Los principales valores que desarrolla el Judo son el respeto y la constancia, y complementando a estos dos, tenemos que sumar la actitud como cualidad para llevar a cabo nuestras decisiones.
Porque con actitud nos predisponemos a sentir respeto y a ser capaces de ser constantes para realizar nuestras actividades.
Actitud que como judokas tenemos que manifestar los alumnos y los profesores.
Los profesores de Judo muchas veces nos tenemos que enfrentar a alumnos con una actitud impropia, negativa, y nuestro principal objetivo tiene que ser conseguir que esa actitud cambie.
Todos nos hemos encontrado alguna vez con un alumno, (suele coincidir normalmente con la edad de la pubertad), que a priori parece que todo le molesta. Da la impresión de que viene obligado (y a lo mejor es así). Dices de calentar y pone malas caras, dices de ponerse por parejas y hasta que se decide… dices de hacer uchi komi y parece que le cuesta.
Obedecer, obedece pero con una desgana…
Y nuestro objetivo tiene que ser conseguir cambiar la actitud de este alumno.
Y para ello hay que prestarle mayor atención. Muchas veces el alumno solo necesita que se le tenga en cuenta. Que lo acepte el grupo, pero sobre todo que lo acepte el profesor. En definitiva lo esencial para el alumno es: “divertirse y sentirse importante”.
Y para ello como dice el zorro en el Principito, tenemos que “crear lazos”.
Me contaba Pedro Gracia, (Perico), hace más 30 años, cuando se trasladó a Pamplona contratado por Enrique Azcárate para impartir clases en el club Zembikai, que Enrique Azcárate le decía que además de impartir las sesiones tenía que interesarse por los niños. Que después de Navidad les preguntase: “¿qué te han puesto los Reyes?” Pedro me lo contaba sin entenderlo, pero era una forma de crear lazos.
Al alumno le interesa sentirse aceptado por el grupo, pero sobre todo sentirse aceptado por el Profesor. Saber que nos preocupamos por él. Que de alguna manera nos importa.
Además a todos nos gusta estar donde se nos considera y con quien nos considera y quiere.
Y además obtendremos una buena actitud si conseguimos que nos motiven las situaciones que nos vamos a encontrar. Por lo que se refiere a nuestro alumno, tenemos que tratar de averiguar qué le gusta y qué no. Y tratar de facilitarle y hacerle posible lo que queremos que realice.
Inicialmente puede ser a nivel físico. Empezar un trabajo de resistencia poco a poco hasta poder aguantar bien. Ponerse más fuerte, comenzar a muscular. Conseguir que se sienta a gusto realizando distintas destrezas y habilidades. Que se de cuenta de sus posibilidades.
Que poco a poco vaya alcanzando objetivos físicos que quizá nunca hubiera pensado alcanzar. Que llegue a reconocer el gusto por el esfuerzo y que como recompensa se encuentre mejor.
En Judo, incidir en la práctica de los movimientos hasta que los entienda, le salgan, y consiga tirar.
Que coja confianza, que se sienta seguro, que asuma rutinas para incluir en su vida y en el trabajo físico y técnico. El Judo ya vendrá.
Y también conseguir mediante movimientos de Judo, en el calentamiento, que nuestros judokas entren en la sesión, que encuentren sensaciones. Aunque en un primer momento sea como decía el maestro Uzawa “solo gimnasia”, repitiendo las técnicas.
Porque aun sin querer y “sin darnos cuenta” el Judo va trabajando. El ejercicio genera endorfinas, los movimientos de Judo (incluso siendo solo gimnasia), empiezan a hacer efecto, el contacto con el compañero que colabora, ayuda a sentir, entre todos se conforma un ambiente…, el Judo comienza a trabajar y “sin enterarnos”, se va entrando en la sesión.
Y sin querer, y sin darnos cuenta también comienza a cambiar su actitud… y la nuestra.
Porque el Judo va trabajando.