José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo
“¡Le plus important c’est: ne pas se faire mal!”, ¡Lo más importante es: que no hay que hacerse daño!, “Il faut pas faire, n’importe quoi, pour faire chuter”, (no hay que hacer cualquier cosa para tirar). “Il faut faire attention toujours”, (hay que tener siempre cuidado). “Quand’on se blesse, le Judo se fini”. (Cuando uno se lesiona, el Judo se acaba). Son las consignas que he conocido siempre del maestro Leberre durante sus sesiones.
Y entiendo que no le falta razón. Conforme los Profesores nos hacemos mayores, nos damos cuenta de la importancia que tiene el estar bien y de los riesgos que implican muchas actividades que realizamos en el día a día, y algunas acciones en el momento de practicar cada deporte.
“Yo bien que te di a luz sano”, oía decir a mi madre cuando llegaba a casa cojeando o mostrando alguna molestia que había sufrido durante el entrenamiento.
Y en la actualidad, al momento de hacer randori, al hecho “de pelear”, yo lo he cambiado por “empezar a jugar”, porque me parece más llevadero, menos duro, y como en la actualidad ya no tenemos grandes pretensiones en competición, ni aspiramos a grandes resultados, el que viene a entrenarse, trato que sienta que viene a jugar, haciendo Judo.
Y cómo de todo esto, ya he escrito, aunque se me riña, adjunto artículos que tienen que ver con el tema, y que, aunque muchos quizá recuerden, algunos a lo mejor no leyeron
Mucho más que jugar (RFJYDA 2014)
Jugar a Judo ¿Por qué Judo no es jugar?
Jugamos al fútbol, al tenis, al balonmano, pero practicamos ski, natación, Judo ¿por qué no decimos vamos a jugar a Judo?
Enfrascado en esta reflexión le hago esta pregunta a mi alumno David Crespo. David me responde que Judo no es jugar. No sabe muy bien porqué. No lo sabe razonar y me pone ejemplos en otras lenguas. Como ve que con sus explicaciones no consigue responder a mi pregunta acaba diciendo enérgico: ¡es que hacer Judo es mucho más que jugar!
Porque ¿qué es jugar? Según la RAE, “hacer algo para divertirse y entretenerse”. Si el Judo cumple la misión de divertir y entretener, atendiendo a la definición de la RAE podríamos decir jugar a Judo cuando asistimos a entrenamientos y clases de Judo.
Psicólogos del deporte aseguran que las dos necesidades más importantes a la hora de hacer deporte son divertirse, lo que incluye, además de pasarlo bien, la necesidad de estímulo y excitación, y sentirse importante, útil y valioso, lo que conlleva la necesidad de creerse competente y realizado.
Y aplicando esto a nuestro deporte el Judo, vamos a intentar analizar esta definición: divertirse y sentirse importante.
¿Qué es diversión? Volviendo a la RAE. Diversión: actividad o espectáculo que gusta y produce placer. Cosa que hace pasar el tiempo de manera agradable. Distracción, divertimiento, entretenimiento.
Y ¿cómo podemos acentuar la diversión en Judo?
La práctica del deporte tiene que proporcionar divertimento, excitación riesgo y provocar estados de fluencia.
En la vida normal, los niños están siempre jugando o pretendiendo jugar pero los mayores apenas lo hacen. En las sesiones de Judo como incentivo, los profesores de Judo podemos tratar de “hacer divertido” el tiempo del calentamiento a base de realizar juegos convencionales, pero como hemos visto que divertirse es pasar el tiempo de manera agradable, estando bien, esto no es realmente necesario.
Aunque en adultos, los juegos convencionales pueden ayudar. Nunca un adulto pensaría que podría volver a encontrarse jugando como cuando juega sobre un tatami en una clase de Judo.
Los profesores tenemos que ser cautos y tener cierta empatía a la hora de proponer y organizar juegos en la sesión. Hay que tratar, si se hacen juegos, de que sean asequibles al grupo. Que a ninguno se ponga en evidencia, que nadie se sienta ridículo y que vean que el juego tiene un objetivo (calentar, trabajar una cualidad física, adaptación a un movimiento etc.)
