José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo
Cena familiar de Reyes el pasado día 5 de enero, en casa de mi hermana, rodeado de sobrinos y sobrinos nietos.
Comento que el pasado día 2 he llamado a Japón, a la residencia de la Universidad donde habitualmente vamos, para felicitar este año que empieza, (“shinnen akemashite”), y para saber hasta que punto les ha afectado el terremoto que en estos días se ha producido por allí.
Hablo con okasan, “la madre, responsable de la familia”, que me agradece la felicitación y la preocupación por mi parte. Me dice que están todos bien y que el seísmo no les ha alcanzado. Tras las preguntas de rigor de que, qué tal estamos, de si estamos pensando en volver este año, de cuantos años tengo ya, de cómo va el club, y preguntar por todos los que conoce que han estado por allí, y los que recuerda de cuando ella estuvo por aquí, nos despedimos hasta otro momento.
Cuando cuento esto en la cena, mi sobrino nieto Ricardo me pregunta que en qué hablo con ellos y que como me entiendo, y le respondo que en japonés.
Se extraña, y le digo que no hablo un japonés fluido y correcto pero que para entenderme con okasan, que sabe el japonés que puedo controlar, lo que puede decirme, y cómo tiene que hacerlo para que la entienda, después de haber estado en Japón en doce ocasiones, habiendo preparado un poco la conversación que vaya a poder tener, antes de llamar me preocupé de saber que terremoto en japonés se dice Jishin, mis conversaciones con okasan pueden ser comprensibles para los dos.
Después de extrañarse de mis conocimientos de japonés, Ricardo me preguntó, por cómo surgió mi interés en ir allí, y por detalles de la sociedad japonesa y de nuestra vida allí.
Como todo esto lo tengo escrito, incluso publicado en mi primer libro “Vivir el Judo” ya hace 20 años, al llegar a casa lo busqué, y preparé un ejemplar para regalarle y que pudiera leer el apartado, “la ilusión de entrenar en Japón”, que trata de mi razón de viajar a Japón, y de la experiencia vivida allí.
Y una vez con el libro en la mano me dediqué a ojearlo. Hacía años que no lo sacaba de la estantería y lo comencé a leer. Recordé y agradecí el prólogo tan entrañable que hizo Alejandro Blanco, entonces Presidente de la Federación Española y actual Presidente del Comité Olímpico Español sobre el libro y sobre mí.
Escribí este libro, saliendo de una década en que habíamos realizado un trabajo de entrenamiento importante con nuestros alumnos, y participado en muchas competiciones, logrando numerosos éxitos deportivos.
Ahora veinte años más tarde, en una fase distinta como entrenador, me veo incapaz de volver a mantener esa intensidad en los entrenamientos, y me veo incapaz de viajar a cada momento para participar en competiciones, aunque si que me siento totalmente identificado con el apartado de prioridad en el planteamiento de objetivos deportivos y de formación que decía lo siguiente:
Prioridad en el planteamiento de objetivos deportivos y de formación.
En este apartado el entrenador debería preguntarse que es para él el Judo.
En un primer momento el entrenador puede plantearse el Judo simplemente como un deporte más. Pero el Judo es y debe ser ante todo EDUCACIÓN. el trabajo de Judo, el aprendizaje de las técnicas, la práctica en grupo, las competiciones las victorias, las derrotas…no deben ser un fin en sí mismo, tienen que ser un medio de educar, de aprender, de crecer en un ambiente deportivo, de crear unos hábitos higiénicos, de tener mediante el Judo grandes experiencias de relación de amistades que en muchos casos duraran toda la vida, de posibilidades de viajar, conocer gente nueva, aprender a «cuidar» y a respetar al contrario imprescindible en la práctica de este deporte para practicar y progresar….
Igual que se aprenden las matemáticas en el colegio y se aprende a sumar y esto nos sirve en la vida diaria, el aprendizaje de Judo debe servir exactamente igual y poder aplicar las enseñanzas que el aprendizaje de Judo conlleva en la vida diaria de forma que consigamos que el Judo sea una escuela de vida.
El Judo al deportista le tiene que servir, para ser mejor en su vida diaria, para realizar correctamente su misión de estudiar ó trabajar, de esta manera estando a gusto consigo mismo puede dedicarse con ilusión y sin preocupaciones a la práctica de su deporte y donde indudablemente de esta forma su rendimiento deportivo será mucho mayor.
Me gustaría transcribir a continuación una poesía de Gabriel Celaya sobre la educación y que titula, Educar:
Educar es lo mismo
Que poner motor a una barca…
Hay que medir, pesar, equilibrar…
…y poner todo en marcha
Pero para eso,
Uno tiene que llevar en el alma
Un poco de marino…
Un poco de pirata…
Un poco de poeta…
Y un kilo y medio de paciencia concentrada.
Pero es consolador soñar,
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño,
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
Llevará nuestra carga de palabras
Hacia puertos distantes, hacia tierras lejanas.
Soñar que cuando un día
Este durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá nuestra bandera
enarbolada. (Gabriel Celaya)
Y todo esto ha surgido, tras una llamada a Japón