José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

¿Cuál es la definición de ambición?: Deseo ardiente por conseguir algo.

¿Qué pretendemos al principio cuando nos apuntamos, o nos apuntan nuestros padres, nos vestimos de judokas, y empezamos a practicar Judo?

En las primeras sesiones, nos encontramos descalzos y disfrazados, sujetándonos la chaqueta del uniforme que nos han puesto con un cinto blanco, que se nos hace largo y que hay que atarse de una manera determinada, corriendo, haciendo ejercicios, y cayendo sobre un suelo acolchado, y cuando agarrados a otro, que como nosotros pretende lo mismo, nos dedicamos a aprender y repetir unos movimientos de los que nos serviremos para proyectarle o controlarlo.

Y allí descubrimos el dojo, (lugar donde se estudia el camino), un sitio, que empieza a gustarnos, donde nos sentimos bien, encontrando un deporte en el que, “peleando” entre amigos, de una forma distinta y con una mentalidad especial, nos atrae.

Se nos informa de que, pasado un tiempo, aprendiendo y practicando una serie de movimientos, cuando nos salgan bien, podremos cambiar el color del cinturón.
Y eso nos ilusiona y provoca nuestra primera ambición como judokas: aprender y conseguir hacer bien los movimientos, para tener el cinto de otro color.

Y nos informamos de toda la gama que tenemos por delante: amarillo, naranja, verde azul, marrón y negro. Los más enterados nos cuentan que “para Profesores”, también existe el color rojo blanco y el rojo completo.

Pero, si para lucir los colores más normales, los que conforman el arco iris, se nos antoja un camino difícil, el pensar en llegar a cinto marrón, o incluso negro, de momento es una ilusión que vemos muy lejos.

Pero el tema de tirar de distintas maneras con los movimientos que vamos aprendiendo, nos seduce, y practicándolos, nos hace esforzarnos para que nos salgan bien. Al principio conseguimos proyectar en parado, y cuando nuestro compañero no pone resistencia. Luego se nos plantean problemas, porque se mueve, y lo más difícil resulta, cuando sin dejarse, también él nos quiere tirar.

¿Que pretensiones tiene el judoka cuando empieza?, practicar un deporte y hacer ejercicio. ¿Qué ambiciones?, hacerlo bien. Tirar en los entrenamientos, que le salgan los movimientos. Pasar de cinto. Llegar a ser cinto negro. El rojo blanco, “solo para Profesores”, le parece una utopía.

Y llega el momento en que participa en competiciones. Entonces su ambición es ganar combates. Quedar primero. Ganar el autonómico, pasar el sector, sacar medalla en el nacional, y si se mete en esa dinámica, participar y “rascar” en los internacionales.

A la par de todo esto, muchas veces, y sin dejar sus estudios o trabajo, comienza a impartir clases de Judo. En un principio quizá ayudando a su Profesor, o sustituyéndolo en ocasiones.

Y cuando comienza a impartir clases ¿Qué pretende?

Inicialmente ganar un dinero vinculado a una actividad que le gusta, y en un ambiente que conoce bien.

Y se encuentra con un grupo de gente que, ahora en Judo, van a depender de él. Que van a hacer lo que él diga. Que igual de ilusionados como cuando empezó, empiezan a correr descalzos, y disfrazados, sujetándose la chaqueta del uniforme con un cinto blanco y largo que se les suelta a menudo y hay que ayudarles y explicar cómo anudar.

Y ahora es él, el que tiene la responsabilidad de empezar a explicar cómo saludar, estar, y cómo conducirse durante la sesión, cómo hacer para caer, y transmitir unas formas, y unos movimientos con los que empezar a entender y practicar.

Y su pretensión actual cómo Profesor, ¿cuál será?

Que sus alumnos se mantengan. Que lo vayan haciendo bien, que estén contentos ellos, y en caso de los pequeños, también sus padres. Que sus padres adviertan el cambio desde que hacen Judo, que se sientan satisfechos. Que participen en competiciones, que ganen combates, y para eso habrá que poner medios, dedicar más tiempo, entrenar más fuerte, atenderlos, llevarlos a competir, a entrenar en otros clubes, viajar, en definitiva, una mayor dedicación, invertir mucho más tiempo, y también dinero.

Y asistiendo habitualmente a las competiciones el judoka comenzará a ser conocido en su faceta como entrenador, conocerá a otros entrenadores, y empezará a vivir la experiencia en el mundo de la competición como entrenador, de sus alumnos.

Si decide montar su club, el objetivo primordial será el sacarlo adelante, solventar el tema económico, poder pagar los gastos, la inversión, asumir la hipoteca, los créditos…

Y para ello su preocupación mayor será tener gente, y gente que abone sus cuotas
Como decía el maestro Fernando Reyero (qepd), cuando miraba a un alumno que no ponía interés, que incordiaba en la sesión y que lo mejor que podría hacer por todos, para que la sesión fuera mejor, sería no venir…, pero que, si seguía viniendo, el consuelo que le quedaba era mirarlo y verlo como: “una cuota más.”

También el maestro Luís Zapatero, que comentaba cuando en un grupo surgía un alumno que no hacía más que molestar, que le hacía la vida imposible, y se planteaba y pensaba en que, ¡qué cantidad tendría que darle, para que se cambiara de taller!

Pasado el tiempo, el judoka siendo ya mayor, con los gastos pagados, la vida solucionada, sin grandes pretensiones, acostumbrado a vivir con lo que tiene, con lo que gana, le empieza a dar un poco todo igual. Sus ambiciones son otras.

Le sigue gustando seguir con sus clases, el Judo ha sido y es su vida. Ha vivido siempre pendiente, de, con, y para del Judo.

No le preocupa tanto si tiene más o menos alumnos, pero sí sentirse a gusto. No “le importa” tanto el número de cuotas, y se preocupa de manera distinta cuando alguno deja de venir.

Quiere seguir haciendo lo que ha hecho durante toda su vida, quiere seguir tratando de que sus alumnos salgan satisfechos, pero con menos compromiso.

Pretende seguir con su vida y su club, disfrutando de su ambiente, de su gente y de sus amigos.

Su preocupación principal se identifica con las preocupaciones que surgen de sus alumnos. Su objetivo, preocupación y ambición, es que ellos estén bien.

Ayudarles en lo que requieran, dentro y fuera de su vida deportiva, a entender el Judo, a que sigan progresando, que obtengan sus grados, y si quieren competir, habrá que apoyarles, pero sin tanto sufrimiento.

Se plantea otros objetivos, pero mientras pueda, le gustaría mantenerse en el Judo, y con dignidad, salir adelante, terminar sus días trabajando en lo que le gusta, a lo que ha sido y dedicado toda su vida, pero sin grandes angustias, ahora que ya lo tiene todo pagado, y en alguna forma, la vida resuelta.

Y analiza y piensa que, no sabe hasta qué punto está todo “bien o mal organizado”
.
Porque al principio, cuando se empieza, que es cuando más medios se necesitan, menos se tiene, y cuando ya tiene todo en marcha, ve como el camino se va terminando.

Y es cuando con la vida prácticamente cumplida, satisfecho por todo lo vivido, añora y se identifica con estos versos de Antonio Machado:

“Tarde tranquila, casi con placidez del alma, para ser joven, para haberlo sido cuando Dios quiso, para tener algunas alegrías… lejos, y poder dulcemente recordarlas.”