La misma práctica deportiva puede cumplir el objetivo de divertir. Porque según la definición de la RAE de jugar: divertirse y entretenerse, deducimos que en Judo “todo puede ser jugar”.
Además de la sensación de diversión que se produce “al jugar” hay que tratar de generar la de sentir fluencia.
Tratados de psicología definen la fluencia como “un estado de conciencia en el que se llega a estar totalmente absorbido por lo que se está haciendo, hasta alcanzar la exclusión de todo pensamiento o emoción. Es una experiencia armoniosa donde mente y cuerpo trabajan juntos sin esfuerzo. La fluencia transporta las experiencias de lo ordinario a lo óptimo y es en esos momentos cuando nos sentimos vivos y en sintonía con lo que estamos haciendo.”
Y si cuando un judoka está entrenando, a base de repetir y de centrarse en el trabajo llega a tener síntomas de fluencia en una sesión, no necesita más. Tratará de llegar a ese estado aunque no siempre lo consiga…
¿Y qué es sentirse importante? En estos tiempos en que todos queremos brillar, sobresalir, tener seguidores en Facebook. Subimos fotos, mandamos wathsaps sin conocimiento… tenemos la necesidad de comunicarnos, de decir quienes somos, con quién estamos, qué hacemos a todas horas…, de ser alguien. Incluso los adultos con estas nuevas tecnologías, que nos han puesto entre manos, muchas veces abusando de ellas, nos comportamos como niños.
Todos tenemos necesidad de aprecio que podríamos distinguir en dos aspectos. Aprecio de uno mismo y aprecio y estimación que se recibe de otras personas.
La que más nos importa habitualmente es la valoración que les merecemos a los demás.
Reconozco que yo cada día reviso las entradas que ha habido el día anterior en mis reflexiones, publicadas ahora en la página de la RFEJYDA.
Y no lo voy a negar. Me gusta ver que han sido leídas. Afecta a mi autoestima, me anima a escribir más y me hace sentir importante el hecho de saber que muchos judokas se interesan en mis escritos, y que de alguna manera me incorporan en su mundo. Estar presente en la vida de tantos judokas me resulta emocionante.
También entiendo que es una responsabilidad ser leído por un número tan importante de judokas.
¿Cómo podemos hacer que el judoka, se sienta importante cuando practica Judo?
De momento el principiante se cambia de ropa y pasa a formar parte de un grupo que tiene unas normas que tendrá que aprender. Para empezar va descalzo y tiene que colocarse al final de una fila. Comienza a entender que como en la mili, “la veteranía es un grado”. Y empieza a reconocerse. En el tatami en el momento de saludar es el “último de la fila”, pero tiene su puesto. Ya tiene su lugar en la fila, que con el tiempo irá variando.
Sus compañeros lo contemplan y lo admiten, es el nuevo, “el blanco”, pero ya es alguien. Poco a poco se irá haciendo un lugar en el club. De la forma en que se conduzca ese primer tiempo va a depender la rapidez y la facilidad con que se integre en el grupo.
En la sesión comienza en el momento de calentar, a correr, a saltar, a realizar movimientos y ejercicios que quizá nunca ha hecho o que hace mucho tiempo no hace, consiguiendo sensaciones importantes.
Comienza a ser consciente de lo que puede y hace con su cuerpo y esto le va proporcionando seguridad y aumenta su autoestima. Aprenderá a caer, a rodar… practicará nuevos gestos, realizará movimientos para él impensables.
Para practicar movimientos va a necesitar tener contacto con sus compañeros, tener que acercarse mucho al compañero y agarrarse. Al principio todo esto quizá le puede resultar algo incómodo.
Más adelante entenderá que esa relación tan estrecha entre judokas en el momento de trabajar es una de las características que tiene el Judo y de la que se derivan muchos de sus valores.
Luego aprende, entiende y comienza a practicar unas técnicas que le enseñan a proyectar a su contrario del que es responsable, que tiene que ejecutar con cuidado y tiene que ir repitiendo para llegar a perfeccionar.
