El día que aparece uno nuevo, llega antes y “ocupa” el lugar de otro, este que encuentra invadido su espacio, descolocado busca una nueva ubicación, (que suele ser temporal), porque ya se preocupa de mantener su status y reivindicar su lugar.Porque somos “animales de costumbres” y tendemos a hacer siempre lo mismo  y a colocarnos en el mismo sitio, incluso  hacemos las cosas de la misma manera.Cuando pasamos al tatami normalmente buscamos el sitio habitual, “nuestro sitio”. Comenzamos a realizar los mismos movimientos y a hacer uchi komi de la misma manera.También los Profesores tendemos a empezar igual, nos colocamos en el lugar donde consideramos que controlamos mejor la sesión y la sala.

Y aquí podemos empezar a hablar de los términos rutina y hábito. Rutina es una costumbre personal establecida por conveniencia, actividad que realizamos de forma regular y periódica.Hábito es el modo de actuar aprendido o adquirido para poder conseguir que una rutina se lleve a cabo. El hábito es un mecanismo estable que crea destrezas. Crear rutinas ayuda a desarrollar hábitos y actitudes que serán la fuente de la formación del carácter. 

Según el psicólogo austriaco Rudolf  Driekurs: «La rutina diaria es para los niños lo que las paredes son para una casa, les da fronteras y dimensión a la vida. La rutina da una sensación de seguridad. La rutina establecida da un sentido de orden del cual nace la libertad.»

Tanto las rutinas como los hábitos aportan un componente importantísimo de constancia y regularidad. Durante los primeros años de vida, nuestros padres juegan un papel fundamental en la transmisión de valores, normas, hábitos, rutinas y costumbres. 

Paralelamente durante la primera fase del aprendizaje en Judo, es nuestro Profesor el encargado de transmitir normas e implantar rutinas que darán lugar a desarrollar valores. 

Este conjunto de actitudes y aptitudes serán fundamentales para nuestro desarrollo personal y social y en muchas ocasiones, tendrán un carácter que durará en el tiempo. 

Durante esta edad, el aprendizaje surge a través de dinámicas de refuerzo, y mediante conductas de imitación en figuras “modelo” (en casa son los padres, en la escuela es el profesor o tutor y en el club es el Profesor de Judo). A medida que pasa el tiempo, otras figuras, como hermanos, amigos o compañeros de club, “sus iguales”, irán asumiendo ese papel.

El judoka se fijará y tratará de imitar a su Profesor o a sus compañeros mayores más aventajados. 

El entorno que consigamos crear los Profesores será crucial en la formación de nuestro judoka. Desde el principio el judoka debe habituarse a cumplir ciertas normas. De esta forma, sabe qué hacer, qué se espera de él en el club y en la sesión lo que le ayudara a sentir seguridad para saber como debe conducirse.

En su momento en un artículo titulado “rutina, bendita rutina” comentaba las rutinas que el judoka utiliza en cada ocasión que decía:

“De forma general:

El saludo al pasar al tapiz y al comenzar el trabajo, el orden en la sesión, el calentamiento dentro de unas formas, la manera de realizar los movimientos, los uchi komi, el trabajo en desplazamiento, el randori… Todo esto practicado de una forma determinada, rutinaria, da sentido y seguridad al judoka durante su trabajo.

Cuando actuamos como profesores o entrenadores también tenemos nuestras rutinas. Los profesores en el momento de impartir la sesión, el modo como empezamos, el calentamiento, el orden en la sesión, la explicación y la práctica de los movimientos…

Al empezar cada clase sea de pequeños o de mayores, cuando vemos como nuestros judokas responden y entran en el entrenamiento nos da seguridad y confianza en nuestro trabajo.

¿Y el judoka?

Cuando acude a entrenarse. Recuerdo mis primeros años practicando Judo, la ilusión con que esperaba cada clase. El día que me tocaba Judo, al principio solo dos días por semana, realizaba todas mis actividades, más motivado. Introducía en mi bolsa el judogi entonces color crudo y con un olor característico, mezcla a algodón y sudor seco del entrenamiento anterior y esperaba terminar en el colegio para trasladarme al club, respirar su olor y adentrarme en otro mundo, en el mundo del Judo… El cosquilleo que sentía en el momento de estar en la fila para saludar, esperando indicaciones  para realizar el calentamiento, que habitualmente era el mismo, pero esa rutina que se estaba instaurando en mi vida me daba seguridad y me gustaba. 

Cuando va a competir:

Los días antes de la competición el judoka pone en marcha sus rutinas. Dependiendo de su actuación en experiencias anteriores, de su peso y de como le ha ido en otras citas, actúa en consecuencia… 

 

El día de la competición: 

Prepara la bolsa, el judogi de competir, el cinto especial, (el de la buena suerte), la camiseta del día de competición… El ritual de vestirse, de anudarse el cinto, de subir al tatami, de calentar…

 

En el calentamiento: 

Las rutinas aportan confianza, seguridad. Al empezar el calentamiento, el mismo de cada día, el que reconoce, el que le hace estar bien, el que le hace sentir como su organismo se pone en funcionamiento lo de alguna manera le tranquiliza en un momento difícil como es este.

 

Al afrontar el combate. 

El judoka tiene sus rutinas aprendidas para los entrenamientos y para la competición. “La serpiente siempre caza igual”, decía Vladimir Barta en un curso. Y como la serpiente el competidor no juega con la comida, no es momento de probar otros sistemas de caza para ganar un combate, por lo que el judoka se aferra a sus rutinas…a lo que sabe hacer…, a lo que le sale…

En el Judo los hábitos hacen al judoka. Y los hábitos se adquieren mediante rutinas.

Y el hábito sí que hace al hombre y el hábito sí que hace al judoka. Y las rutinas que facilita el Judo integran hábitos que forman judokas.

Hábitos que forman judokas para el Judo, judokas para la competición y judokas para la vida.

De allí la responsabilidad que tenemos los Profesores de Judo en la vida de nuestros judokas de implantar rutinas para integrar hábitos que les formaran y les ayudaran en su vida.