“Otro escudillado” 

(Escudillar: en aragonés, puede tener el sentido de terminar los estudios, de salir adelante,  “otro que sale adelante”)

Escudillar es un verbo que empleaba mi madre, profesora de lengua y literatura cuando alumnas que habían pasado por sus manos, con las que guardaba relación, pasados los años le llamaban para informar que habían terminado su carrera o que se habían  iniciado en un trabajo. Su comentario entonces solía ser, “otra escudillada”.

Los profesores de Judo tenemos una peculiaridad que nos diferencia de cualquier  profesor de otra materia y es que iniciamos muchas veces la andadura con un niño cuando tiene 5, 6, 7 años y “lo soltamos” cuando tiene…bueno, a veces no lo soltamos.

Durante todo este tiempo, asistimos a su vida deportiva, entrenamientos, pasos de cinturón, cambio de curso en el colegio, de grupo en Judo, lo acompañamos a cursos, concentraciones, lo llevamos a competiciones seguimos sus pasos de grado, sus primeros combates, y asistimos a sus primeras alegrías cuando gana, y sus decepciones cuando pierde.

Lo vemos crecer, vemos su evolución, sus cambios de edad y de humor, su vida en el colegio, sus pasos de curso, como va forjando su carácter, y nos preocupamos por como organiza su vida alrededor del Judo.

En algunos casos vivimos muy de cerca toda su evolución, su crecimiento, y sufrimos todos sus “problemas”, nos implicamos y le ayudamos a solucionarlos. En ocasiones acude a nosotros antes que a sus padres para confiarnos “sus problemas”, y ahí estamos para escucharle, aconsejarle y de alguna forma contribuimos y somos responsables de cómo se va desarrollando su vida. 

Evidentemente el responsable de su vida es él mismo y los responsables más próximos sus padres, pero no cabe la menor duda de que nuestro judoka que dedica un tiempo importante de su vida al entrenamiento y al Judo, de alguna forma de ese “enganche” y de esa dedicación al Judo, si que somos responsables. 

Vivimos sus amistades, sus primeros escarceos, sus “amigas” su novia, su continuación en los estudios o incorporación al trabajo y toda la problemática que esto conlleva, y en alguna forma somos afortunados en cuanto que nos da la oportunidad de “participar y revivir situaciones pasadas”.     

Por eso cuando nos comunica que ha aprobado la última asignatura de su carrera, que ha encontrado un trabajo, que se independiza, que se va a vivir con su novia o que se casa y lo vemos encauzado, nuestra sensación es de tranquilidad, de misión cumplida y nos hace pensar y decir “otro escudillado”. 

Hasta aquí literalmente lo que decía la reflexión.

Este artículo ha surgido ahora cuando en estos últimos tiempos he asistido a cómo alumnos míos se han colocado, o ya colocados han asumido puestos de mayor responsabilidad en su empresa.

 

Porque algo tendrá que ver

Alguna vez los profesores hemos tenido la situación de un alumno que en un momento determinado nos viene a plantear que solo quiere hacer Judo. Que le hagamos un plan de entrenamiento que solo quiere entrenarse y dedicarse al Judo, Esto se suele producir en la adolescencia, cuando nuestro alumno encuentra en el Judo todo lo que le llena y le satisface, y pletórico de salud y con una falta de madurez manifiesta, decide que “quiere tirar por ahí…”  

A mí me ha sucedido en un par de ocasiones y mi respuesta siempre ha sido la misma:

“Si solo quieres hacer Judo, no cuentes conmigo. El Judo que tanto te gusta te tiene que ayudar a crecer, a formarte, a estudiar y a labrarte un futuro. Si después de terminar tus estudios sigues queriendo ser Profesor de Judo, tendrás suficiente nivel de Judo para realizar los cursos establecidos y hacerlo, pero tu misión ahora es formarte y acabar tus estudios”. 

En Japón los jóvenes después del high school pasan a la universidad.

Me comentaba un profesor de español en una universidad en Japón, que las empresas cuando van a las universidades a ofertar trabajo, tienen predilección por los judokas. Los judokas han demostrado una voluntad especial madrugando cada día para entrenarse y cumplir con una disciplina que los ha hecho fuertes, tenaces y persistentes. El Judo les ha proporcionado también la capacidad para tomar decisiones y en las empresas los prefieren con estas cualidades.

Mi alumno Saúl Nafría cuando terminó ingeniería, encontró trabajo en un par de empresas de proyectos industriales para terminar en la empresa responsable de instalar y gestionar el tranvía en Zaragoza. Ahora le han buscado para trabajar en una empresa ferroviaria, de las más importantes que hay en Europa y que tiene su sede en Alemania. 

Comentando con  mi alumno Chema Laspuertas, “mi bombero” que desde pequeño siempre quiso serlo, me hace notar cómo todos los judokas del club cuando acaban su formación se integran con cierta facilidad en el mundo laboral. 

Y dice que eso quizá no es casualidad. Que el hecho de hacer Judo quizá tiene algo que ver…

Preparando su tercer dan Jorge Pérez Bailón, me justifica que el viernes pasado no acudió a entrenarse porque tenía la ceremonia de graduación en la facultad. Jorge terminó Físicas en junio y ahora se prepara para hacer el doctorado. 

Le pregunto sobre su futuro y me dice que una vez realizado el doctorado quizá pueda quedarse en la universidad. Y si no, ilusionado, me habla de otras opciones.

Cuando le comento la conversación que mantuve con Chema me dice que es cierto. Que quizá los judokas somos más resolutivos y tenemos ese afán de superación, voluntad, tenacidad, esa capacidad de sufrimiento, de resolución que nos hace resolvernos con mayor facilidad en el momento de integrarnos en el mundo laboral.

Al llegar a casa imprimí el listado de cintos negros del club y me dediqué a repasar por nombres y tratar de recordar sus estudios y su situación laboral.

No tengo certeza de donde están trabajando todos, pero si la mayoría y contrasto que están bien situados, lo que sin ser directamente responsable me llena de orgullo. 

Porque  algo tendrá que ver…