José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

Ya se han terminado los Juegos Olímpicos de Paris 2024.

Nueve judokas han representado a España en Judo, y han conseguido una medalla de bronce a cargo de Fran Garrigos y cuatro quintos puestos. Los diplomas de Laura Martínez, Ai Tsunoda, Tristani Mosakhlisvili y Nicoloz Sherazasdishvili. En total, de los nueve, son cinco los judokas españoles que han acariciado y diputado medallas pero que solo Fran ha conseguido.

Los que han competido también sin obtener un resultado relevante, han sido: Salva Cases, Cristina Cabaña, Ariane Toro y David García.

Alrededor de cada uno de estos competidores, hayan disputado o no medallas, se ha creado seguro, en todo este tiempo, un grupo importante de trabajo, de donde ha salido el “uke elegido” que a cada uno se le ha permitido llevar “para calentar”, y que de alguna manera ha vivido los Juegos desde dentro.

Desde 2008 llevo escribiendo y subiendo artículos de Judo, cada quince días, primero en ARAJUDO, la página que creó Jesús Asensio, y después de su desaparición, desde 2014, en la página de la RFEJYDA, de la que es responsable Alfonso Escobar.

Y cuando hablo de los Juegos, recuerdo algunos artículos que, en su momento escribí, y que tienen que ver con la situación. Estos dos artículos son de 2008. Los más antiguos quizá los recordéis, pero como seguro que muchos no los habéis leído, los pongo a continuación.

¡Quiero ser olímpico!

Este es el titular con que un judoka medallista en un campeonato de España cadete, inicia una entrevista de la que es objeto.
Todos tenemos derecho a aspirar a lo más alto y si el hombre no tuviera aspiraciones y capacidad para evolucionar aún estaríamos viviendo en cavernas.

“La ignorancia es muy atrevida”, es una frase que decía mi madre cuando ante un examen en el colegio o en la universidad, veía la prepotencia, tranquilidad o falta de responsabilidad, con que en ocasiones lo afrontábamos sus hijos, y aquí pienso que de alguna manera se puede aplicar.

Es muy bonito, genial y nada fácil, resultar campeón de España, incluso en categorías siempre abiertas como son infantil y cadete. Más complicado resulta meterse en júnior y en sub 23, y obtener una medalla en senior, son palabras mayores.

Un profesor imparte clases, se hace con un grupo de entrenamiento, consigue motivarlo, lo entrena y si es constante, tiene acierto y también algo de suerte, comienza a obtener sus primeros resultados nacionales, que primero se suelen dar en infantil y en cadete (al ser categorías más abiertas), y si es capaz de crecer y madurar a la vez que sus alumnos, consigue incorporar sus judokas a los podium júnior, y metidos en esa dinámica incluso en el senior, con todas las dificultades que conlleva.

Durante todo este tiempo, el judoka desde infantil, entra en el engranaje federativo y en manos de la Federación Española, comienza a realizar concentraciones y alguna salida internacional. En estas salidas, empieza a sentir ya la dificultad de ganar combates en este entorno internacional y la dificultad de obtener una medalla ante judokas de otros países.

Porque el judoka se sigue entrenando en su club, dirigido por su entrenador, con sus compañeros de siempre que son los que le han ayudado a ser medallista nacional y con alguna frecuencia es concentrado y se entrena con los mejores en un entorno nacional y a veces internacional.

Y sigue subiendo de categoría, y estas concentraciones y salidas le van dando seguridad, se ve superior a los que no las realizan, aprende lo que tiene que hacer para ganar y ganar en un entorno nacional con todas las dificultades que implica, comienza a no resultarle muy complicado. El judoka llega a júnior y a sub 23 y resulta campeón de España. Sale a torneos internacionales donde ya no encuentra niños de otros países con más o menos madurez, encuentra “hombres jóvenes”, con una madurez de Judo mucho mayor, mucho más bregados en la competición, “con mucha más hambre” de Judo, con mucha más ambición de resultados, y sabiendo perfectamente lo que tienen que hacer para ganar sus combates.

