¡Cómo me afectaba a mi! y que sensación de fracaso me inundaba ese día y que me duraba otros más. Me parecía que todo el mundo tenía que saber lo que había pasado y como me sentía…, pero no, no le importaba a nadie.
“Caer, levantarse, volver a caer y volver a levantarse…”
En ocasiones cuando algunos padres ilusionados, conscientes de la influencia que el Judo tiene en sus hijos y en cómo sus hijos afrontan la competición, quieren viajar a verles competir tengo que tratar de explicarles la peculiaridad de cómo funciona una competición de Judo.
Y les explico que si van a ver jugar a su hijo un partido de futbol tienen asegurado que van a verle jugar 90 minutos. En Judo si va todo bien puede ser emocionante, espectacular y hasta muy emotivo pero también puede ser que solo vean a su hijo actuar unos segundos y además perdiendo…
“Si tropiezas el triunfo, si llega la derrota…”
Entre los juegos que empleo habitualmente en mis clases con los niños es el clásico juego del pañuelo, en el que en vez de un pañuelo utilizo un cinturón.
La forma en que organizo el juego es la siguiente: distribuyo en dos grupos a todos los componentes de la sesión. Dos equipos uno frente a otro, van saliendo a la voz de “ya”, en el orden en que se han colocado en busca del cinturón. Cada uno disputa el cinto con su rival de enfrente y cada vez que salen, como sucede en un combate, uno gana otro pierde.
El que pierde se sienta en un lateral observando el juego. El que gana se vuelve a incorporar a su equipo al final de la fila esperando volver a salir. El juego de cada uno se decide muy rápido. Desde que sale cada participante, todo se resuelve en unos segundos.
La atención, concentración, determinación, toma de decisiones, habilidad, estrategia, velocidad, capacidad de reacción y disciplina necesarios, conforman un festín de cualidades físicas, tácticas, psicológicas y morales necesarias para competir.
Los propios jugadores son los que delante de todos juzgan y aceptan el resultado. Es un entrenamiento de como aprender a encajar el ganar y el perder, ante compañeros de distintos niveles.
Y volviendo al campeonato de España
En una fase final de campeonato de España no hay “malos”. Todos han pasado un sector o una fase de clasificación y todos tienen su nivel. Y la mitad termina el campeonato tras el primer combate. Todo se decide en unos segundos.
El participante lo vive en primera persona, y los que asistimos desde la grada en ocasiones observamos como pierde un competidor, que a priori nos parecía que debería ganar pero que el contrario se adelanta en el marcador y entre acciones, va pasando el tiempo… se le apodera y el combate se le va de las manos…
“Habéis elegido el deporte más bonito pero también el más ingrato”
Detrás de cada judoka hay una vida deportiva. Con más o menos aciertos. Con más o menos sacrificio, con mayor o menor inversión… Ilusión, esfuerzo, cada uno a su nivel.
Ilusión y esfuerzo del competidor, de su entrenador, de sus compañeros, de su familia.
Horas de dedicación, de entrenamiento físico, de entrenamiento de Judo…
Los más “profesionales” preparando el campeonato… realizan viajes, circuitos por España, quizá incluso por Europa con todo lo que conlleva de dedicación, tiempo, ilusión, gasto, inversión… Apoyado por un entrenador que está en una fase en que “se lo come todo”, en que “lo hace todo” y “no se le pone nada por delante…”
Y cuando pierde, nos quedamos con la sensación de que no sirve para nada todo el trabajo realizado. Ilusiones, entrenamientos viajes competiciones preparación, gastos, ayudas solicitadas a otros entrenadores en algunos casos. Queda durante un tiempo la decepción del judoka, del entrenador, de sus compañeros…, sensación de haber perdido el tiempo.
Sólo los que estamos en “la pomada” sabemos e intuimos el esfuerzo, trabajo, ilusión, tiempo invertido… a veces hasta mucho dinero…
Y nos asalta la duda de que si todo lo que hemos realizado sirve para algo… y nos preguntamos ¿y ahora qué?
La competición educa al competidor, forma a nuestro judoka, lo prepara para la vida, “caer levantarse, volver a caer…” Y nos sigue educando a nosotros… y nos devuelve a la realidad, nos pone en nuestro sitio. Y nos ayuda a vivir día a día, combate a combate…
Por eso con más o menos fuerza tenemos que seguir luchando, tenemos que seguir en la brecha, porque es lo nuestro, porque es lo que nos gusta, porque es lo que hemos elegido, porque es por lo que hemos apostado.
Y si tenemos en cuenta la cita de Thomas Chalsmer:
“La dicha de la vida consiste en
Tener siempre algo que hacer
Alguien a quien amar
Alguna cosa que esperar”
Tenemos que reconocer que sirve, porque en alguna forma todo esto nos lo aporta el Judo.
Entonces ¡hay que seguir…!