José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

“Incertidumbre”, no es un artículo nuevo. Lo escribí para Arajudo terminando el verano de 2013, y Jesús Asensio lo colgó el 22 de septiembre.
Cómo últimamente he repetido algún artículo de hace tiempo, seguro que hay quién piensa que me resulta más cómodo tirar de artículos ya escritos, que escribirlos nuevos.

Nada más lejos de la realidad. A mi lo que me gusta es escribir y lo hago cada día.
Lo que pasa es que he estado ordenando y agrupando artículos por temas y he vuelto a leer muchos.

Algunos me han retrotraído a momentos vividos que me ha gustado volver a recordar y aunque se publicaron en Arajudo, entiendo y quiero que también formen parte del bagaje de los que sube Alfonso Escobar, el informático de la Española responsable de la página en RFEJYDA, y este es uno es ellos.

Trata de las sensaciones que tenemos los Profesores de Judo muchas veces al comienzo del curso, y en esta ocasión acrecentada por la situación en que nos ha dejado esta pandemia.

Porque a lo que nos enfrentamos este año no es una situación normal. Venimos de una pandemia y no tenemos claro como van a reaccionar nuestros alumnos, sus padres y sus familias.

Seguro que todos tienen, y tenemos ganas, de volver a nuestra normalidad y a la rutina. A nuestra “bendita rutina”.

Los que lo leyerais en su momento os servirá para recordarlo y los que no, espero que entendáis y sintáis cómo propia la situación.

Incertidumbre (22 de septiembre de 2013)

Así se podría definir muchas veces la situación del profesor de Judo a final de verano y a punto de comenzar el curso.

Incertidumbre en cuanto a como se responderá en los lugares donde hemos impartido Judo hasta ahora, y a las inscripciones que tendremos.

Y comenzando el curso, con ilusión e incertidumbre afrontamos las primeras clases.

El profesor de Judo dedica su tiempo a impartir clases de Judo y se gana la vida con sus clases.

Los ingresos del profesor de Judo dependen del número de alumnos que tiene.
Muchas veces su preocupación no es tanto, por el tema económico, que también, sino por el número de alumnos que junta en cada sesión, para poder crear un ambiente de trabajo. No es lo mismo una sesión con cuatro o seis participantes que con un grupo más numeroso. La progresión y el ambiente que se forma no es el mismo.

En ocasiones preparando a un competidor incluimos sesiones específicas en que no nos hace falta más que un compañero y con ellos dos, se puede realizar una sesión más que importante. Pero en las clases normales de Judo durante el curso, dentro de los límites, que puede marcar la capacidad de la sala, la edad de los participantes y nuestra capacidad de resolver, cuantos más… mejor.

Y asistimos con incertidumbre al comienzo de curso.

¿Cuándo empiezo yo? Pregunta Javier un infantil cinto naranja que vive al lado del club asomándose al tatami una tarde a final de agosto con el club aún de vacaciones, pero realizando un entrenamiento con algunos competidores.

Y de alguna manera tengo que reconocer que nunca hubiera esperado que fuera Javier el que ayudara a tranquilizar mi incertidumbre en ese momento. El pensar que como Javier puede haber otros alumnos esperando empezar, ayuda en ese momento a encarar el nuevo curso.

Y cuando empezamos de alguna manera nos vamos tranquilizando viendo como se van incorporando nuestros alumnos. Apreciamos como la rueda se pone en marcha.

Y vemos y asistimos, con interés a la incorporación de nuevos alumnos.

Judokas del club de toda la vida traen a sus hijos al club y en muchos casos aconsejan a sus amigos a traer a sus niños.

Los hijos de nuestros alumnos o que han sido alumnos nuestros juegan con ventaja porque desde el principio los miramos con una ternura especial como si fueran “algo nuestro”.

Y nos encontramos con un grupo formado por los antiguos y por los nuevos. Y normalmente tendemos a cuidar, a atender y a preocuparnos más de los antiguos alumnos, sin ser conscientes de que realmente es más importante en este momento para nosotros, el que empieza nuevo.

Y parece que atender al que se ha incorporado nuevo, en alguna forma, nos cuesta más trabajo que atender a nuestros alumnos. A los que tenemos de otros años los conocemos, hemos trabajado ya con ellos y de alguna manera sentimos que son nuestros. Los nuevos están por conocer, están por hacer y de momento aun no nos dicen nada.

Y sin embargo si lo que queremos es incorporar más niños, es el nuevo judoka el que puede arrastrar con más facilidad a sus amigos a la actividad de Judo. Es por eso que en estos días es crucial la atención a este nuevo. En su momento escribí una reflexión sobre la importancia del nuevo judoka tratando este tema.

El nuevo entra en el club y comienza a oler el mundo del Judo. Pasa al tatami y desde el primer momento siente que va a hacer algo distinto. De momento se viste de otra manera, Descubre que hay otros niños que, como él, van a hacer Judo. Y ya en el calentamiento y con las caídas descubre posibilidades y opciones que desconocía de lo que puede hacer con su cuerpo.

Se relaciona con otros niños de donde hará nuevos amigos, descubre el deporte y descubre el Judo. En las primeras sesiones progresa rápido, se desinhibe, aprende una forma de conducirse, se siente importante, hace ejercicio, evita prejuicios, todos visten igual y bajo unas normas… hacen lo mismo.

Los profesores sobre todo tenemos que conseguir con el niño dos cosas: que se divierta y que se sienta importante.

Se divertirá con un calentamiento y una iniciación a las caídas y a los movimientos adecuados a su edad y se sentirá importante en cuanto que le hagamos partícipe de unas normas que nosotros y ellos cumplimos, y por el interés que por él demostremos.

En esos primeros días es vital la atención que el profesor demuestre por el nuevo. Por supuesto que hay que demostrar dedicación por todos, pero es al nuevo judoka al que tenemos que tratar de fidelizar.

Es el nuevo judoka el que después de su primera sesión va a contar en casa a sus padres, a sus abuelos, en el colegio a sus amigos que ha comenzado a hacer Judo. Y los más pequeños no sabrán muy bien explicar que es eso, pero entusiasmados saludaran a cada momento, engancharan la pierna de sus padres y amigos a modo de o soto gari, y en la alfombra o en la cama explicaran a sus padres como es la caída de espalda y la forma de inmovilizar que han aprendido.

Y ese entusiasmo si lo contagian a sus amigos es de donde pueden surgir nuevas incorporaciones. Y esa es la mejor publicidad, la más rápida y la más eficaz en este principio de curso.

Y también la que van a protagonizar los padres.

Cuando los padres observan la actitud que sus hijos muestran hacia el Judo, el afán con que esperan el día que “toca Judo”, aprecian como el Judo incide en su forma de actuar y en su comportamiento… y comienzan a notar cambios, se convierten en los mejores embajadores y en nuestros mejores publicistas.

Hasta aquí lo que decía el artículo “Incertidumbre”, escrito en una situación de vida normal, a principio de curso en 2013.

Ahora nuestra incertidumbre es mayor, porque nos enfrentamos a una situación nueva, nunca vivida y que nunca pensamos vivir.

Pero es lo que hay.

Y teniendo confeccionado este artículo, comenzado el curso, tengo que reconocer que, a pesar de nuestra incertidumbre, en nuestro caso, no se si en todos será igual, nuestros alumnos están respondiendo.

Tienen ganas, cuentan con su club, y se sienten responsables con él. Cuentan con nosotros y se preocupan por cómo estamos. Y con las restricciones pertinentes se van incorporando a sus sesiones y van tratando de que todo vuelva a la normalidad.