José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

Mi alumno David Crespo imparte clase de Judo en un colegio.

Los miércoles por la tarde cuando sale del colegio viene a entrenarse al club.

Llega al club pronto, cuando yo estoy lidiando con mis pequeñitos. Mi clase de pequeños de solo un día a la semana, se realiza los miércoles por la tarde a las 6, y aunque en teoría es para niños que tienen 6 y 7 años, entre hermanos, hijos de alumnos y de amigos que vienen a probar, tengo que admitir que baja la edad a 4-5 incluso alguno que aún no ha cumplido los 4. El grupo en la actualidad se compone de 18 pequeños.

David cuando llega al club se pone el judogi y entra en la sala. Y como lleva tiempo haciéndolo, todo el grupo lo conoce ya.

El primer día que apareció lo presenté: “se llama David, es Profesor de Judo, estudia en la Universidad, es cinto negro 4º dan, ha sido medallista nacional, y cuando empezó a hacer Judo tenía 3 años y estaba en un grupo como el vuestro”.

David se ha vuelto un referente para ellos, y esperan que venga. Cuando no viene preguntan por él, quieren verle saltar y quieren tenerlo cerca, y quieren que les vea  hacer Judo.

Y a mi me encanta que sea así. David los conoce a todos por su nombre. Cuando hay alguna incorporación se lo hago notar.

Teniendo el pretexto de que David tiene que ver lo bien que se conducen desde que pasan a la sala, durante los ejercicios y juegos del calentamiento y lo bien que hacen los movimientos, la sesión se desarrolla de tal manera que, cómo ninguno quiere decepcionar a David, hace que todos traten de comportarse, y entre todos consigan un buen ambiente de trabajo. 

Y David después de bregar con sus niños en su colegio, asiste a una sesión en que, sin ser consciente de que, “es su presencia allí”, lo que hace que, mis pequeñitos se comporten de esa manera, jueguen, practiquen los movimientos en un ambiente distendido y formal, siendo tan pequeños, y que entiendo que estando sólo, me costaría mucho más conseguir.

Al finalizar comentamos la sesión. Le pregunto a David, qué le ha parecido como han trabajado, y él, que viene de su clase con sus niños en un colegio, me cuenta que no es igual, hacer esta sesión en el club o en el colegio. De lo que estoy totalmente de acuerdo.

Y como recuerdo que este tema lo traté en su momento, he recuperado el siguiente artículo que escribí para Arajudo en 2009.

El Judo en el colegio y en el club (15 de abril de 2009)              

Yo no hice Judo en el colegio, en aquel tiempo no era lo habitual, por eso no puedo hablar de cuando hacía Judo en el colegio pues no tengo la experiencia ni las sensaciones de tener la clase de Judo dentro del colegio, aunque si las he conocido como profesor de colegio y de gimnasio.

Hay una diferencia importante y una distinta actitud en como los niños afrontan la clase si acuden a un club o si es en una sala dentro del mismo colegio al finalizar la jornada escolar. Los contenidos de la clase en si, seguro que son los mismos, el profesor habitualmente es el mismo que imparte clase en el colegio y luego en un club, pero muchas veces ni para el profesor ni para el niño es lo mismo, ni se aprovechan igual las clases en el colegio que en el club.

Seguro que todos los profesores que impartimos o hemos impartido clase en colegio y club notamos diferencias. A menudo nos hemos parado a pensar porqué razón no nos sale igual, porqué no nos sentimos igual en el club que en el colegio, pero no se si nos hemos parado a analizar la situación. Es lo que yo voy a intentar hacer a continuación.

Vamos a ver las diferencias: En el colegio: Para el niño El niño está en su casa. Pasa muchas horas del día allí. Juega en su campo. Posiblemente la clase de Judo se realiza en la misma sala en que realiza educación física o en una sala polivalente en la que está habituado a realizar otras muchas actividades y donde hay que montar y desmontar el tatami.
Sus compañeros de Judo son los mismos… no desconecta…

También acaba de terminar una jornada llena de asignaturas convencionales donde ha tenido que permanecer inmóvil en un aula, manteniendo una atención, sentado…

El niño en muchas ocasiones no sabe distinguir la obligatoriedad de las clases anteriores, de toda la mañana o todo el día con la clase de Judo que normalmente ha elegido de forma voluntaria como actividad extraescolar.

Si el colegio tiene una sala dedicada íntegramente a Judo, es una ventaja. En esta sala, que solo se usa para practicar Judo es más fácil conseguir un “ambiente de Judo”… y más fácil de impregnar y comunicar “el espíritu de Judo”.

Si no es así, el profesor se las ve y se las desea para al inicio de la clase captar la atención del grupo y crear el ambiente apropiado. El momento del saludo, con el ritual que entraña puede ser una clave para este comienzo.

¿Y para el profesor? Dependiendo del lugar donde se realiza la sesión, el profesor se puede encontrar más o menos cómodo.

