
José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo
El 2 de diciembre de 2024 recibo la noticia de su fallecimiento.
Había recibido una llamada suya el 6 de noviembre pasado, a las 11 de la mañana, interesándose por cómo estábamos todos, a raíz de las noticias de las riadas y “danas”, que se estaban produciendo en España. Fue la última vez que hablé con él.
Nos comunicábamos, como mínimo, siempre para felicitarnos cada año, y en ocasiones para saber cómo nos encontrábamos. Y a cada oportunidad que podía, le comentaba que en 2027 celebraríamos el 50 aniversario del club, y que nos gustaría contar con él.
Contestaba siempre que en 2027, tendría 90 años, pero que si aguantaba, aquí estaría.
Y cómo del maestro he hablado en distintos artículos, que Jesús Asensio colgó en Arajudo, y Alfonso Escobar en su página de la Española, recordando situaciones y momentos vividos junto a él, quiero repetir artículos como homenaje a su recuerdo.
Y esto es la historia, del cómo y porqué, de las Jornadas de Torrelavega:
Fue a principio de los 80, cuando por indicación de mi profesor Ángel Claveras que había conocido al maestro Jacques Leberre en los cursos que en verano impartía, primero en Castelmoron, luego en el Temple sur Lot en las Landas francesas, me desplacé a participar en el curso y conocer al maestro Leberre.
El profesor de Judo de Villeneuve sur Lot, el francés Gilbert Bilas, organizó durante muchos años en verano, en el Temple sur Lot, (localidad cercana a Villeneuve), unos cursos de Judo, donde variaba los profesores, siendo siempre desde mediados de julio hasta la mitad de agosto, cuando Leberre estaba siempre. En el Temple, cabía la posibilidad de ir todo el tiempo, o periodos de semanas, decenas o quincenas.
Esa primera vez, que fue cuando conocí al maestro, recuerdo que fui solo. Por las mañanas, se nos llevaba a correr y subir hasta una colina cercana que él llamaba y todos conocíamos como Fujiyama, por el parecido al monte existente en Japón. El maestro encabezaba siempre el footing, y en aquellos tiempos, que ya rondaba los 50, llegaba siempre el primero. Luego sobre el tapiz, hacía todos los randoris.
Su personalidad y su Judo me cautivaron y a partir de ese momento me hice asiduo a este stage y cada verano en el mes de agosto, pasaba allí una semana o diez días. Más adelante durante unos años conseguí que el maestro Leberre viniera durante la Semana Santa a impartir un curso en Zaragoza.
Por ese tiempo yo comenzaba a tener alumnos infantiles que empezaban a competir y no lo hacían mal y motivado junto con unos amigos, comenzamos a realizar un curso en Jaca, que también llegamos a instaurar los primeros días del mes de julio y que realizamos durante más de quince años.
Fue en 1984 que en la segunda quincena de julio, la Federación Española organizó una concentración de la categoría de esperanzas (ahora cadetes) en la Escuela de Policía de Ávila. Fui con algunos de mis alumnos y allí me encontré con Raúl Merino de Torrelavega, que conocía de verlo en competiciones y hablando con él me comentó su interés por participar en algún curso. Le hablé del Temple y concretamos la fecha para coincidir y en agosto del 84 participamos por primera vez juntos en el curso del Temple sur Lot.
A partir de ese año teníamos ya un verano de Judo medianamente organizado. A principio de julio, Jaca con nuestros alumnos. A continuación, la concentración de Ávila que organizaba la Federación Española, después pasábamos una semana en el Temple para terminar a final de agosto en Alicante en la reunión de amigos que entonces se empezaba a gestar, organizada por Sergio Cardell, y que derivaría en el curso de Judo de Alicante que organizó Sergio durante años y luego continuó Miriam Blasco.
Sergio Cardell, que también tenía un grupo importante de infantiles y cadetes, siempre motivado, y que no se le ponía nada por delante, se subió a este carro de actividades y estuvo unos años acudiendo a Jaca, también a San Sebastián donde José Antonio Arruza, muy amigo de Sergio, durante unos años organizó unos entrenamientos aprovechando la celebración de la Semana Grande.
En ocasiones Sergio y Josean también estuvieron en el Temple con sus alumnos, para luego terminar a final del verano, todos, en su curso de Alicante.
También Carmen Solana y los hermanos Jaime y José Luís Salas de Gerona, se hicieron habituales del Temple.
Por esas mismas fechas el profesor catalán Paco Marín en verano organizó durante años un curso en Caldetas.
Durante varios años Unisport en la universidad de Málaga, organizó unos cursos de deportes, la primera vez trajo al japonés Kashiwasaki sin apenas hacer publicidad y coincidió con la concentración de Ávila. Sergio más vivo que nadie no se perdió a Kashiwasaki pero otros que ya estábamos en Ávila nos enteramos a toro pasado.
