José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

Ayudar a la formación integral de nuestros judokas

¿Qué prioridades tiene un judoka cuando decide dedicarse a enseñar Judo?

Tener un lugar donde poder impartir clases, colegio, centro deportivo, o club, llenarlo de alumnos, motivarse por impartir las sesiones y llegar a ser alguien en el mundo del Judo.

Y ¿esto cómo se consigue?

La manera más rápida es que sus alumnos consigan resultados en competición. Esta parte no es fácil, porque depende de las facultades que tengan sus alumnos y de la preparación de ellos y de sus contrarios.

Más tarde manteniendo sus clases y a sus alumnos en el tiempo. Consiguiendo que obtengan sus grados. Esta parte es ya más personal. No depende tanto de otras personas.
Pero todo esto implica dedicación, mucha dedicación. Una “lucha” constante por conseguir objetivos, lo que da lugar en el tiempo, a un cansancio.

La consecuencia de todo esto es, la formación de un grupo de personas con un buen nivel de Judo, en un ambiente adecuado, donde se cuida la salud, y que da lugar en muchos casos a una relación de por vida con sus alumnos.

En mi primer libro, “Vivir el Judo” publicado hace ya veinte años, en un apartado trataba las fases del entrenador, y encontraba cinco fases.

Una primera fase de “aprendizaje”, en que el profesor comienza con sus primeras clases sin tener muy claro lo que hace y como lo hace. Fase en que tiene que aprender a lidiar con padres, con asociaciones de padres y organizaciones. Fase en que asiste con sus alumnos a competiciones y observa y evalúa comportamientos y resultados.

Una segunda fase que llamaba de “preocupación”, en que analizando resultados y viendo posibilidades, surgía la preocupación por mejorar los contenidos en las sesiones y aprovechar mejor el tiempo de las clases y los entrenamientos.

Una tercera fase de “implicación”, donde el entrenador se plantea objetivos generales y de forma personalizada con algunos alumnos, los que ve que se entregan más, comenzando a asistir a competiciones y entrenamientos en otros clubes y otras autonomías, y a participar en torneos, sectores y campeonatos de España.

Decía que, es en esta fase, que es la que más tiempo entraña, en la que el entrenador con sus competidores que han surgido del trabajo serio y metódico en las fases anteriores, se implica más.

Para conseguir mantener y subir el nivel de sus judokas, tiene que moverse para participar en entrenamientos y competiciones de mayor calidad, donde puedan mejorar.

Una cuarta fase que llamaba de “madurez” donde el entrenador, con más conocimientos que nunca que ha adquirido con sus competidores, “el buen competidor hace al buen entrenador”, consigue mantener ese nivel y transferirlo en el club a todos sus alumnos, consiguiendo en el club un nivel más que aceptable, y que da lugar a una quinta fase de “segunda madurez”, en que el entrenador ya cansado de luchar por conseguir motivar y obtener resultados, desea llevar una vida más tranquila, sin tantos agobios y busca una mayor calidad de vida.

Esto es lo que dice el libro. Ahora veinte años más tarde, después de pasar y salir adelante de un grave accidente, con veinte años más de experiencia “al pie del cañón” y siendo veinte años mayor, entiendo cómo un profesor o entrenador, dependiendo del momento, pueda tener distintas prioridades.

En un primer momento, encontrar y realizar un trabajo haciendo algo que nos gusta, en un ambiente que nos satisface y que nos proporciona un dinero.
Y durante toda nuestra vida esta será la principal prioridad, pues hemos decidido vivir así.

Una consecuencia, derivada de esta decisión, será tener un lugar donde impartir nuestras clases, que aseguraremos montando un club o contando con uno o varios colegios.

Conseguido esto, necesitaremos, llenar nuestras clases, tener alumnos.

Un Profesor cuando imparte clase de cualquier materia, y en nuestro caso de Judo, nos motivamos con nuestros alumnos. Cuando vemos que responden, que aprenden, que lo hacen bien, los queremos llevar a probarse. Y los llevamos a competir.

Y necesitamos demostrarnos que lo que estamos haciendo lo estamos haciendo bien, que lo que hacemos tiene sentido. Necesitamos tener resultados que se reflejen y ambicionamos “llegar a ser alguien” en el mundo del Judo.