Pero la evolución natural es que, este judoka que comenzó obteniendo una medalla infantil o cadete, que pasó enganchado en las categorías júnior y sub 23, aprovechando sus concentraciones sus salidas, consiguiendo sus medallas, incluso internacionales, haya subido y tenga un nivel suficiente para meterse en el senior.

El entrenador se suma al aprendizaje de su alumno. Se ve obligado a analizar las distintas situaciones, y evoluciona y aprende con él. “El buen competidor hace al buen entrenador”, pero de alguna manera, al entrenador se le “ha complicado” la vida.
Su judoka necesita “comer más”. Necesita más cantidad y más calidad en el entrenamiento. Sus compañeros de club “los otros campeones”, no han evolucionado al mismo nivel, no tienen en muchos casos el mismo nivel de implicación, y aunque progresan con él y el grupo se consolida y se hace más fuerte, su judoka necesita más y más…

Y consigue ser campeón de España senior… ¿y ahora qué? ¡Quiero ser olímpico!
En este nivel más consciente y maduro es normal y perfectamente respetable que el judoka que ya ha visto todas las dificultades que entraña el Judo de competición, “que ya sabe lo que hay en el mercao”, tome la determinación y decida que quiere participar en unos Juegos, que se lo comunique a su entrenador, o que lo decidan juntos, aceptando el entrenador el reto y como se le complica la vida.

Porque en la década de los 90, cada país tenía derecho a llevar un equipo a los Juegos, y cada país ponía sus mínimos y sus normas para participar y dependiendo de esas normas y de su economía resultaba posible acceder a participar.
Desde hace una década la participación en los Juegos es por continentes y hay que clasificarse en los torneos preparados al efecto y es por eso que resulta mucho más complicado. Mucho más complicado porque sacar resultados en ese entorno, requiere un entrenamiento muy especializado, y por supuesto una infraestructura importante alrededor del judoka.

Otros judokas españoles lo han hecho, y hay quién lo hace y consigue ser olímpico, incluso obtienen diplomas y medallas olímpicas, ¿entonces porqué no proponérselo si uno se ve motivado y con ganas?

Reconozco que a mi todo esto me viene grande. En dos ocasiones he estado a punto de ser entrenador de un deportista olímpico y las dos veces se frustraron, una por intereses laborales del judoka y otra por una inoportuna lesión. Pero reconozco que ilusionado con el tema alrededor de estos judokas se formó un grupo importante de trabajo y todos crecimos, aprendimos y evolucionamos.

Por eso veo con ilusión que un cadete después de su primera medalla tome esa determinación. ¡Adelante y ánimo! Porque hay trabajo por delante para el judoka y para todos, entrenador, compañeros, familia, autonomía, española… y como dice Sato:

“El valor del deporte radica más que en el resultado, en el esfuerzo realizado por conseguirlo”

Los otros campeones

Hay que tener presente que, alrededor de cada medallista y siempre alrededor de un campeón, está su entrenador, su club, su familia, y numerosos deportistas que enamorados del Judo y de la competición, se esfuerzan en el entrenamiento a veces con la misma dedicación e intensidad que ellos, y quedando sin embargo en el anonimato.

Son los que en ciclismo llamaríamos «gregarios». Judokas con un gran nivel deportivo y humano, con mucha capacidad de aguante y espíritu de sacrificio y sobre todo con una gran ilusión. (Entrenar cada día con un campeón requiere una gran dosis de fuerza de voluntad).

Son los que se entrenan con los campeones, y que por amistad, por cohesión de equipo, o por inercia dentro del club colaboran en la preparación de los medallistas, y son los que con su esfuerzo consiguen que los campeones puedan trabajar, entrenarse y tener resultados.

No cabe duda que los campeones tienen un talento especial para resolver los combates, pero tampoco hay que dudar que sin la colaboración de estos «gregarios», les resultaría mucho más difícil conseguir sus objetivos.

De alguna manera de cada medalla conseguida por un deportista son participes y responsables de su éxito a parte de la familia y su entrenador, estos incondicionales compañeros de club que en definitiva no son más que otros campeones anónimos.

Estos son los dos artículos escritos y subidos en 2009, hace ya 15 años, pero que de alguna manera siguen vigentes, y podemos tener en cuenta hoy, después de los Juegos de París