Si es en una sala polivalente o un pabellón donde al mismo tiempo se están desarrollando otras actividades, al profesor le cuesta mucho poder mantener la atención de los practicantes y la clase no se realiza en buenas condiciones. Se tendrá que plantear como objetivo hacer entender a la APA o a la dirección de colegio la necesidad de buscar un lugar aislado.

A veces se consigue una sala donde se monta y desmonta el tapiz, no es lo ideal, pero lo importante es poder crear las condiciones para que le sesión se pueda realizar y estar solos es primordial y si para estar solos hay que pagar el peaje de “montar y desmontar”… “bendito peaje…”

Al comenzar la clase en el colegio el ritual del saludo ayuda al profesor a crear un ambiente y meter a los niños en “materia”.

Y después ya depende del profesor, de su habilidad, de su empatía, de su personalidad, conocimientos de Judo, de pedagogía y de psicología, para hacerse con la clase.

Teniendo siempre en cuenta que cualquier decisión que tome, estará siempre supervisada por la APA o dirección del colegio que en definitiva son los últimos responsables de la actividad.

En el club: Para el niño El niño viene a tu campo. El profesor “juega” en casa.

El club o gimnasio “huele especial”. Ya solo el hecho de entrar, oler, oír, ver…el Judo entra por los sentidos e impregna de sensaciones que identifica. Día a día irá acumulando más sensaciones, más recuerdos que consiguen que cada vez que abre la puerta y entra, entra en “el mundo del Judo”, lo que en el colegio el profesor consigue con mucho esfuerzo ayudándose del rito del saludo, se consigue por medio de los sentidos en el club o gimnasio.

El niño cambia de centro. No está en el colegio. Va “voluntariamente”, tiene que desplazarse al gimnasio.

Sus compañeros no son los de todo el día, al principio son “extraños” pero poco a poco llegan ha hacerse amigos y hacen del club un punto de encuentro y es una razón más para ir motivado al gimnasio.

¿Y para el profesor? Juegas en casa. El niño viene a tu campo. Pone de su parte para venir, se tiene que desplazar.

El club o gimnasio como ya hemos indicado “huele especial”. Eso facilita el ambiente.

No es imprescindible porque el ambiente se “siente”, aunque si recomendable el hecho de esperar para saludar todos juntos. Conforme van llegando para no perder tiempo se puede empezar, con juegos, pinos, estiramientos… conforme van llegando se integran y se puede comenzar…con saludo o sin él…

Luego ya va a depender también de la habilidad del profesor, empatía, conocimientos… Pero está claro que aquí es el profesor el que tiene la sartén por el mango. Juega en casa y juega a su favor que “el niño está por la labor” y es por eso que resulta más sencillo que la “clase discurra bien”.

Lo ideal Para el niño: el niño tiene que divertirse practicando Judo y salir contento de su clase, y que esta no se le haya hecho larga. La mejor recompensa que puede escuchar un profesor cuando indica colocarse para el saludo final es que los alumnos digan ¿ya?

Para el profesor: es salir de la clase satisfecho habiendo cumplido los objetivos que se hubiera propuesto. Tiene que haber conseguido que los niños se lo hayan pasado bien manteniendo unas formas y practicando Judo. Lo mejor que le puede pasar a un profesor es que se le haya pasado la clase sin haber mirado una sola vez el reloj.

Si el profesor lo pasa bien impartiendo la sesión es una buena señal. El profesor sale realizado de la clase si sus niños lo siguen, lo entienden, le hacen caso y se esfuerzan.

En una buena sesión de Judo sea en un colegio o en un gimnasio el profesor tiene que conseguir recrearse con la clase, disfrutar con lo que está haciendo, y percibir que los alumnos “entregados” realizan el trabajo previsto.

Concluyendo: El Judo en el colegio actualmente es importante y necesario para su desarrollo. Es el “vivero”, de donde se han de nutrir los clubes.

Es el lugar donde se encuentran “los alevines” que hay que tratar de captar y que comiencen el Judo desde más pequeños, desde el principio. En ese principio el niño quizá realiza más actividades extraescolares, pero si el Judo forma parte de ellas, luego podrá elegir… Si no ha probado Judo y no lo conoce difícilmente se integrará más adelante.

Después puede resultar interesante, si tenemos la posibilidad, hacer participar poco a poco a los niños en una clase de club. A partir de cierta edad o de cierto nivel, periódica o esporádicamente, llevarles a una clase de club, de un nivel similar pero que por el hecho de realizarse en el club, con niños del club, implica una experiencia y un compromiso mayor.

La clase en el colegio puede resultar en algunos casos más problemática para el profesor por todo lo que hemos expuesto.

El profesor tiene llegar a adquirir una profesionalidad suficiente para poder adaptarse y desenvolverse en cualquier situación. Está claro que esa profesionalidad la va a adquirir en el aprendizaje diario. La ilusión, el afán de no dejar de aprender y la motivación por ser un buen profesor es la base de esta formación.

El Judo es un deporte, y es una herramienta de trabajo tan especial, que “bien explotada” es una ayuda importante en la educación en los dos sentidos, durante la etapa de desarrollo del niño y en la de formación del profesor.