
José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo
¿Hoy cambiamos de cinturón?, pregunta algún pequeño cuando entra en el club uno de los últimos días de mayo, y la semana anterior habíamos estando repasando todos los movimientos que tenían que conocer, y yo comenté que tenían que llegar a hacer bien si querían pasar de cinto. Y mi respuesta antes de pasar a ponerse el judogi es: si hacemos bien y sabemos comportarnos…, pensaremos en cambiar.
Y una vez en el tatami, los siento y les trato de explicar lo que significa el pasar de cinto.
El cambiar de cinto significa tres cosas: que lleváis ya un tiempo haciendo Judo, que conocéis y sabéis hacer las técnicas, y que sabéis estar, o lo que es lo mismo, que sabéis mantener un comportamiento adecuado.
Y si hoy, que ya llevamos casi un curso, demostramos que reconocemos y sabemos hacer las técnicas, y nos sabemos comportar, lo que supone “portarse bien”, realizaremos el examen. El tiempo lo llevamos, las técnicas son las que son, y pienso que las conocéis y que os van saliendo, lo que no esta tan claro para algunos es, qué es saber comportarse.
Saber comportarse en Judo es saber estar. Y ¿qué es saber estar en Judo? Saber estar en Judo es saber saludar en el momento de pasar al tatami. Es, estar correctamente sentado en la fila, no levantar la voz, ni hablar por hablar. Hacer caso al Profesor, respetar a sus compañeros, y no hacerles burlas ni incomodarles.
Y les comento que cuando a veces se apunta un niño nuevo en el club, y que me dice que ya ha hecho Judo en su colegio o en otro club, cuando le pregunto qué cinto llegó a obtener y me responde, me hago una idea del Judo que puede saber, pero también de cómo puede saber comportarse, aunque no siempre coincida luego con la realidad.
¿Qué somos?, preguntaba a sus alumnos cuando impartía clases de Judo, mi alumno Saúl Nafría ahora ingeniero en CAF, para conseguir que se identificasen con una forma de comportarse y de saber estar. ¡Judokas!, respondían en voz alta, y lo preguntaba a modo de arenga varias veces, a lo que respondían cada vez con mayor rotundidad.
Porque ser judokas implica practicar Judo. Y practicar Judo supone aprender, practicar y manejarse con unas técnicas, que para hacerse con ellas hay que dedicar una atención , un tiempo, un esfuerzo, una relación con otros judokas, en un ambiente de respeto, orden, obediencia y responsabilidad, lo que supone también un compromiso de colaboración en el grupo, un ayudar y entender a un contrario, y un armarse a veces de paciencia llevando a cabo esa ayuda, creándose un clima de trabajo, donde surgen muchas veces amigos para toda la vida.
Y todo ese tiempo y trabajo empleado en las sesiones de Judo, se va trasladando a la vida del judoka de manera que primero es en el club, pero luego se traslada a casa y al colegio, primero se entiende con sus compañeros judokas en las sesiones de Judo, pero luego es en casa con sus hermanos, en el colegio con sus amigos y compañeros, y esa forma de saber estar y de conducirse que aprende y valora en las sesiones de Judo, pasan a formar parte su vida y esa forma de ser judoka, va definiendo su personalidad.
Es por eso que el color del cinturón, que se va oscureciendo a cada paso de grado, va marcando el aprendizaje y el nivel técnico del judoka, pero marca también la madurez y los valores de que se va impregnando el judoka a través del esfuerzo y trabajo diario, horas de entrenamiento, relaciones con sus compañeros, en fin, madurez y vida a través del Judo, y que en alguna forma define el color del cinto.