José Ángel Guedea Adiego
8º Dan de Judo

“Estas escribiendo poco maestro”, me dice mi alumno David Crespo en la cita del café semanal que hemos instaurado, y que religiosamente llevamos cumpliendo desde hace meses.

Y le digo que no me agobia, porque tengo artículos escritos, y le cuento que ahora he empezado uno que tengo entre manos, sobre la suerte que tenemos los Profesores de Judo de que nos guste hacer lo que hacemos. Y me pregunta:

¿Te arrepientes de hacer lo que has hecho con tu vida?

Le digo que no, que me gusta lo que hago, pero que, en este tiempo de pandemia con el club cerrado sin poder trabajar, he pensado muchas veces que, si hubiera acabado Veterinaria, quizá podría estar trabajando y mi situación ahora sería distinta y menos agobiante.

¿Has pensado en todas las personas en que has influido, y qué seriamos, y cómo seríamos si no te hubiéramos conocido y no hubiéramos hecho Judo contigo? Insiste.

Y es que no seríamos como somos…, sigue diciendo…

Joer David, haces que me sienta importante. Me encanta lo que me estás diciendo, pero se me está poniendo un nudo en la garganta. Me vas a hacer llorar. Si…, insiste, ¿pero lo has pensado?

Y quizá es cierto. Lo que no sabe David… es, todo lo bueno, y toda la vida que me aporta y me ha aportado mi relación con ellos, y viendo y oyendo hablar a David, y sintiendo lo que siento por él, me digo, ¡cómo no lo voy a querer! Y pienso: ¡esto lo tengo que escribir!

Una vez que he dejado a David me voy pensando en esta conversación, y recuerdo uno de mis primeros artículos que en su momento escribí: “Como educa el Judo”, donde decía:

“El profesor de Judo, trata de enseñar y en el mejor de los casos, muchas veces sin

proponérselo, intenta educar y a veces lo consigue, a través del Judo, Pero ¿de qué

manera? ¿Y de qué Judo? ¿Dando clases magistrales? ¿Soltando largos discursos?

¿Comunicando normas de comportamiento? ¿Con qué contenidos? ¿Mediante el

programa de cintos? ¿Practicando las katas? ¿El randori? ¿Preparándolos y

presentándolos a competiciones? ¿Implicando a los alumnos en el mundo del arbitraje?

¿De la enseñanza? ¿Con su ejemplo?

“Predica con la vida más que con palabras, el ejemplo es el mejor mensaje”.

(Filipina Dacmesme)

Quien verdaderamente “educa” es el profesor, no el Judo. El profesor se vale del Judo

para educar.”

Y me preguntaba: ¿que es educar? Y buscaba y contrastaba distintas respuestas de especialistas.

Años más tarde en Buenos Aires, donde me mandó la RFEJYDA con Ricardo Leiva, actual Director de Deportes del COE, el Profesor y filósofo Teodoro Amici nos expuso y justificó la idea de porqué “el Judo es y debe ser ante todo EDUCACIÓN y que como tal debe dejar enseñanzas que sean útiles y aprovechables durante toda la vida y no para el breve o largo periodo de nuestro pasaje por el DOJO (lugar donde se aprende el camino).

En este sentido, decía, no puede ser distinto de las adquisiciones y aplicaciones perdurables del Lenguaje, la Matemática, la Higiene, la Tecnología y, en general, de las denominadas ciencias de la naturaleza y del espíritu que se dictan en la escuela”

Y recordé las sensaciones que viví durante la celebración del 40 aniversario del Club de Judo Las Fuentes y que traté de transmitir después en el artículo “Hubiera querido hacerlo así”:

“Hacía tiempo que no recibía tantas felicitaciones, agradecimientos, abrazos, besos, muestras de cariño…, de hermanos, amigos, alumnos actuales, alumnos de siempre, desaparecidos durante años, antiguos, qué queréis que os diga. Hay un dicho actual cuando uno ha sido reñido que dice: “me dijeron de todo, menos bonito”.