La forma más fácil y rápida de conseguir esto, a cierto nivel, es con resultados deportivos. Los que nuestros alumnos consiguen compitiendo

Y para conseguir estos resultados metemos a nuestros alumnos en el mundo de la competición.
Cuando nuestros alumnos entran a competir tienen cada vez más necesidades. Además, el momento de competir resulta duro, y para mantener y subir el nivel, necesitamos dedicar más tiempo, más medios y motivar de manera distinta a nuestros judokas.

Y tratamos de formar competidores y hacernos un hueco.
Esto suele pasar, en lo que he dado antes por llamar tercera fase en que el entrenador aún es joven, está ilusionado con la competición y quizá no ve mucho más allá que sus alumnos ganen combates.

Todo ello nos va haciendo tener un mayor conocimiento de nuestros alumnos, nos hace adquirir mayor nivel de Judo, ser mejores entrenadores, nos obliga a aprender nociones de preparación física, de nutrición, de psicología y de medicina para cuidar mejor a nuestros judokas y preservar su salud.

Víctor García Osado, reputado judoka catalán, me preguntaba en una ocasión: ¿nuestra misión es formar campeones o formar personas?

Y me lo preguntó, cuando yo como entrenador, quizá estaba ya en una fase avanzada y mi respuesta evidentemente fue: formar personas.
Ese formar personas comprende, a través del Judo, en transmitir, enseñar, ayudar a crecer y formarse, y a conseguir que lleguen a hacer bien Judo.

Lograr que se entrenen, y que participen en competiciones.
Que esa fase de competición por la que deben pasar todos los judokas, les ayude a esforzarse, a conocerse mejor, a madurar, a realizar un trabajo físico y un mayor trabajo técnico, esfuerzo que incidirá en su Judo y en su vida.

Que vayan obteniendo sus grados en los tiempos establecidos, sin dejar de realizar sus actividades cotidianas de estudio o de trabajo, en el ambiente que el Judo propicia de respeto, responsabilidad, disciplina, buenas maneras, favoreciendo la relación y conocimiento de personas, de donde pueden surgir amistades, lo que favorecerá que nuestro judoka se vaya haciendo, vaya creciendo, formando y madurando, alrededor del ambiente de Judo, y con todos los valores que el Judo aporta.

Y durante todo este tiempo tenemos que tratar de conseguir que nuestros judokas, cuando se inicien en los movimientos, los realicen de la manera más parecida al estándar, a su razón de ser, a su significado…

Y además tenemos que cuidar su salud, teniendo en cuenta que, entrenar para competir tiene sus riesgos.

Nadie duda de la constancia, sacrificio, superación personal que tiene el atleta que prepara y participa en maratones, pero es evidente que llegando a una determinada edad el cuerpo humano acusa esos esfuerzos y pasa factura.

El deporte de alto nivel, necesita un nivel de exigencia importante y esto a la larga se nota y al final del camino se paga.

Y poco a poco los Profesores mayores vamos dejando de lado la competición y todo lo que el mundo de la competición comporta y pasamos a intentar mediante el Judo a tratar de “formar personas”.

Algo que distingue a un Profesor de Judo, es la relación que mantenemos siempre con muchos de nuestros alumnos.

Alumnos que conocemos desde muy pequeños, que vemos crecer, que nos dejan participar de su vida y podemos apreciar como el Judo, durante mucho tiempo, pasa a ser una actividad primordial en su día a día, que les marca y que les ayuda a conseguir esa responsabilidad y esa competencia, en cualquier cometido que se propongan, en definitiva, a resolver su futuro.

De todo esto deducimos que: cuando como judokas decidimos dedicarnos a enseñar Judo, tenemos que, después de titularnos para ello, buscar un lugar donde impartir clases, llenarlo de alumnos, motivarnos por no dejar de aprender para enseñar, y hacernos un hueco en el mundo del Judo.

Después nuestras prioridades irán variando según las circunstancias, situaciones, experiencias vividas y el paso del tiempo, aunque siempre deberemos tener en cuenta que, nuestra prioridad principal deberá ser, ayudar a la formación integral de nuestros judokas.