José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

Empecé a estudiar Veterinaria en 1972. Por entonces sería cinto azul. El curso era “un selectivo” común a distintas carreras. Para pasar curso había que aprobar todas, y para poder continuar había que aprobar por lo menos una asignatura entre junio y septiembre. Aprobé Biología y pude repetir. Por aquellas fechas se cambió el sistema de estudios y se hizo un primero de Veterinaria más específico, cambiando Geología por Anatomía. Fui aprobando algunas más pero el caso es que se me atragantaron las matemáticas de primero. “Nadie te preguntará lo que te ha costado sino lo que eres”, me decía siempre mi madre, sin que pareciera importarle, que dedicara el tiempo que hiciera falta para sacar el curso.

Y en ese rifirrafe matriculado entre primero y segundo, en mi vida había entrado el Judo con fuerza. A parte de continuamente “pensar en Judo”, muchos días cambiaba las clases de la Facultad por sesiones de Judo, acudiendo a participar de las clases, a veces sustituir, que impartía mi profesor Ángel Claveras, en distintos centros, incluso pasando por su casa en vez de ir a clase y estar hablando con él de Judo y de la vida.

Me di cuenta de que me estaba engañando a mi mismo, y lo más importante es que estaba viviendo mi vida en casa en una mentira constante, lo que me hacía no estar bien y tener grandes remordimientos de conciencia.

Así que, una noche decidí confesar la verdad y comunicar a mi madre la decisión que había tomado: Quería dedicarme a hacer Judo, a enseñar Judo.

Recuerdo que era hacia la noche cuando entré en el dormitorio de mi madre, que ya acostada, estaba leyendo o corrigiendo exámenes en la cama. Cuando entendió el motivo “de mi visita” y escuchó lo que entre lágrimas argumentaba, tratando de explicar y revelando cómo mi vida se estaba desarrollando en una mentira y contando mis argumentos. Recuerdo el disgusto y la pena que le produje.

Mi padre, que falleció cuando yo tenía dos años, aunque nunca ejerció como abogado era licenciado en Derecho. Mi madre licenciada en Filosofía y Letras, y que al quedar viuda le sirvió para poder trabajar como profesora de Lengua y Literatura, y pensando en nuestro futuro, “peleaba” para dejarnos a todos con un medio de vida que ella consideraba digno y seguro. Mis hermanos a su manera respondían y todos encauzados cada uno en su carrera, sacaban adelante sus cursos.

En esa conversación nocturna, entre lagrimas, “pactamos”. Yo ya impartía alguna clase de Judo, y quedamos que lo siguiera haciendo, pero que a la vez lo coordinara con los estudios, aunque fuera más despacio, sin dejar de estudiar Veterinaria.

Pacto que, al principio traté de cumplir y cumplí, pero que, a medida que el Judo se fue apoderando de mi vida, volví a pisar poco la Facultad, y que como ahora ya como lo había hecho público, se sabía, y no vivía en un engaño, no me suponía tanto trauma.

Y con mi amigo Jesús Sánchez, que también impartía algunas clases, en 1977, nos embarcamos con el Judo Las Fuentes. “El que en casar acierta en nada yerra”.

Impartíamos clases también en algunos colegios. Nos pilló la fase que, como entrenador “te lo comes todo”. Que por tus alumnos lo haces todo, te mueves por todos los sitios y tuvimos en la década de los 90 los mejores resultados deportivos como club con nuestra gente.
Los dos como Profesores, Jesús se decantó más por el arbitraje, llegando a ser árbitro internacional, moviéndose por las altas esferas del arbitraje. Asumiendo entre otros, los cargos en la Federación Española de Miembro de la Comisión Nacional de Arbitraje, Miembro de la Asamblea General, Vocal de la Escuela Federativa Nacional, Subdirector de la Comisión Nacional de Arbitraje y Miembro del Comité Director de la Federación Española desde abril de 2007

Yo, dedicándome más al tema del entrenamiento y la competición, he estado en la Federación Española, desde 1994 hasta 2008, como Entrenador Nacional de las distintas categorías: cadete, juvenil y júnior.
En su momento, en 1998 el club de Judo Las Fuentes fue galardonado como mejor club de España, y en 2000, yo fui distinguido con el Trofeo Sergio Cardell como Profesor a la mejor labor docente.

Impartido la asignatura de Judo Pie y de competición en varias ocasiones en los cursos de titulación de entrenadores de Guadalajara, Zaragoza y Sevilla.
Colaborando como entrenador en las Jornadas de Judo de Torrelavega con el maestro Leberre en 2000 y con el maestro Fujii en 2005.

Y desde 1995 hasta 2013, impartido ponencias y seminarios en Buenos Aires, Montevideo, Gandia, Bouloris, Barcelona, Madrid, Zaragoza, San Sebastián, Torrelavega, Fontenebro, Baleares, Girona, Tarragona…
Con dos libros publicados y colaboraciones en Judo Prensa, el periódico Equipo, Arajudo y RFEJYDA.

