José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

La clave para llegar a hacer bien los movimientos y cualquier cosa. Constancia y perseverancia. Hacer y repetir para llegar a automatizar y sentir.

¿Qué puedo hacer para mejorar? Me pregunta mi alumno David Millán al terminar una sesión. Millán es cinto marrón, tiene 20 años y lleva escasamente cuatro años practicando Judo, y tengo que reconocer que es un preocupado y para el tiempo que lleva, y haciendo dos días por semana, no hace mal los movimientos.

¿Sabes conducir? Me sale preguntar. ¿Cómo mejoras en tu conducción? Conduciendo, me responde. Pues para mejorar tu Judo, tienes que hacer más Judo, entrenar más.
Y ¿cómo? Repitiendo los movimientos. Y eso en Judo se llama uchi-komi y nage-komi.

Recuerdo cuando recién sacado mi carné de conducir, el primer día que cogí el coche para ir a la facultad. Mi madre nos había comprado un R-5 blanco para mi hermano y para mí, y decidí cogerlo una mañana para ir a clase. Aun siento mi nerviosismo al sacarlo del garaje y marchar por Zaragoza con los cinco sentidos puestos en la circulación, aplicando todos los consejos hasta entonces recibidos por mi profesor de la autoescuela el Sr Arilla, hasta entonces “mi mentor” en el tema de la conducción. Tengo que decir que no se me daba mal y había aprobado a la primera. En la misma mañana me examiné del teórico, del cerrado y del abierto. A los más jóvenes esto les sonará a chino o a la prehistoria, pero entonces era así.

Las primeras veces que cogí el coche, había que pensar cada movimento que hacía. Luego a raíz de conducir vas automatizando las acciones y no tienes que pensar apenas. Y todo esto es el fruto de repetir, repetir y repetir.

Remontándome más a mi niñez, (parezco el abuelo Cebolleta), recuerdo cuando aprendí a montar en bicicleta de dos ruedas. Mi padre había muerto siendo nosotros muy pequeños, y mi tío Manolo, hermano de mi padre, nos dedicaba cuando era soltero mucho tiempo a mis hermanos y a mí, y en verano en una torre donde pasábamos las vacaciones, nos enseñaba a montar en bici de dos ruedas.

Con 6, 7 años, cuando ya teníamos cierta soltura, mientras pedaleábamos, corría nuestro lado sujetándonos del sillín, para en lugares que él consideraba que no eran de peligro, soltarnos, y sin saberlo nosotros, seguíamos pedaleando solos.
Y luego a base de practicar, practicar y practicar en el día a día, y cada día, llegaba a hacer que todos llegásemos a montar con soltura en bicicleta de dos ruedas.

Y a nadar. Nos sujetaba con su brazo por debajo de nuestro abdomen, mientras movíamos brazos y piernas haciendo el gesto de nadar. Nos soltaba, y a veces nos veníamos abajo, luego salíamos o nos sacaba, pero alguna vez seguíamos a flote sin ayuda y solos y repetir, repetir y repetir hacia que en poco tiempo todos nos mantuviésemos flotando y pudiésemos dirigirnos en el agua hacia donde queríamos ir.

En el tema de los idiomas es parecido. Todos hemos aprendido la base de una lengua extranjera en el bachiller. En mis tiempos era francés, luego fue el inglés y actualmente son el inglés y el alemán, y todos prácticamente tenemos un nivel mínimo en una de estas lenguas.
Lengua que si no hemos practicado después, se queda en una forma básica de malentenderse con ayuda de signos, pero que si hemos seguido estudiando y practicando podemos llegar a entendernos.

En un primer momento entendernos, pero que obligados a hablar, por estar en otro país o por necesidad, en poco tiempo, llegamos a desenvolvernos con cierta soltura y facilidad, incluso a llegar a pensar en la lengua que vamos a emplear. Y esto se produce por repetir, repetir y repetir.

Y volvemos ahora al mundo del Judo, donde repetir, repetir y repetir es la base de su aprendizaje.

Un debutante que empieza a hacer o soto gari, por decir un movimiento tiene que pensar en todo lo que hace. Agarra de la manga y de la solapa. Se pone frente al compañero. Tiene que adelantarse y poner el pie junto a la pierna de su oponente y lanzar la otra pierna hacia delante para cuando vuelve, si va a tirar, llevarse la pierna del compañero… con el compañero “enganchado”.

Y todo esto hay que pensarlo, coordinar piernas, brazos, manos y cuerpo y hay que ir haciéndolo. Conforme lo va haciendo, descuida unas acciones y realiza bien otras. Si se le hace hincapié en las que no realiza bien, las va corrigiendo y va construyendo su o soto gari. Y a base de repetir, a base de hacer uchi komi va cogiendo forma.

El maestro coreano Han No San, afincado en Alemania decía que las características que debe reunir un buen uchi komi son:
Conocimiento de la técnica, ritmo, velocidad y explosión.

Saber cómo es y como se debe ejecutar la técnica es esencial, y para eso hay que tener una buena base o tener al lado a alguien que tenga esa base que te pueda indicar, porque repetir una técnica mal hecha, como diría el Maestro José Luís De Frutos (q.e.p.d.), es estar “potenciando el error”.

A ese trabajo técnico se le pone un ritmo en la repetición del movimiento. Conseguido que con ese ritmo el movimiento se mantenga bien hecho, se va imprimiendo velocidad a cada acción. Pero velocidad en la realización de cada movimiento, que cada movimiento sea más rápido, sin estropear su esencia y su sentido

Y es esa velocidad la que da lugar a lo que Han No San llama explosión en el momento de encontrarnos con el cuerpo del contrario para poder proyectar.

En la actualidad pienso que los profesores de Judo quizá tenemos miedo de aburrir a nuestros alumnos si les hacemos hacer mucho uchi komi, y en las sesiones actualmente apenas se hace uchi komi. Se hacen juegos, se trabajan movimientos, se hace randori, pero apenas repetir, repetir y repetir.

Recuerdo que en mis comienzos, (vuelve Cebolleta), cuando aun éramos kius, oímos comentar al Profesor Juan Cotrelle, que en una hora se podían hacer 500 uchi komi, y que hubo una temporada que yo quedaba con mi amigo Jesús Sánchez, a veces también con Manuel Hernández, sábados y domingos a hacer los 500 uchi komi de rigor.

En Japón, en las Universidades, las sesiones de entrenamiento comienzan con un tiempo de uchi komi. Tiempo de uchi komi, de una media hora, en que en general todos de manera impecable cumplen los requisitos enumerados antes que decía el maestro Han No San. Conocimiento, ritmo, velocidad y explosión.

Esa velocidad y esa explosión, junto a los gritos de ánimo de los mismos practicantes, caracterizan los sonidos que se identifican con la práctica de Judo en las universidades en Japón..

Luego se realiza “ju renshu”, (randori), que puede durar un mínimo de una hora, para finalizar con otro tiempo de uchi komi, quizá más breve que el del principio, pero del mismo nivel de ejecución.

Y al final todos hacen bien los movimientos. Y es que la progresión en Judo se basa en la realización de repeticiones, de uchi komi, por lo que tenemos que incluir en nuestras sesiones, igual que hacemos con un calentamiento y unas caídas, un tiempo dedicado a hacer uchi komi, porque para llegar a hacer, entender y sentir los movimientos hay que repetir, repetir, y repetir.