La salmantina María Bernabeu acarició la medalla en Rio, tras disputar cinco combates y caer en la técnica de oro ante la alemana Vargas-Koch. Nuestra judoka subió por primera vez a un tatami olímpico para enfrentarse a la polaca Kataryna Klys. Las dos judokas disputaron un combate donde María no encontró el camino para derribar a la polaca, y esta tampoco puso en peligro a la española con sus sodes y osotogaris, y donde un shido a falta de 20 segundos dio el pasaporte para la siguiente ronda, a nuestra judoka. Es segundo combate enfrentaba a María con la tricampeona del mundo, Alvear. La judoka colombiana era una de las favoritas a medalla (ya obtuvo una de bronce en Londres) y ya había derrotado a María en las dos ocasiones anteriores que se habían enfrentado. En esta ocasión, la colombiana volvió a imponerse a la española con un contundente kosotogae a la salida de un osotogari de María, marcando ippon y enviando a nuestra judoka a la repesca. Alli la esperaba la holandesa con pasaporte israelí Linda Bolder ante la que María planteó un combate muy físico, donde superaba a su rival y a la que, salvo algún kouchi aislado, no dio opción con el kumikata. Finalmente, un shido permitió a la española llevarse el combate y pasar a disputar la medalla de bronce. Su rival para alcanzar la medalla: la alemana Laura Vargas-Koch, subcampeona del mundo y tres veces medalla de Europa. Pese a este curriculim, el último enfrentamiento entre las dos judokas había caído del lado de María, en un combate complicado que terminó en técnica de oro, y donde la superó gracias su mejor condición física. El combate por el bronce parecía responder al mismo patrón: ninguna de las dos consigue marcar nada, ni arrancar ninguna sanción. Pero en esta ocasión la alemana fue quien se llevó el gato al agua, con un ouchigari, seguido de un kouchi, que acabó con la espalda de nuestra judoka sobre el tatami, dejando a María con un agridulce quinto puesto.
Desde la RFEJYDA queremos reconocer el esfuerzo y el gran trabajo de María y de todo su equipo. Grande María!