José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo
¡Me voy de vacaciones! Me dice agitado hacia finales de julio, mi alumno José Luís Ribón, 2º dan, un día que me lo encuentro por la calle cerca del club.
José Luís lleva haciendo Judo con nosotros, con algunos intervalos, desde que empezamos en 1977. Empezó de pequeño. Ahora trae también a su hijo Nicolás que está preparando su 1º dan. José Luís es especialista en tratamiento industrial de aguas, no le ha faltado ni le falta nunca trabajo, y menos en estos momentos.
¡Feliz tu que te puedes ir de vacaciones!, le respondo, pensando en la situación de “vacaciones forzosas”, que estamos pasando los Profesores de Judo desde el pasado mes de marzo.
Porque desde el mes de marzo, yo por lo menos tengo una sensación de inutilidad, que no me puedo quitar de encima. Veo aquellos a los que se consideran servicios esenciales y veo con envidia, cómo pueden seguir trabajando, y que además de que trabajan, asumimos que su labor es importante, y tienen el reconocimiento de todos.
Y los que son vocacionales son mucho más afortunados. En televisión salen a veces algunos colectivos que se quejan por tener mucho trabajo, y porque no dan abasto. Se ve que no han sufrido la situación de “no ser esenciales”, y de no poder trabajar, con todo lo que ello conlleva.
Porque ¿cuándo se considera que un servicio es esencial? Y ¿qué es ser esencial?
Ser esencial, es ser importante y necesario.
Durante este tiempo y siempre se han destacado, los servicios sanitarios, las fuerzas de seguridad, los que aprovisionan el mercado de productos, los comercios donde nos abastecemos…
Pero en realidad cada uno y cada profesión es esencial, cuando es necesario. Durante la pandemia, todos los nombrados anteriormente, donde no se han incluido ni colegios ni profesorado y maestros, que ahora a principio de curso se ponen en primera línea.
El pasado mes de diciembre, impartiendo una clase de pequeñitos se fue la luz en el club y las luces de emergencia solo eran suficiente para poder desalojar el club. Fue necesario que pasara el electricista que afortunadamente tiene la tienda a escasos metros, para que resolviera la avería y poder seguir con la sesión y terminar la jornada.
Cuando tenemos un problema en casa, de fugas de agua, es importante y esencial que venga el fontanero.
Los Profesores de Judo no somos esenciales. Aunque muchos de nuestros alumnos, que ahora pueden trabajar, porque pertenecen a esa categoría de esenciales y resultan imprescindibles, se hayan apoyado en el Judo y en nosotros, para llegar a ser lo que son.
Lo saben sus padres, que nos los confiaron pensando que el Judo les podría ayudar en su formación. Lo sabemos nosotros, que hemos vivido situaciones con ellos y somos conscientes de cómo les hemos ayudado no solo anímica, sino logística y en ocasiones materialmente también, y lo saben ellos que en momentos de espontaneidad cuando te encuentran, recuerdan y reconocen esa intervención crucial que tuvimos en sus vidas.
Los Profesores de Judo con “vacaciones forzadas” desde marzo lo estamos pasando mal. Y no solo por el tema económico, que también, sino por la incertidumbre que nos genera toda esta situación.
Nuestros alumnos, como he dicho antes, pertenecen en muchos casos a los servicios esenciales, lo que nos da una cierta tranquilidad. No estaríamos mucho mejor si la situación fuera a la inversa. Si tuviéramos que decidir, seguro que preferimos que sean nuestros alumnos los que tengan trabajo.
“¿Cómo te levantas maestro?”, pregunta mi alumno Charly Gómez, que se dedica a la preparación y organización de eventos y espectáculos de todo tipo. “Yo de momento pienso que hasta marzo no voy a poder arrancar”, me dice. “Y ahora me levanto cada día con 24 horas por delante, vacías y sin objetivos”, sigue diciendo.
“Me lo dices o me lo cuentas” le contesto. “Que me despierto desmotivado, con el club cerrado y sin la posibilidad de empezar con mis matutinos, seguir con “mis chicas”, mis niños y mis adultos.”
Y me viene a la cabeza, cuando en 2000 tuve mi accidente de tráfico, y al despertarme cada día por la mañana, pensaba con desazón lo que tenía por delante: “otro día igual”.
Aunque reconozco que aparte de estar perfectamente atendido por mi familia, siempre tuve la fortuna de que amigos y alumnos no faltaron nunca, y venían a buscarme para sacarme a “pasear” y hacer compañía consiguiendo que el día se hiciera distinto y más corto.
“Habéis elegido el deporte más bonito y también el más ingrato”, decía el maestro Chung en un curso en Zaragoza.
Y seguro que no lo decía por esto, porque no creo que tuviera capacidad para predecir esta pandemia, donde entiendo que por responsabilidad no podemos juntar a nuestros alumnos, aunque en esta situación, nada nos gustaría más que el poder juntarlos y pertenecer a ese grupo de “los que son esenciales”.