Málaga se repitió varios años del 85 al 90, por allí pasó el francés Brousse, el checo Vladimir Barta, el inglés Adams, los japoneses Fujii y Nakanichi…
En la década de los 90 José Gómez en Gandía organizó unos cursos de fin de semana que impartieron los maestros Kashiwasaki, Barta, Brousse…entre otros. En los primeros años de Alicante y que finalmente organizó Miriam, los profesores extranjeros que participaron fueron Flechinger, Hajtos, Okada, Fairbrother, Legien…
Estos fueron los prolegómenos de los cursos más conocidos que se hacían por España en aquella época. Posiblemente hubiera otros focos que desconozco, quizá a un nivel más privado.
El caso es que en verano había “oficialmente” instauradas, una actividad en Caldetas, otra en Málaga y otra en Alicante y Raúl cuando el calor se hacia agobiante, comentaba que porqué no realizar uno en Cantabria, donde el clima en verano era mucho más suave.
En noviembre de 1999, Raúl Merino y Fernando Méndez, Presidente de la Agrupación Deportiva Judo Club Torrelavega, se ponen en marcha y se presentan en Zaragoza para exponer y ver que opinaba yo, de intentar sacar adelante y organizar unas Jornadas de Judo en Torrelavega.
La filosofía de las Jornadas era que tenían era que estar dirigidas por un maestro y un entrenador y en las primeras, Raúl por afecto, quería que el maestro fuera el maestro Leberre y que yo figurase como entrenador.
El problema que yo intuía era que el maestro Leberre a pesar de ser un técnico excepcional, con un prestigio reconocido en Francia, en España no era conocido por los judokas del momento pues fue competidor por los años cincuenta, y yo en España era “un perfecto desconocido”, se me conocía como entrenador de Sergio Doménech, entonces campeón de España, que acababa de resultar campeón en el Torneo de París en 1998 y subcampeón del mundo universitario en 1999, “el buen competidor hace al buen entrenador”, y tenía mis dudas de cuantos participantes podían estar interesados en asistir.
Decidimos llevarlo adelante y comenzar los contactos y trámites para su organización.
El 29 de enero de 2000 yo tengo un accidente de tráfico que me tiene imposibilitado hasta bien avanzado el mes de mayo.
Imagino que Raúl tendría sus dudas de si podría contar o no conmigo, pero me recuperé lo suficiente como para hacer un papel digno y acompañando al maestro Leberre, fue él, el que llevó la mayor parte del peso del curso.
En esa primera ocasión fueron en torno a sesenta los participantes, la mayor parte de los franceses fieles seguidores del maestro Leberre y los españoles, alumnos de Raúl, míos y de profesores amigos.
Estas primeras Jornadas se llevaron a cabo en un pabellón antiguo en las instalaciones de la residencia.
Leberre no defraudó, su nivel técnico y su entrega se hicieron evidentes y los participantes salieron, y todos salimos, con buenas sensaciones…como para repetir.
Raúl Merino y Fernando Méndez, ilusionados y motivados tras esa experiencia, se pusieron manos a la obra para organizar las siguientes.
Y ¡vaya con las siguientes! Las siguientes que se convirtieron en ¡veinte ediciones!
Que pongo a continuación:
2000.- Jacques Leberre- José Ángel Guedea
2001.- Lee Young- Pedro Gracia
2002.- Toshiyasu Uzawa-Héctor Rodríguez
2003.- José Luís de Frutos-Miriam Blasco
2004.- Shu Taira-Carlos Sotillo
2005.- Shozo Fujii-José Ángel Guedea
2006.- Anton Geesink-Macario García
2007.- Alexander Jatskevich-José Manuel García
2008.- Franco Capelletti-Felice Mariani
2009.- Jeon Ki Young- Vicente Carratalá
2010.- Isabel Fernandez- Mike Swain
2011.- Hirotaka Okada-Jacques Leberre
2012.- Lee Won Hee- Ángel Claveras
2013.- Jimmy Pedro- José Alberto Valverde
3014.- Choi Min Ho- Fernando Blas
2015.- Toshihiro Koga- Francisco Lorenzo
2016.- Tadahiro Nomura- Vicente Rochela
2017.- Kim Jae Bum- Ignacio Sanz Paz
2018.- Tiago Camilo- Flavio Canto
2019.- Gianni Madalonni-Pino Madalonni
Este año 2020 tenían previsto que fuera el alemán Ole Bichof y la española Yolanda Soler.
Por las circunstancias que todos sabemos este año no se han podido celebrar.
Aún quedan muchos por pasar… (2011)
Seguro que en España en verano se celebran muchos cursos de Judo. Algunos se dan a conocer más que otros, pero en todos los organizadores y profesores se esfuerzan para el curso se desarrolle en las mejores condiciones, y que se pueda aprender y practicar Judo.
Esto pasa mucho más en Francia. En Francia prácticamente cada región, casi cada club organiza su stage. Con los profesores de la región, amigos o campeones, juntan grupos de alumnos para aprender, practicar y entrenarse.
Lo que también es seguro que no hay un curso de Judo como las Jornadas de Judo de Torrelavega, unas Jornadas muy jóvenes porque solo llevan 12 años, pero que siempre han contado con un profesorado impactante.