Se integra en el grupo, y comienza a hacerse un hueco en el club. Se preocupan de él. Ya es alguien en la sesión. Y tiene quien se preocupa por lo que hace, primero el profesor y enseguida sus compañeros que lo admiten y tratan de ayudar cuando se ponen con él.
Conforme aprende técnicas y obtiene cinturones se siente importante y aumenta su autoestima.
Va adquiriendo responsabilidad y se va haciendo importante en la relación con sus compañeros. Inicialmente solo por estar, porque no falta, porque se cuenta con él, porque practica con todos.
Empieza a sentirse útil y valioso cuando se pone con uno más novato y trata de ayudarle, lo que le hace sentirse competente y realizado. Porque cuida y enseña a los nuevos y en un ambiente donde respeta y es respetado
Y analizando todo esto, es por lo que David Crespo deduce y dice con convicción, que el Judo es mucho más que jugar.
Las lesiones en las clases de Judo. (Arajudo 2009)
El Judo es un deporte de contacto que consiste en aprender y practicar unas técnicas para proyectar y controlar a un contrario y aunque se proyecta sobre un tatami, en la lucha por tirar y en la caída, con alguna frecuencia los judokas se hacen daño.
La mayor parte de las veces son pequeños golpes, torceduras, esguinces, contracturas musculares, tirones sin apenas importancia y que el judoka asume, aprende a soportar, a curar y a recuperar entre sesión y sesión y a volver a entrenarse con incomodidad y con molestias, protegiendo la zona dolorosa.
Una lesión leve de este tipo, produce un dolor que mantiene la atención del judoka hasta que se produce otro distinto por el que tiene que preocuparse, y de alguna forma la vida deportiva del judoka transcurre de “molestia en molestia”.
No todos los judokas en un primer momento soportan igual el dolor. Cada persona tiene una capacidad de sufrimiento distinta y esto se evidencia durante la práctica de Judo. Existe el clásico judoka alarmista que se queja constantemente de todo, del pisotón, de la simple patada, de la rotura de un agarre… y está el “todo terreno” que nunca se queja y que lo aguanta todo.
Los entrenadores conforme vamos conociendo a nuestros alumnos, nos damos cuenta de su forma de actuar y tenemos que obrar en consecuencia.
Con la práctica el judoka se va “endureciendo” en el tatami y el Judo poco a poco le va haciendo más fuerte, el judoka aprende convivir con estas molestias, a sufrir, a aguantar contrariedades, lo que de alguna forma también le “endurece” y hace más fuerte en otros aspectos de la vida.
Un practicante de Judo resulta a la larga más capacitado para soportar el dolor muscular y articular, y en general todos los dolores.
Mientras la cosa no pase de aquí y el judoka pueda seguir realizando su vida normal incluso entrenando, sin poder decir que sea lo ideal, de alguna manera es un peaje que el deportista de un deporte de contacto tiene que pagar por el disfrute de la práctica de su deporte.
El problema surge cuando se produce una lesión seria. ¿Qué se puede considerar una lesión seria? Se podría decir que una lesión seria es la lesión que incide y le cambia temporalmente la vida al judoka. Una luxación, una fractura, una rotura de ligamentos… Cualquier lesión de este tipo, es evidente que aparta al judoka de su deporte por algún tiempo, pero lo que resulta realmente duro es que en ocasiones le aparta también de su vida normal, profesional y laboral. Y esta es la lesión que de alguna manera afecta al entrenador y que cuando se produce nos hace recapacitar, analizar la situación en la que se produjo y a veces nos hace sentir responsables.
Nadie se quiere lesionar, ni a priori ningún judoka quiere hacer daño a otro. Entonces ¿por qué se producen las lesiones?
Podemos analizar y decir que las lesiones tienen orígenes distintos. Un primer origen es el entorno, en segundo lugar las condiciones en que se realiza el entrenamiento y en definitiva y ultima instancia son los judokas los últimos responsables de que se produzcan lesiones.