Pues a mi lo menos bonito que me dijeron, fue bonito. Porque me oí de todo. Y tengo que reconocer que se me saltaron las lágrimas en muchas ocasiones. Oír que te digan lo importante que has sido para muchos en sus vidas, que te recuerden anécdotas que les marcaron, la época que vivieron, la dirección que sugeriste…

Te hace ver la importancia que tenemos todos los Profesores de Judo, en la vida, en el desarrollo y en la evolución y crecimiento de nuestros alumnos.

Y aunque muchas veces somos conscientes de la influencia tan grande que podemos llegar a tener en nuestros alumnos, no somos nosotros los Profesores de Judo, los que tenemos ni que decirlo, ni que plantearlo.

Son nuestros alumnos, como en este caso hace David, los que tienen que acordarse, reconocerlo, y apreciar la influencia del Judo y de su Profesor.

Porque vuelvo a pensar en la pregunta de David:

¿Has pensado en todas las personas en que has influido, y qué seriamos, cómo seríamos si no te hubiéramos conocido y no hubiéramos hecho Judo contigo? Insiste.

Y es que no seríamos como somos…, sigue diciendo…

Tampoco nosotros seríamos así, me sale pensar. Y sigo pensando, cómo seriamos los Profesores de Judo, sin haber vivido, sin haber pasado por todas las situaciones en que nos hemos visto implicados.

Porque los Profesores de Judo nos vamos formando con nuestro trabajo y el tiempo. Nos vamos llenando de experiencias, de alumnos y de Judo

En un primer momento empezamos a practicar Judo, nos gusta, y decidimos dedicarnos a ello.

Y nos vamos haciendo, cuando impartimos nuestras primeras sesiones, en ocasiones, sustituyendo a nuestro Profesor o a un amigo, sin saber dónde nos estamos metiendo.

Y nos vamos haciendo, cuando realizamos los cursos de formación.

Y nos vamos haciendo, conforme nos vamos encontrando y resolviendo los problemas que se nos presentan para controlar el grupo.

Y nos vamos haciendo, cuando nos fijamos y aprendemos de otros Profesores y de otras formas de enseñar.

Y nos vamos haciendo, cuando asistimos y acompañamos a nuestros alumnos a las primeras competiciones.

Y nos vamos haciendo, cuando nuestros alumnos lo hacen bien y ganan o cuando no lo hacen tan bien y pierden.

Y nos vamos haciendo, cuando tenemos que lidiar con papás, AMPAS y Directores de colegios.

Y nos vamos llenando de experiencias, de alumnos, de situaciones, en definitiva, de Judo, que nos va haciendo madurar.

Tratamos cada día con muchas personas, llegamos a conocer muchas vidas, vivimos muchas situaciones y somos partícipes de muchos problemas.

Y dedicando tiempo a nuestros alumnos, como dice el zorro en el Principito: “El tiempo que perdiste con tu rosa, hace que sea tan importante”, e implicándonos en su vida, llegan a hacerse importantes para nosotros, llegamos a conocerlos y a conocer sus dificultades, intereses y problemas, e intentamos ayudarles porque queremos que estén bien y que sean felices.

Y pensando en su bienestar, conscientes de nuestra responsabilidad, tratamos de influir dentro de nuestras posibilidades, en su forma de vida, lo que nos hace sentirnos más útiles y más realizados que solo organizando entrenamientos y enseñando técnicas de Judo.

Y si no hubiera existido esa interacción con nuestros alumnos, de participar, de vivir muchas situaciones, de conocerlos más, de participar de muchas vidas, parafraseando a David, tendríamos que admitir también los Profesores de Judo que, “es que no seriamos como somos”

Y es, cuando asistimos juntos, y vemos como van solventando los retos que a nuestros alumnos les plantea la vida y los llegamos a ver centrados, situados emocional y laboralmente, y apreciamos lo que el Judo, y de alguna manera con nuestra colaboración, ha hecho de ellos, y es lo que realmente nos hace sentir bien, y da sentido a nuestra vida, a la vida que hemos elegido.