Raúl Merino y Fernando Méndez organizadores de las Jornadas, han conseguido traer a Torrelavega verdaderas figuras del mundo del Judo.
Por Torrelavega han pasado campeones de Europa, del mundo y olímpicos como Jacques Leberre, Héctor Rodríguez, Shozo Fuji, Miriam Blasco, Antón Gessing, Alexander Jacskevich, Felice Mariani, Jeon Ki Young, Mike Swain, Isabel Fernández y Hirotaka Okada.
Maestros de la categoría de Lee Young, Toshiyasu Uzawa, José Luís De Frutos, Shu Taira, Macario García y Franco Capelletti.
Y entrenadores españoles con la veteranía de Pedro Gracia, Carlos Sotillo, Vicente Carratalá y José Ángel Guedea.
Esporádicamente en España y en Europa se celebran cursos con campeones europeos, del mundo y olímpicos como Toshihiro Koga, Katsuhiko Kashiwasaki, Pascal Tayot, Nuno Delgado…, pero casi siempre son de forma puntual y sin mayor continuidad.
Quizá el curso más antiguo que se celebra en España sea el de Alicante que inició Sergio Cardell, ahora organiza Miriam Blasco y que lleva como curso haciéndose hace más o menos veinticinco años. En Portugal el curso más relevante es el curso que organiza Pedro Gonzálvez en Coimbra y que va por su vigésimo tercera edición. Este curso se caracteriza por la gran asistencia de profesores y altos grados y por allí han pasado entre otros los maestros Kobayashi, Leberre, Vial y también campeones como Nuno Delgado, Oscar Peñas… y muchos más.
Y el stage más antiguo en Francia y posiblemente en Europa es el stage que organiza en Chateau d’Oleron el francés Jacques Noris y que este año celebra su trigésimo sexta edición.
Las pasadas Jornadas de Torrelavega, la edición número 12 han contado con la presencia del maestro francés Jacques Leberre 9º dan y del japonés Hitoraka Okada 7º dan.
Unos doscientos participantes fundamentalmente de la categoría júnior y cadete, españoles y franceses en su mayoría, también irlandeses, ingleses y polacos han disfrutado de estas jornadas.
Comenzaba el día con una carrera matinal para los competidores y un curso monográfico sobre barridos para profesores donde el maestro Leberre expuso la metodología en la progresión de, de ashi barai, okuri ashi barai, harai tsuri komi ashi, harai goshi… con diferentes oportunidades y desplazamientos.
En sus sesiones, el japonés Okada, explicó y demostró las bases para realizar de forma adecuada técnicas básicas tales como harai goshi, uchi mata, o soto gari, seoi nage, o uchi gari y ko uchi gari. De esta última exhibió la forma como él la ejecutaba y ganaba en ocasiones sus combates.
En suelo demostró y explicó distintas formas de trabajo desde entre las piernas y con el compañero defendiendo.
Terminaban las sesiones con un tiempo de randori administrado por los entrenadores del equipo nacional júnior Juan Carlos González Purriños y Paco Lorenzo.
Tiempo de randori donde el maestro Leberre marcó las pautas de trabajo. Inicialmente comentó que como dice el maestro japonés, “casi francés” por el tiempo que lleva residiendo en Francia Shozo Awazu, que en el momento de practicar Judo, “lo más importante es no lesionarse” e insistió en que había que poner especial cuidado consigo mismo y con el contrario para no hacerse daño. Dijo que, “para el que se lesiona el curso de Judo se ha terminado…”.
A continuación recalcó las distintas formas de trabajo de randori según el nivel físico y técnico de los implicados y comentó que Riosaku Hirano, maestro japonés afincado en Marsella hace muchos años, dice que: “el Randori debe ser fuerte y debe servir a todos y que tan importante es encadenar una buena caída como aplicar una buena técnica”.
Y dependiendo del nivel del que lo practica, hay que diferenciar:
Con un adversario de mayor nivel, “el débil” deberá atacar constantemente y se esforzará por proyectar.
Cuando los dos rivales tienen el mismo nivel, los dos se enfrentan en igualdad de condiciones y se emplearan al máximo para aplicar sus técnicas.
Cuando el adversario es de mayor nivel, este tiene la obligación de adaptarse al de menos nivel para poder progresar los dos.
Y por último, cuando se trabaja con un maestro o un mayor “on n´a pas le droit de le faire tomber”, “no se tiene el derecho de tirarlo”.
Y aplicando todo esto, de la práctica del randori fluye el principio del Judo: “progresión mutua”.
Y en este ambiente de progresión mutua se han desarrollado las 12 ª Jornadas Internacionales de Judo Ciudad de Torrelavega, con unos maestros de excepción y que afortunadamente para las Jornadas, para los que las disfrutamos habitualmente y para que todos las podamos seguir disfrutando por mucho tiempo, solo han pasado unos cuantos, y aunque pocos, todos los que han pasado son muy buenos y “aun quedan muchos por pasar…”
12-07-11
Como el cartero cuando tiene fiesta. (2013)
¡Alo José! Je suis a Saragosse. Estoy face au Carrefour y voy en un autocaravana ¿donde puedo aparcar?