Vamos a analizar estos tres apartados:
El entorno donde se realiza el entrenamiento, la sala de Judo. La sala de Judo, deberá tener un tapiz, firme, con cierta dureza para que los judokas se puedan desplazar con facilidad y cierta soltura evitando enganches, torceduras y esguinces de dedos, tobillos y rodillas. La teoría dice que “las paredes deberán estar a cierta distancia para evitar los golpes y si no es así tendrán que estar forradas de un material amortiguante. Se evitaran las columnas y esquinas y si las hay deberán estar protegidas”. Esta es la teoría que “los clubes de toda la vida” difícilmente reúnen. Si estas condiciones no se dan se procurarán solventar como mejor se pueda. También hay que decir que, cuando un grupo se ha acostumbrado, “se ha hecho” a un lugar, a un espacio, realiza sus entrenamientos allí con mayor seguridad y confianza.
Las condiciones en que se realiza el entrenamiento se refiere en primer lugar al número de judokas con relación al espacio disponible. Muchas lesiones, de rodilla y tobillo sobre todo, se dan cuando unos judokas caen sobre otros que no se lo esperan, por la falta de espacio.
Y en segundo lugar, a como se afronta el entrenamiento. Al nivel homogéneo de los practicantes y a la salud de los deportistas. Si están descansados o no y la motivación que tienen en el momento de entrenar, el calentamiento que han realizado y los objetivos que se plantean en el momento de entrenar.
Hasta aquí quizá la responsabilidad fundamental es del entrenador, que tiene que haber dispuesto de una sala en condiciones, que tiene que tener presente cuantos judokas pueden practicar a la vez, que tiene que haber preparado un calentamiento en condiciones y planteado los objetivos del entrenamiento con arreglo a lo que se pretenda y al grupo del que se disponga.
Pero aunque el entrenador tiene que intentar anticiparse a todas las situaciones que se puedan dar y debe prever todo, en última instancia es el judoka el responsable final de lo que acaece con él y sus compañeros.
A veces un novato, realiza acciones “peligrosas” quizá demasiado arriesgadas que no sabe controlar y se pone en peligro él mismo y a su compañero. También puede ocurrir que un judoka veterano no tenga suficiente control, no sepa y no sea capaz de hacer con otros de menor nivel y les haga daño en sus acciones.
Trabajando fuerte, buscando un rendimiento deportivo importante, muchas veces los judokas arriesgan más de lo que deberían. No tienen sentido de lo que acarrean ciertas acciones para sí y para los demás y deberían plantearse hasta que punto vale la pena…
Resumiendo:
El profesor tiene que poner los medios para que el entrenamiento se realice de la mejor manera posible. La sala en condiciones, el número de practicantes indicados para los contenidos que se van trabajar, el nivel adecuado, la actitud y el comportamiento correctos de los implicados, y aun así nunca estaremos libres de que se produzca una lesión en nuestras clases.
Lo normal es no tener lesiones y pasa mucho tiempo, temporadas enteras en que no se nos produce una lesión importante en un entrenamiento. Pero en ocasiones empezamos un periodo en que sin saber porqué, se nos acumulan varías lesiones en poco tiempo.
El entrenador no sabe “por donde le vienen” y aunque no es él el responsable directo de la lesión, la lesión se produce en su casa, durante su trabajo, el afectado es su judoka que se queja en su presencia, que es él el que primero lo auxilia, es él el que lo lleva al hospital o el que va a verlo al terminar la clase o al cerrar y es el primero que “se alivia” cuando lo ve “ya reparado” y cuando se informa del alcance de la lesión, pero también el que sufre, cuando en ocasiones vive como su judoka se adapta a su nueva situación y de alguna manera se siente implicado.
Para el entrenador ver como le cambia la vida durante un tiempo a un alumno por una lesión que sucede practicando con ilusión el deporte que le gusta, que practica lúdica y voluntariamente de alguna manera le afecta.
Es posiblemente el mayor inconveniente, quizá es el único, que los profesores de Judo podemos poner a la profesión que hemos elegido, que vivimos con verdadera vocación, que disfrutamos de las clases y entrenamientos, pero que nos venimos abajo, cuando vemos como a uno de nuestros judokas le alcanza una lesión seria que le aparta temporalmente de su vida habitual.
De allí la importancia de la recomendación del Maestro Leberre, lo más importante: no hacerse daño.