinero para vivirla y consolidarla y el orden pasa a ser amor, dinero y salud.
Si durante esta fase, el judoka sufre una lesión que le aparta temporalmente de su deporte, incluso le obliga a cambiar su vida habitual, aun siendo joven, entiende que salud, dinero y amor es un orden que quizá no está tan mal establecido…
Nuestro judoka está en la categoría júnior y pasa a senior. El judoka empieza a darse cuenta de que ya no se cumplen los años con la ilusión de antes, y que aun siendo muy joven y con toda la vida por delante, empieza a notar el paso del tiempo y observa que se ha pasado su momento de infantil, cadete y júnior…
Se sigue entrenando, sigue con sus pasos de grado, a lo mejor compitiendo, quizá se hace árbitro o participa en cursos de titulación para comenzar a enseñar la materia que le apasiona…el Judo, y sigue compaginando su vida en casa, con su vida deportiva, sus estudios, su trabajo, la relación con sus amigos, sus amigas, su novia, ya dispone de moto o coche, necesita un trabajo ocasional que le genere ingresos para mantener, aun estando en casa, una cierta independencia económica.
Y la vida sigue…el judoka termina sus estudios y comienza un trabajo más serio, se independiza, se va a vivir con su novia, se casa, tiene niños, sigue vinculado al Judo, a veces simplemente como practicante, a lo mejor como árbitro, quizá se ha hecho profesor y se dedica a impartir clases, incluso se aventura a “montar” un club de Judo y empieza el periplo de todo profesor de Judo con sus alumnos…
En esta fase en que el judoka aun esta en una condición física inmejorable, que tiene la relación afectiva resuelta el orden de las prioridades vuelve a cambiar y ahora es: dinero, amor y salud.
Y primavera, verano, otoño, invierno, primavera… van pasando los años… y el profesor de Judo comienza a ser mayor que todos sus alumnos y mayor que muchos padres de sus alumnos. Comienza a notar que se le trata de usted, comienza a apreciar que ciertos achaques y molestias musculares aparecen con mayor frecuencia y que pequeños golpes, torceduras y esguinces tardan más en curar.
Su vida familiar y afectiva se consolida. Económicamente aprende a administrarse, se acostumbra a vivir con lo que gana y con lo que tiene, y asiste con escepticismo ante el espejo, a la aparición de canas en la cabeza, en el bigote, en la barba…
Advierte como el kilometraje pasa factura, y aunque se muestra activo y el hecho de ser judoka y practicar Judo, relacionarse en su ambiente deportivo de Judo, le hace sentirse y encontrarse mejor y más joven que personas que a su alrededor tienen su misma edad, y empieza a cuestionarse hasta cuando va a poder, o hasta cuando su edad le va a permitir impartir clase, si es que imparte, o simplemente acudir a entrenarse con cierto decoro y posibilidades…
Recuerda entonces la sabiduría popular y entiende porqué salud, dinero y amor no es un orden tan desacertado.
Como judoka ha podido vivir su vida en un entorno de Judo y se ha beneficiado de la práctica de Judo y sus valores, que ha integrado en su vida.
Como profesor, si ha decidido ser profesor, el Judo le ha ayudado a realizarse y a ser mucho de lo que es. Ha tenido la posibilidad de participar y de incidir en muchas vidas y de vivir muchos ciclos con sus alumnos: primavera, verano otoño…
Y haciendo balance de su vida, se siente satisfecho cuando piensa en sus alumnos encauzados en la vida, viviendo sus ciclos, y reconoce como la relación con sus alumnos le ha ayudado a madurar, y es consciente de la influencia que él ha podido tener en alumnos como Pedro, que ilusionado con cinco años le dice, “profesor sabes, el lunes cumplo seis años…”