En estos términos lingüísticos fue la llamada que recibí el jueves 19 de diciembre a última hora cuando volvía a casa, por parte del maestro Jaques Leberre, una noche desapacible de lluvia y viento en Zaragoza y que me descolocó por lo imprevisto de la situación.
Aunque tenía una cita, propuse ir a buscarlo para que durmiera en casa y se negó aduciendo que si hacía el viaje en autocaravana era para dormir en la caravana.
Le indiqué hacia donde se podía dirigir para aparcar el autocaravana y quedé para recogerlo al día siguiente.
El maestro francés Jacques Leberre, actual 9º dan es uno de los más prestigiosos técnicos del Judo francés. Cuando competidor resultó campeón varias veces de Francia y Europa. El Judo de Leberre se ha caracterizado siempre por sus desplazamientos, por la elegancia y amplitud en sus movimientos, por la precisión en los barridos y la posibilidad y facilidad de crear reacciones.
Fuimos a comer y le pregunté por el propósito de su viaje y quise enterarme de sus planes para tratar de satisfacer sus necesidades. Comentó que iban a ser 15 días de vacaciones, con el objetivo final de visitar en Coimbra a unos amigos.
Enterado, quise saber el tiempo que iba a estar en Zaragoza y qué le apetecería hacer.
Me preguntó si tenía clase. Al enterarse de que por la tarde tenía primero infantiles y cadetes, más tarde adultos y al día siguiente por la mañana comenzábamos el kangeiko a las 6’30 de la mañana, decidió que participaría en todo.
Recordé cuando una vez siendo entrenador del equipo nacional juvenil, la Federación Española en uno de esos temas políticos de compromisos de intercambios de entrenadores, creo que era un programa que se llamaba “Solidaridad Olímpica” me mandó junto con Ricardo Leyva a Argentina, a “intercambiar conocimientos”.
Ricardo Leyva Román es actual director de Deportes del Comité Olímpico Español, y era entonces el responsable de la programación de los equipos nacionales en la Federación Española de Judo y para el campeonato del mundo del 91 y los Juegos de Barcelona en el 92 coordinó la preparación física de nuestro Joaquín Ruiz (Quino), colaborando con el maestro Macario García que era su entrenador.
Imagino que en Buenos Aires caímos como una losa. Dos entrenadores españoles, que les llegaban y que por compromiso tenían que alojar, atender y ponerles gente para que impartieran clases.
Tengo que decir que el trato que recibimos fue exquisito. Se nos cuidó, se nos atendió y nos llevaron por los clubes más relevantes de la zona para que “compartiéramos nuestros conocimientos”.
Fueron varias personas las que estuvieron siempre pendientes de nosotros. Por el nombre solo recuerdo al Presidente de la confederación argentina Vicente Nogueroles y al profesor Teodoro Amici, un profesor de Judo y de Universidad, que en una cena nos presentaron como un filósofo y que me impactó por la claridad de sus ideas sobre el Judo y su labor educativa, y porque me facilitó unos escritos suyos que guardo con devoción.
Todo esto lo cuento porque un día nos quisieron agasajar dándonos fiesta y nos mandaron de turismo a Punta del Este en Uruguay, acordando con el Presidente de la Federación Uruguaya para que se hiciera cargo de nosotros.
Vino el Presidente a recogernos al ferry, nos llevó de turismo por Montevideo y después de comer, nos comentó que se estaba realizando una concentración del equipo nacional y nos invitó a visitarlos.
Y allí nos llevó. Cuando llegamos iban a comenzar el entrenamiento. Me preguntó a mí si estaría dispuesto a impartir la sesión y… ¡que iba a decir yo! Además no me importaba…, me buscaron un judogi y un cinto y allí me encontré, dirigiendo un entrenamiento junto con otros entrenadores, al equipo nacional de Uruguay.
De regreso por la noche a Buenos Aires, al enterarse nuestros anfitriones argentinos, no les pareció nada bien que el presidente uruguayo se hubiera aprovechado de nosotros y me dijeron: “Usted profesor hace como el cartero que, cuando tiene fiesta se va a pasear…”
Y esto nos pasa a veces a los profesores de Judo. Nos vamos de vacaciones sin prever que vamos a hacer Judo y nos vemos a veces vestidos en judogi en un club o un stage.
Y esto es de alguna manera lo que ha pasado esta vez con el maestro Leberre, que estando de vacaciones, ha visto la posibilidad de ponerse un judogi y meterse en faena y no lo ha dudado.
Y fue todo un lujo tener al maestro cerca otra vez, oír sus comentarios, verle explicar, aunque reconozco que sus explicaciones en ocasiones me sobrepasan, porque están a otro nivel.
Es como estar acostumbrado a comer paté de campaña con un buen vino tinto, que ya es mucho, y pasar a comer virutas de foie del más fino, con un vino blanco exquisito, pero que si no estás acostumbrado no llegas a apreciar.
