Rutina y Judo

(Mayo 2012)

Rutina bendita rutina, es la expresión que empleaba mi madre en su última etapa después de un periodo de vacaciones que esperaba ilusionada preparando en casa con afán, habitaciones, camas, comidas… todo, para que se le llenase la casa de hijos, nietos, en definitiva de trabajo y de vida, que vivía intensamente pero que alteraba su ritmo diario.

Cuando terminaba ese periodo y volvía a su vida de cada día su frase era: “rutina bendita rutina”.

Recuerdo cuando empecé a impartir clases de Judo, una de mis mayores preocupaciones era tratar de hacer variadas las clases y para ello pensaba diferentes calentamientos para los adultos y distintos juegos para los más pequeños.

Imagino que es una fase por la que todos pasamos y que en realidad nos curte y ayuda a formarnos como profesores de Judo. Con el paso del tiempo llegamos a la conclusión de que lo importante es que los alumnos consigan entrar en el entrenamiento con confianza, y sin apenas darse cuenta en los contenidos de la sesión y no cabe duda de que ciertas rutinas ayudan en esta tarea.

La rutina es una manera de actuar adquirida por la repetición regular de un mismo tipo de acto o por el uso reiterado y regular de una cosa, de una costumbre. En el Principito, Saint-Exupery escribe que: “la rutina es el gesto que reconocemos. La expresión de un orden que aporta sentido a nuestra vida y que la llena”.

Las rutinas nos proporcionan confianza. Los judokas tenemos establecidas unas rutinas para cada ocasión.

De forma general:

El saludo al pasar al tapiz y al comenzar el trabajo, el orden en la sesión, el calentamiento dentro de unas formas, la manera de realizar los movimientos, los uchi komi, el trabajo en desplazamiento, el randori… Todo esto practicado de una forma determinada, rutinaria, da sentido y seguridad al judoka durante su trabajo.

Cuando actuamos como profesores o entrenadores también tenemos nuestras rutinas.

Los profesores en el momento de impartir la sesión, el modo como empezamos, el calentamiento, el orden en la sesión, la explicación y la práctica de los movimientos…

Al empezar cada clase sea de pequeños o de mayores, cuando vemos como nuestros judokas responden y entran en el entrenamiento nos da seguridad y confianza en nuestro trabajo.

¿Y el judoka?

Cuando acude a entrenarse. Recuerdo mis primeros años practicando Judo, la ilusión con que esperaba cada clase. El día que me tocaba Judo, al principio solo dos días por semana, realizaba todas mis actividades, más motivado. Introducía en mi bolsa el judogi entonces color crudo y con un olor característico, mezcla a algodón y sudor seco del entrenamiento anterior y esperaba terminar en el colegio para trasladarme al club, respirar su olor y adentrarme en otro mundo, en el mundo del Judo…

El cosquilleo que sentía en el momento de estar en la fila para saludar, esperando indicaciones para realizar el calentamiento, que habitualmente era el mismo, pero esa rutina que se estaba instaurando en mi vida me daba seguridad y me gustaba.

Cuando va a competir:

Los días antes de la competición el judoka pone en marcha sus rutinas. Dependiendo de su actuación en experiencias anteriores, de su peso y de como le ha ido en otras citas, actúa en consecuencia…

El día de la competición: 

Prepara la bolsa, el judogi de competir, el cinto especial, (el de la buena suerte), la camiseta del día de competición… El ritual de vestirse, de anudarse el cinto, de subir al tatami, de calentar…

En el calentamiento:

Las rutinas aportan confianza, seguridad. Al empezar el calentamiento, el mismo de cada día, el que reconoce, el que le hace estar bien, el que le hace sentir como su organismo se pone en funcionamiento lo de alguna manera le tranquiliza en un momento difícil como es este.

Al afrontar el combate. 

El judoka tiene sus rutinas aprendidas para los entrenamientos y para la competición.

“La serpiente siempre caza igual”, decía Vladimir Barta en un curso. Y como la serpiente el competidor no juega con la comida, no es momento de probar otros sistemas de caza para ganar un combate, por lo que el judoka se aferra a sus rutinas…a lo que sabe hacer…, a lo que le sale…

¿Cómo influyen las rutinas en la educación de nuestros judokas?

En la vida de las personas hay una educación inconsciente que no cesa nunca.

El establecimiento de rutinas es esencial a la hora de adquirir hábitos. La pregunta es: ¿Como los incorporamos? ¿Como hacemos para que nuestros judokas aprendan esos buenos hábitos, esas buenas maneras que puede aportar el Judo y hacer que se integren en su forma de actuar, para que se puedan aprovechar en el futuro y desenvolverse de forma adecuada en su vida diaria?

Principalmente del modo en que los niños aprenden todo: copiando.

Con nuestro ejemplo, con las palabras que pronunciamos, con los actos que realizamos, con nuestra manera de conducirnos, se moldea de manera continua la conducta de nuestros judokas.

Hay estudios que indican que:

En la edad infantil, los rasgos del carácter se adquieren mediante el ejercicio y se van reforzando hasta llegar a ser instintos más que decisiones conscientes.

En la escuela y en la juventud la rutina es un hábito de conducta y de aprendizaje. Es aprender a saber cómo hacer y cuándo hacer las cosas,

Mientras que en la vida adulta la rutina es sinónimo de orden y seguridad.

Aristóteles escribió: “Somos lo que hacemos cada día; de modo que la excelencia no es un acto, sino la consecuencia de un hábito”.

La manera de ser de nuestros judokas es una paciente adquisición.

Hay un dicho que dice “el hábito no hace al monje”. Y se refiere cuando a veces alguien quiere fingir y quiere aparentar ser lo que no es y saber lo que no sabe, sin serlo y sin saberlo…

En el Judo los hábitos hacen al judoka. Y los hábitos se adquieren mediante rutinas.

Y el hábito sí que hace al hombre y el hábito sí que hace al judoka. Y las rutinas que facilita el Judo integran hábitos que forman judokas.

Hábitos que forman judokas para el Judo, judokas para la competición y judokas para la vida.

Por eso hay que entender la importancia de la rutina y tratar de integrarla en sus vidas, para así sistematizar las acciones que les van a ayudar a progresar y a mejorar en su día a día y a apreciar al realizar sus ritos y sus rutinas, una sensación de bienestar que les haga pensar:

 “Rutina, bendita Rutina…”