Después de exponer todo esto habrá quien pensará que quiero “chulear”, como diría el maestro Chung de nuestra trayectoria en el mundo del Judo. Pero nada más lejos de la realidad. No es chulear, es el hecho de constatar y entender nuestro expediente fruto de una total dedicación.

Nuestro recorrido es una consecuencia de una dedicación importante al Judo, igual que han hecho muchos profesores y entrenadores en España. Algunos con una vida de Judo también larga, incluso más, con mejores resultados personales, más completa y más llena que la nuestra. Y todo eso, sin duda debido también a su trabajo y entrega.

Como me decía a mí, mi madre: “Hijo, lo tuyo con el Judo es como un sacerdocio”, y la consecuencia de ese sacerdocio al que nos hemos dedicado muchos Profesores de Judo, es la trayectoria, recorrido o trayecto que hemos vivido, y que yo para poder razonar lo siguiente, he expuesto aquí.

Mi alumno David Crespo me preguntaba en una ocasión: ¿Es consciente tu familia de tu importancia en el mundo del Judo, y de lo que representas?
Y no sabía que responder, porque no se hasta que punto es importante esto nuestro. Preguntas habituales de mis hermanos: “¿qué tal el club? ¿Tenéis gente…? A principio de curso: ¿Se van apuntando?
Aunque estos últimos años se han ido implicando más.
Mi sobrino Jesús Puebla, empezó de infantil, y fue obteniendo sus grados. Ahora, que es ingeniero, es 2º dan. Compitió con el equipo del club, los años que, en su primera fase, duró la liga de Madrid, compitiendo en tercera, segunda, primera, división de honor, otra vez en primera…

Mi sobrino Rafa Aubá se inició ya de adulto con los matutinos. En la actualidad es primer dan y ha realizado el curso de monitor en Guadalajara el pasado verano.

Mi sobrina Noemí Centro, empezó Judo en el colegio. Luego pasó al club. Está terminando sus estudios de enfermería y radiología y es primer dan. Estos son los cintos negros en mi familia.

Ahora más sobrinos míos, hermanos, hermanas, primos y primas de Jesús, de Rafa y de Noemi, tienen niños pequeños en “edad de merecer”, para hacer Judo. Se interesan, me preguntan y nos los traen al club. Y empiezan a vivir ellos el Judo con sus niños. Y empiezan a darse cuenta de cómo el Judo les va influyendo en su conducta y empiezan a apreciar nuestra labor. Una labor que llevamos haciendo más de 50 años, en el club 45 años, pero que nunca le habían dado ninguna importancia. ¿Qué tal el Judo? ¿Tenéis gente? Era su máxima preocupación. Cómo ahora hacen sus niños, y ven como les afecta, son conscientes de lo que el Judo, significa en sus vidas.

Mi sobrina Begoña se quedó un día a ver la clase donde participaba su hijo Quique de 5 años, y se quedo impresionada del caso que hacía, interés que ponía y como se comportaba. Mi hermana Pilar ha asistido estas Navidades pasadas a la clase de exhibición de Navidad de los pequeños, y toda la semana han sido parabienes de lo que vio, oyó, llegó a sentir y “olió” durante la sesión.

De la actitud de los participantes, de lo que decían sin hablar, lo que comunicaban los “mayores”, que invité a participar con los pequeños. Del ambiente que se creo…

Siempre me he sentido querido por mi familia y por mis hermanos. Nuestra madre nos inculco unos valores donde primaba la unión entre hermanos y familia, y siempre hemos estado y estamos pendientes unos de otros y de cómo nos va.
Pero nunca me había sentido tan valorado en mi profesión. Nunca le habían dado tanta importancia a mi trabajo y al trabajo que llevamos desarrollando en el club mi amigo Jesús Sánchez y yo. Y eso que, lo llevamos haciendo cincuenta años.

En la década de los 90, que obtuvimos los mejores resultados deportivos: dos veces Campeones de España por equipos de Autonomías, siendo del club todos los componentes del equipo. También subcampeones y terceros dos veces… Campeones de España individuales en distintas categorías…
De esto que podía parecer importante y de hecho lo era, apenas se enteraron y si se enteraron no les debió parecer importante.

Sin embargo, ahora al ver a sus pequeños encantados, esperando con ganas de que llegue el día que toca hacer Judo, constatar su cambio de actitud y de forma de comportarse, ven el Judo como una ayuda a la educación de sus pequeños, siento que me miran con otra cara y que se me valora de otra manera, por algo que ahora aprecian ellos, pero que es algo que Jesús y yo y muchos Profesores de Judo de toda España, llevamos haciendo toda nuestra vida.