El maestro Leberre, se tiene que desenvolver entre entendidos y grandes maestros que lo puedan entender y valorar, pero a un nivel más sencillo como el nuestro quizá es desaprovecharlo.
Pero a pesar de todo, el maestro trató de corregir los fallos que veía en mis alumnos en el momento de realizar las técnicas. Indicó detalles sobre seoi nage, o uchi gari y sasae, y durante la sesión en el kangeiko desarrolló todo un sistema de progresión para realizar barridos.
Y a parte de este trabajo técnico, antes de comenzar el randori marcó unas pautas de trabajo. Incidió como dice siempre en que en el trabajo de Judo lo más importante es no lesionarse. “Cuando uno se lesiona se termina el Judo, se termina el trabajo”.
Y que la práctica del randori es para aprender a tirar, no para aprender a defenderse. Cuando se trabaja para defenderse se pasa a llamar kakari geiko. Y que el randori debe ser fuerte y debe servir a todos y que tan importante es aplicar una buena técnica, como encadenar una buena caída.
Incidió también en que en el momento de trabajar randori se pueden plantear cuatro situaciones:
Cuando uno de los dos es de inferior nivel. Entonces el de menor nivel debe atacar sin parar.
Cuando el nivel de los dos es similar. En este caso deben trabajar fuerte los dos.
Cuando uno de los dos es superior. El más fuerte tiene que adaptarse al nivel del inferior.
Esto no quiere decir que tenga que dejarse tirar, ni que no pueda tirar, pero tiene que trabajar en consecuencia. No puede uno de mayor nivel producir miedo entre sus compañeros en el momento de hacer randori. Si esto pasa es que el de mayor nivel no ha entendido el randori y no sabe trabajar.
Y finalmente cuando se practica con un mayor no se tiene el derecho de tirarlo.
Y trabajando de esta forma, de la práctica del randori fluye el principio del Judo: “progresión mutua”.
Y así comenzamos una vez más nuestra trigésimo tercera edición del kangeiko con una lección inesperada a cargo del maestro Leberre que actuó como el cartero cuando tiene fiesta… 27-12-13
Hubiera querido hacerlo así (2017)
Si me hubieran dicho de hacer algo, hubiera querido que saliera así, pensaba al día siguiente cuando volvía a las 6’30 de la mañana después de dejar enfocado al maestro Leberre y a Alexandre, su alumno 7º dan experto en katas, que le trajo hasta Zaragoza, camino de Francia.
Desde principio de curso, amigos y alumnos más cercanos me decían: “este año con los 40 habrá que hacer algo…”, porque en diciembre haría 40 años que realizamos el primer entrenamiento en el club de Judo Las Fuentes.
A lo que contestaba yo sin gran convicción: “algo haremos”
Y si digo la verdad, sin muchas ganas de meterme en grandes “berenjenales”.
Lo comenté en ocasiones con mi socio Jesús Sánchez, y que como yo pensaba, que si, que juntar a la gente si, hacer algún entrenamiento también, quizá un kangeiko más multitudinario, pero nada más.
Lo que yo si tenía claro que quería hacer, era ponerme en contacto con Raúl Lahoz.
Raúl Lahoz es un periodista de Heraldo de Aragón, que en su momento en la década de los 90, cuando de un campeonato de España volvimos con un número importante de medallas y ningún medio se hizo eco, los medallistas indignados escribieron una carta a Heraldo de Aragón mostrando su descontento y una tarde Raúl se presentó en el club, se sentó entre ellos y los escuchó.
Después escribió una página, a su estilo, expresando sus sensaciones en el pasillo al entrar en el club una tarde en plena actividad de clases, donde apreció olores, ruidos, cruzándose con madres sonrientes, niños ilusionados, judokas formados como definió en su artículo que le parecieron “los primos de Zumosol”, un artículo entrañable, que sé que guardo, pero que de tan bien guardado que lo tengo, no sé donde he metido.
Más tarde Raúl, con motivo de la lesión de Sergio Doménech, y con motivo de la publicación de “Vivir el Judo”, volvió a entrevistarnos y escribir unos artículos siempre en un tono muy familiar.
Y me puse en contacto para comentarle el tema, de que si pensaba que 40 años merecía un comentario, que tomara cartas en el asunto y publicara algo.
Y no por publicitar el club, sino por reconocer el tiempo, el trabajo y la dedicación, no solo nuestra, que también, sino de todos nuestros alumnos, que nos han confiado o que nos confiaron su tiempo, y nos dejaron participar de sus vidas y que pudiéramos dedicar la nuestra como Profesores de Judo.
Pasado el verano mi amigo Paco Gracia me comenta que se acerca diciembre, que él está en contacto con mucha gente por las redes sociales y le preguntan si se va a hacer algo, que qué se va hacer, que cómo se va a celebrar, y me lo cuenta, “me pincha”, quiere que yo me defina.
Le vuelvo a decir que he hablado con Jesús y que no queremos hacer nada especial. Que son 40 años, y que eso es lo especial, pero que ninguno de los dos tenemos ganas de complicarnos ni de hacer nada.
Me va contando y me dice que no nos preocupemos. Que va a organizar una comida y que se va a encargar él de todo. Que no va a haber ningún gasto por nuestra parte, porque a todo aquel que vaya a asistir se le va a pedir una aportación para el evento.
Que está en contacto con todo el mundo, y que incluso lo va a comentar a judokas amigos de otras Autonomías para que vengan. A esto último me niego en redondo. Le explico que no tiene que comprometer a nadie y mucho menos a quien vive lejos. Que posiblemente vinieran y estaríamos encantados todos de vernos, pero si es un aniversario del club es para la gente del club, para los que han hecho Judo en el club, y que no tiene sentido que para esta ocasión comprometa a amigos a venir de otros sitios.
Le digo también, que son 40 años haciendo Judo y que la celebración tiene que ser en el tapiz haciendo Judo. Que si luego quiere hacer una comida, perfecto, pero que la celebración y la primera toma de contacto, tiene que ser sobre el tatami.
En estas estamos, cuando el 20 de septiembre recibo una llamada: “Allo Jose, Jacques Leberre. Te llamo para decirte que mañana cumplo 80 años”.
Felicitacións monsieur Leberre, respondo. Bon aniversaire. Nos fairon plus tôt 40 ans, se me ocurre decirle.
“40 ans, ¿quand?” pregunta. En decembre. “¿Mais dans quel date?”. A final, respondo.
“Bon je vais voir, on est en contacte”
Y me deja con la duda. Y conociendo al maestro, intuyo va a venir. Se lo comento a Paco. Mi “problema” ahora es que se presente sin avisar. Le digo a Paco que hay que poner fecha al evento en función de cuando vaya a venir el maestro. Porque si viene para celebrar el cuarenta aniversario y viene fuera de fecha…
Y sigue avanzando el tiempo y Paco me dice que hay que fijar fecha por el restaurante. Que esta preguntando mucha gente y hay que dar respuesta. Le digo a Paco de decida él, y que si el maestro viene fuera de fecha, se organiza un entrenamiento y una celebración especial.
Y Paco concierta con el restaurante y fija la fecha: sábado 2 de diciembre. Le digo que convoque un entrenamiento a las 10’30 y que después iremos a comer.
El 20 de noviembre: “Allo Jose, Jacques Leberre. ¿Quand c’est la celebration”
Le 2 decembre. Le matin il aura un entrenaiment a 10’30 et aprés on ira manger, respondo. “D’acord. Je vais essaier d’aller” (intentaré ir).
Ya no tengo la menor duda, viene.
Paco me va informando el número y los nombres de los que se van apuntando. Algunos hace muchos años que dejaron de practicar. Otros menos tiempos y muchos son actuales.
Me preocupa no reconocer a los que no veo hace 20 o 30 años, que los hay. Eran niños de 12-15 años y ahora son hombres de 35- 40…, algunos ya sin pelo, pero se han apuntado y tienen ilusión por venir…
Paco anuncia que va a estar el maestro Leberre en la celebración. Muchos judokas del club lo conocen. Algunos de ellos vinieron durante veranos conmigo al Temple sur Lot. Otros han estado en los cursos que Leberre impartió en Zaragoza. En la época de los 90, en las vacaciones de Semana Santa. Varias veces desde la Aragonesa o de manera particular lo trajimos a Zaragoza, y muchos alumnos del club asistieron a sus clases.
Y vuelve a llamar el maestro. Llegaré el jueves 30 hacia las 19’30. “Je descend en train jusqu’a Touleuse, et avec Alexandre en voiture jusqu’a Saragosse”. (Bajo en tren hasta Touleuse y con Alexandre en coche hasta Zaragoza”.
La llegada del maestro empieza a preocuparme. Me sacan de mi rutina y… Y aunque entiendo que es un lujo y que es una suerte que el maestro Leberre quiera venir a celebrar nuestros 40 años, organizarle la vida aquí me preocupa…
Me preocupa porque se encuentre bien. Porque esté cómodo. Porque pueda alojarlo en condiciones. Porque no sienta frío en el club, nuestro tatami es una nave y en invierno resulta especialmente frío. Porque en el entrenamiento la gente responda.
¡Y además porque Leberre tiene 80 años! Hace cuatro que no lo veo, y no se como lo voy a encontrar…
Podía buscar un hotel, pero Leberre no es de hotel. Nunca lo ha querido, Siempre ha preferido estar en casa. En ocasiones, se quedaba en casa de Ángel Claveras, mi Profesor, otras veces en mi casa.
Y todo era plantearme dudas. ¿Se sentirá cómodo en una habitación de dos camas para él y Alexandre? Cuando el viernes por la mañana a las 6 vaya con los matutinos, ¿le hago madrugar y me lo llevo, o lo dejo durmiendo en casa? Por la tarde ¿dejo en sus manos la clase de infantiles y cadetes? ¿Habrá “quórum” en la de adultos?
El día del entrenamiento de celebración ¿cabremos en el club? ¿Se podrá hacer la sesión en condiciones? ¿No hará demasiado frío?
Preocupaciones y dudas todas ellas razonables. Las comento con mis allegados que no le dan la misma importancia que yo. Saúl Nafría me dice: “No te des tanto mal y disfruta de Leberre, maestro”. Sergio Gayan se ríe cuando se lo digo por la mañana. Le hace gracia ver como cuando me sacan de mis rutinas me agobian las circunstancias.
Y es que reconozco que cuando no controlo la situación…
Jueves 30 por la tarde. El teléfono cargado a tope por lo que pueda pasar, e impartiendo una clase de pequeños sobre las 17’30, suena: “Allo Jose, se suis a Ainsa, on arrivera en deux heures a peu pres.” (Estoy en Ainsa, llegaremos en dos horas más o menos). Bueno… sigo mis clases…
Al tiempo: “Allo Jose je suis a Zuera”, y calculo media hora más…
Y nueva llamada: “On est deja, veo el Pilar” (Ya estamos, veo el Pilar). ¿Pero donde? Pregunto, “Sais pas, aun en la carretera, pero veo el Pilar”.
¡No me llame más hasta que pare, y sepa donde está! Aparque, métase en un bar y con la dirección en la mano me llama y me dice…
Todo esto rodeado en mitad de una sesión, extrañándose mis niños de que durante la clase cogiese el teléfono, hablase agitado y además… en francés.
Y finalmente cuando llamó dando indicaciones claras de donde se encontraban, llamé a Paco para decírselo, dejé la clase en manos de Juan Luna, y los dos acudimos al encuentro del maestro.
Tengo que reconocer a “toro pasado” que todo ha sucedido con gran normalidad, aunque haya habido muchas situaciones y anécdotas que podría contar, pero me voy a ceñir al evento que nos ha traído hasta aquí.

La mañana de la celebración.
El entrenamiento estaba previsto a las 10’30. Paco Gracia el responsable de la organización de este evento tiene previsto examinarse de 6º dan el 10 de diciembre en Madrid. Durante todo el año hemos quedado los sábados a las 8’30, Daniel García, que le hace de uke, Paco y yo, para practicar el Goshin jitsu.
Se enteró el maestro, y como no podía ser de otra manera se apuntó al tema, de manera que a las 7’30, estaba con el maestro y Alexandre desayunando en un bar junto al club, antes de entrar en faena.
Cuando llegaron Paco y Dani, se pusieron los cuatro en judogi y empezaron a trabajar. Serían las 9’15 cuando comenzaron a llegar los más madrugadores. Conforme llegaban, les mandaba cambiar, se ponían en judogi y desde el extremo del tatami, asistíamos a las indicaciones y correcciones que tanto el maestro Leberre como Alexandre daban a Paco y a Dani para la correcta ejecución del Goshin jitsu. Y seguía llegando personal…
A eso de las 10’15 el maestro decidió tomarse un respiro, e indiqué a los que estaban de espectadores y esperando que empezaran a hacer uchi komi mientras se hacía la hora.
Y seguían entrando… actuales, veteranos, antiguos. Yo de alguna manera expectante para recibir y saludar a algunos que no veía desde hace… ¿años?
El tatami se fue llenando, primero fueron dos filas que hacían uchi komi y cada cierto tiempo cambiaban de manera ordenada, luego fueron cuatro, para terminar, siendo seis, tres grupos, en total unos 80-90 judokas, lo tengo que confirmar con la foto que hicimos, que de manera ordenada iban cambiando mientras acababan de incorporarse los últimos rezagados.
Eché en falta a algunos que pienso que deberían haber estado, pero que o no se enteraron, o quizá les coincidió con alguna responsabilidad familiar, alguno que venía de lejos le sorprendió la nieve… y llegó más tarde, o simplemente no quisieron estar.
Creo que nunca habíamos estado tantos judokas sobre el tapiz. Los uchi komi de los que llevaban tiempo sin hacer, eran en algunos casos, con muy poca forma y descoordinados. Indiqué a los que hacían Judo todos los días que, cuando les tocara uno de estos, de “Judo ancestral” (cambiaban constantemente de compañero), trataran de ayudarle y corregirle, y a los que llevaban tiempo sin hacer, que intentaran sentir cuando hacían con uno actualizado y se dejasen aconsejar, que de alguna manera “se dejaran querer”.
Y llegó el momento de la explicación. Cinco minutos antes previne al maestro de que le iba a tocar, y me pidió que le eligiera un uke para la ocasión. Y aunque entre los que hacen Judo cada día, podía haber servido cualquiera, David Crespo me pareció el más indicado, por peso, altura, forma, y sensaciones que pudiera transmitir al maestro.
Se lo dije y se acercó al maestro que “lo probó” y aceptó sin ningún tipo de rechazo.
Con el mismo desplazamiento y ante la misma situación, el maestro explicó la posibilidad de aplicar diferentes técnicas. Ante un silencio inusual por el número de participantes, el maestro, mostraba, repetía y hacía. Daba en francés las indicaciones, que yo traducía y luego todos trabajaban. El maestro constataba si se había entendido lo que quería transmitir, y que volvía a repetir si hacia falta, el trabajo realizado.
Los asistentes entregados con apenas sitio, trataban de hacer lo que Leberre indicaba.
Luego, realizó un trabajo sobre la aplicación de sasae con varios desplazamientos y con diferentes oportunidades.
Y había quien pedía práctica libre (randori), tuve que explicar que no era día para hacer randori. Que había todos los días del año para entrenarse. Y además, los que pedían mayoritariamente hacer randori eran los que llevaban años sin hacer…
Y como hubiera sido una verdadera imprudencia, decidimos montar el escenario para la foto y luego para saludar, que costó meter a todos en una sola fila, que rodeaba todo el tatami frente a los altos grados.
Agradecimos a los asistentes su presencia allí, los convocamos para el evento gastronómico de después y les convinimos para ir pasando poco a poco por el vestuario, pues aunque resulta amplio, igual que habían llegado escalonadamente la salida debía ser de la misma manera.

El evento gastronómico:
Estaba previsto de 13h a 16h. Sobre la una menos diez, los más madrugadores estábamos en la puerta.
Cuando entramos sentamos al maestro en una especie de Presidencia, donde todos aquellos que lo querían saludar, se acercaban a hablar con él. A su lado Ángel Claveras, Alexandre, y “las visitas” que se acercaban…
Alrededor de unas mesas redondas, se formaron grupos por camadas, edades, sexos, generaciones, todos se movían de mesa en mesa se saludaban, hablaban en un ambiente donde se “mamaba Judo”: amistad y cariño por los cuatro costados.
Yo en pie, me apalanqué cerca del maestro “por si acaso”.
Hacía tiempo que no recibía tantas felicitaciones, agradecimientos, abrazos, besos, muestras de cariño…, de hermanos, amigos, alumnos actuales, alumnos de siempre, desaparecidos durante años, antiguos, qué queréis que os diga. Hay un dicho actual, cuando uno ha sido reñido que dice: “me dijeron de todo, menos bonito”.
Pues a mi lo menos bonito que me dijeron, fue bonito. Porque me oí de todo. Y tengo que reconocer que se me saltaron las lágrimas en muchas ocasiones. Oír que te digan lo importante que has sido para muchos en sus vidas, que te recuerden anécdotas que les marcaron, la época que vivieron, la dirección que sugeriste…
Te hace ver la importancia que tenemos todos los profesores de Judo en la vida, en el desarrollo y en la evolución y crecimiento de nuestros alumnos.
Terminó el evento con la entrega de una placa al maestro Leberre, otra a nosotros, a Jesús y a mi, junto con un reloj del Corte inglés con el ticket regalo, pero que grabado con nuestro nombre y el motivo de la celebración no podríamos cambiarlo. Tampoco lo íbamos hacer. Por cierto, Paco que se autodenominó después de lágrima fácil, en la entrega de la placa a nosotros… se entregó.
Nos dijeron de hablar, decliné a Jesús que agradeció a Paco y a los que habían colaborado con él, la organización de este acto, incidió en la importancia de lo que son 40 años. Que son tres generaciones y dio nombres, Ángel Ramos, sus hijos Carlos, David e Isabel, los tres con resultados nacionales y ahora su nieto Sergio, hijo de David.
No me libré y me tocó a mí. Traté de decir lo que había comenzado al final del entrenamiento en el club y que no pude terminar por la emoción.
Agradecí a Ángel Claveras el hecho de estar allí. Expliqué que Ángel fue nuestro Profesor, el de Jesús y el mío. Pero también el de Paco, Carlos y de todos los que empezaron a practicar Judo entonces.
Que Ángel fue el que sembró la semilla para que esto pudiera ser.
Agradecí al maestro Leberre el haber venido. Que, si Ángel plantó la semilla, el maestro aprovechándonos de sus enseñanzas durante esta fase, fue el abono y el riego que la hizo crecer.
Agradecí a mi socio Jesús Sánchez, el haberme aguantado 40 años, ¡que tiene tela!
Y agradecí a todos nuestros alumnos el estar allí, el haber confiado en nosotros, el habernos dejado participar de sus vidas, lo que ha dado sentido a las nuestras.
Finalmente se pidió al maestro unas palabras y dijo estar impresionado primero del ambiente que allí se respiraba, segundo que estaba encantado con el nivel de Judo exhibido en el entrenamiento del viernes y en la mañana del sábado. Y que como él nos consideraba “su grupo de Judo en España”… estaba feliz y agradecía a todos las muestras de cariño recibidas.
Y con muchos ojos empañados por las lágrimas de emociones que no podíamos contener, terminaba este acto que yo nunca quise celebrar, pero que si me hubieran dicho: ¿cómo quieres que se haga?
Hubiera querido hacerlo así